Francisco volvió a reclamar que el crecimiento económico llegue a todos por igual
Sostuvo que “en la economía, la política o la empresa lo primero es la persona”. Y criticó a las ideologías que afirmó “terminan mal, no tienen en cuenta al pueblo”.
El Papa Francisco advirtió ayer contra “una mirada ideológica de los pobres” porque esa perspectiva lleva a que “se termine utilizándolos al servicio de otros intereses políticos o personales”. Con su señalamiento, el pontífice no sólo cuestionó implícitamente a los sectores que instrumentan ideológicamente el problema de la pobreza. Sino que pareció querer dejar en claro que el cambio que promueve hacia un orden económico más justo no está inspirado en ideología alguna y es superador de cualquier batalla ideológica.
“Las ideologías terminan mal, no tienen en cuenta al pueblo. Fíjense lo que ocurrió con las ideologías del siglo pasado, terminaron siempre en dictaduras”, clamó. E insistió luego: “las ideologías no sirven. No asumen al pueblo”.
En lo que fue uno de los mensajes socialmente más duros de su pontificado, Francisco había criticado severamente el jueves, en la ciudad boliviana de Santa Cruz de la Sierra, el sistema económico imperante por excluyente, al señalar que este “no se aguanta”. Y llamó a “un proceso de cambio” porque la historia demuestra que los cambios que se hacen de un día para el otro no terminan bien. Fue en un encuentro con organizaciones populares, que se congregaron inspirados por el pensamiento social de Francisco.
Ayer, Francisco precisó que “un aspecto fundamental para promover a los pobres está en el modo en que los vemos. No sirve una mirada ideológica, que termina utilizándolos al servicio de otros intereses políticos o personales. Para buscar efectivamente su bien, lo primero es tener una efectiva preocupación por su persona, valorarlos en su bondad. Pero una valoración real exige estar dispuestos a aprender de ellos. Los pobres tienen mucho que enseñarnos en humanidad, bondad, sacrificio”.
Recomendó “A jugársela por algo, a jugársela por alguien. No tengan miedo de dejar todo en la cancha. No tengan miedo de entregar lo mejor de sí”. Entre los asistentes había artistas, industriales, deportistas y periodistas y editores. “Eso sí, no lo hagan solos. Busquen charlar, aprovechen a escuchar la vida, las historias, los cuentos de sus mayores”.
Francisco reiteró la necesidad de que el crecimiento económico y la creación de riqueza “llegue a todos los ciudadanos, sin que nadie quede excluido”. Y pidió “no ceder a un modelo económico idolátrico que necesita sacrificar vidas humanas en el altar del dinero y de la rentabilidad. En la economía, en la empresa, en la política lo primero es la persona”, subrayó.
El Papa había iniciado su segundo día en Asunción con una emotiva visita al Hospital General Pediátrico “Niños de Acosta Ñu”, que atiende especialmente a chicos con cáncer. Luego se trasladó al santuario de Nuestra Señora de Caacupé, patrona del Paraguay, distante 50 km. Allí una multitud le dio una estruendosa bienvenida con cánticos y vítores. Entre los cientos de miles, se contaban muchos argentinos con la bandera nacional y carteles identificatorios de su procedencia.
Tras un recorrido en papamóvil por las adyacencias del templo, el Papa presidió la misa desde un altar montado en las escalinatas del templo, ornamentado con flores blancas y amarillas, los colores papales. Al comenzar la homilía admitió que aquí se sentía “como en mi casa”, suscitando una ovación. En la homilía, destacó la confianza de los paraguayos en la Virgen María a lo largo de su historia como nación y el abnegado papel que en ella tuvo la mujer paraguaya.
“Las mujeres paraguayas, con gran valor y abnegación, han sabido levantar un país derrotado, hundido sumergido por la guerra”, dijo en referencia a la guerra de la Triple Alianza, que en el siglo XIX le entablaron al país Argentina, Brasil y Uruguay. “Como María, han vivido situaciones muy, pero muy difíciles, que desde una lógica común sería contraria a toda fe. Cuando todo parecía derrumbarse, junto a María, decían: ‘No temamos, el Señor está con nosotros’”.
Al finalizar la misa, el maestro de ceremonias anunció que el Papa había decidido elevar el santuario de Caacupé a la categoría de basílica, lo que disparó otra ovación. Luego de la lectura del decreto correspondiente, Francisco consagró al pueblo paraguayo a la Virgen de Caacupé y rezó unos instantes ante su imagen.
Finalmente, unas mujeres con preciosos vestidos blancos danzaron, sellando un encuentro lleno de entusiasmo, música muy alegre y mucho colorido.
Al comenzar la tarde, el Papa visitó sorpresivamente la fundación San Rafael, para enfermos de sida y de cáncer, obra del padre Aldo Trento, que estaba muy emocionado por la actitud del pontífice. El agregado de esta actividad despejó dudas sobre el estado físico del pontífice”.
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