Paraguay | Ángel de agua

Mensajeros de la Paz emprenderá medidas de emergencia contra las inundaciones en Paraguay

Hay ángeles que nunca bostezan a la hora de bajar a la tierra. Capaces, incluso, de mezclarse con la emergencia, de llegarse al agua, de cambiar de elemento. Y hay ángeles que parece que tienen alertas de Google, alarmas que les avisan de todas las noticias que tratan sobre sus temas predilectos.

"Niño". Al Padre Ángel García, fundador de la ONG Mensajeros de la Paz, le preocupan los niños. Y es un niño -el llamado "fenómeno del Niño"- el que ha provocado crecidas en Asunción hasta inundar especialmente el litoral paraguayo, afectando también zonas de los vecinos países Uruguay y Argentina.

Por eso al Padre Ángel le saltó la alarma. "Niño", "Asunción". Qué mejor que tener la ciudad un nombre de mujer para ser conscientes de que el desastre está perjudicando a personas de carne y hueso. "Más de 130.000 damnificados en la capital de Paraguay", decían las cifras cuando el Padre Ángel se dirigió al aeropuerto Adolfo Suárez.

Cruz de madera y bolsa de El Corte Inglés

Con su cruz de madera en el pecho, la que le regalaron en Irak, protegida por la blancura de su camisa, los casi ochenta años del presidente de Mensajeros siguen siendo equipaje de mano cuando se trata de ayudar a los demás. "¿No le cansan estos viajes tan largos e incómodos?". "Además de kits de higiene y pastillas potabilizadoras, esas personas que lo han perdido todo necesitarán que alguien les hable", dice el Padre. Por eso, aunque ama el silencio, también cuando lo ve necesario para el bien del otro, este sacerdote sabe, como escribió Nicanor Parra, disfrazarse de río caudaloso. 

Le acompaña en su viaje humanitario a Asunción el empresario asturiano Ángel Fernández, dispuesto a colaborar con Mensajeros en el proyecto de medidas de emergencia que se propone comenzar, para que las familias de desplazados, cuyos hogares perecen sumergidos, recuperen lo necesario para vivir con dignidad. "Dos ángeles guardianes", bromea Fernández, presidente de Mercapital España. "Tres", dice el Padre Ángel, que se ha fijado en que el avión va lleno de niños y señala a un bebé cuya madre ha tomado asiento, dentro del avión, cerca de él. "Ése también se llama Ángel".

Intento aprovechar las horas de vuelo para ponerme al día de la última hora de la catástrofe paraguaya. Leo noticias que mencionan el otoño austral, los embalses hidroeléctricos que ya están llenos y a esos hombres del tiempo que están prediciendo que en marzo y abril llegarán las tormentas eléctricas y la lluvia que ha hecho confluir el río Paraguay con el Paraná no cesará. Entonces me entra la curiosidad. Qué estará leyendo el Padre Ángel. Le descubro con un libro en las manos que, casualmente, tiene en la portada una fotografía del interior de un avión: son conversaciones y entrevistas del Papa Francisco con los periodistas.

Entonces lo entiendo todo. La cruz de madera, como el Papa; la bolsa de El Corte Inglés, como los famosos, como los empresarios. En eso consiste la ecuación de equilibrio del Padre Ángel: serlo todo para abarcar más. Tratar con los ricos para que se solidaricen con los pobres. Meterse en todas las dimensiones de la vida, incluso hablar de política aunque para un sacerdote eso muchas veces incurra en polémica.

"También la política es noble", comenta, "Lo dice el Papa y se le escucha; lo digo yo y se me echan encima". Respondo aludiendo al lamentable parecido que tienen, estos días en España, la palabra "obispo" y la palabra "político". "Yo en mi pueblo votaba a los comunistas porque eran políticos que iban a la cárcel por defender a los pobres. Pero los políticos de ahora van porque roban", concluye el Padre Ángel. 

Paloma mensajera en los Bañados 

"Si Argentina o Brasil estornudan, nosotros nos resfriamos", me cuenta Norma Martínez, presidenta de Mensajeros de la Paz Paraguay, a nuestra llegada a Asunción. La dependencia económica del país es un hecho, como lo son sus problemas sociales en los Bañados, las periferias geográficas de la capital paraguaya: "es una zona no catastrada en la que residen familias que mayoritariamente se dedican a la pesca o a la chatarra", explica Martínez. Su cercanía al río y su carencia de desagües pluviales hacen que los Bañados se inunden cíclicamente, pero sus habitantes se resisten a abandonar sus modestos domicilios, que son lo único que poseen.

Acompaño a Norma y al Padre Ángel a la Cancillería, donde son recibidos por el Viceministro de Relaciones Exteriores, Embajador Oscar Cabello, el Ministro de Relaciones Exteriores, Embajador Eladio Loizaga, y representantes del equipo de la Secretaría Nacional de Intendencia. Sobrepasados por la emergencia, agradecen de antemano a Mensajeros de la Paz, que lleva más de una década manteniendo proyectos en Paraguay (residencias de ancianos y de personas con enfermedades psiquiátricas y discapacidades, educación para madres solteras indígenas...) su anuncio de cooperación.

"Muchos compatriotas no han pasado un feliz fin de año", dice el canciller. El Padre Ángel contesta haciendo alusión a la encíclica de Francisco sobre el cambio climático y "el cuidado de la casa común". Observo, sobre una mesa testigo del encuentro, una pequeña escultura. Se trata de una paloma de madera que tiene las alas abiertas. Entonces pienso en la "paloma del Paraná" del poema de Alberti y en la paloma la paz que es símbolo de Mensajeros. En cómo la organización va a desplegar su hondura solidaria en las inundaciones de Paraguay tal y como lo hizo tras los terremotos de Haití o Nepal, porque no existen fronteras para la solidaridad. 

Entran a la sala los fotógrafos. Pienso que, por ese gesto, muchos juzgarán que la balanza ha ganado peso del lado de la bolsa de El Corte Inglés. Que lo que persigue el Padre Ángel es hacerse la foto con los políticos. Que después del flash se marchará y se olvidará del sufrimiento de los inundados. Pienso, entonces, preguntarle por las críticas que recibe su "sobreexposición" en los medios, pero echo cuentas y encuentro la respuesta: va a pasar la Noche de Reyes en el aire. Le apena defraudar a esos niños que contaban con él en la víspera del día más especial. Pero su prioridad, su misión, su vocación, siempre es la misericordia. Encontrarse con el que padece. Ser la "Iglesia en salida" que ya era antes de que el Papa hablara de hospitales de campaña.

Recorremos Asunción y comprobamos que también su balanza tiene dos platos. Por un lado, esas calles que están secas. Los poderosos no salen fuera de la cerca eléctrica de sus mansiones. Por el otro, las represas han abierto sus compuertas. Las familias del Bañado sur han improvisado habitáculos, después de salir de sus residencias a nado, con los míseros materiales que el gobierno ha repartido: contrachapados que no aíslan de la humedad los interiores.

La guardería de Mensajeros de la Paz en el Bañado también se inundó y fue evacuada. Cerca del edificio, el Padre Ángel se detiene a saludar a un señor que pasea con el recipiente del tereré en la mano. "No he vuelto a asomarse a mi casa", dice Lorenzo Delgado, "¿Para qué? Si ya se lo robaron todo". Y es que a veces la amargura es un mate que se toma en frío y a sorbitos. Los estragos de estas inundaciones serán un dolor largo.

Dentro de la cancha deportiva que se ha convertido en campamento para las familias desplazadas del Bañado, el Padre Ángel atiende, saluda, acaricia. Una anciana se pone en pie y le pregunta si puede besarle. Él está más acostumbrado a dar que a recibir, pero acepta emocionado. "Me recuerda usted a pa'i Valpuesta". Amigo del Padre Ángel, el jesuita español Pepe Valpuesta, reconocido en Paraguay por su compromiso por las causas sociales, murió en el Bañado, entregado a los marginados de la ciudad.

"No nos gusta el nuevo Pepe, el cura de ahora", nos cuentan Ana Gamarra y Marta Fernández, "También es jesuita, pero es de los ricos". Y es que en ese escenario, las bolsas de El Corte Inglés podrían aprovecharse de tejado. Contemplamos un intercambio de inocencia: el Padre Ángel se ríe con uno de los hijos menores de Ana, madre de seis, todos ellos refugiados en el recinto deportivo del Bañado sur. "¿Cómo te llamas?", le pregunta. Y descubrimos que también se llama Ángel.

 

Llega un camión gubernamental, para la dispensa de alimentos. "Mi familia llevamos aquí ya seis meses, fuimos los primeros en tener que huir", dice una mujer, "Es la primera vez que lo veo pasar". Otro vecino describe los productos, mostrándonos las bolsas: frijoles "de los que tienen bichitos", aceite "del barato" y pan "del duro". También la dieta tiene goteras. "Mi mamá, sin dientes, no puede morder estos colines", se lamenta. Veo al Padre Ángel enrojecer de rabia. No le aviso para no asustarle. "Esto no puede ser la dieta de 500.000 familias", dice. "Tenemos que ayudarlas a todas".

En canoa por las cloacas

Llegamos al Bañado norte y no encontramos caminos, sino canales. El agua, imposible de achicar, le saca muchos metros a la tierra, y se hace necesario tomar una barca de madera para poder transitar la zona. El Padre Ángel no titubea y se monta en ella. A algunas casas sólo se les ven las pestañas: las tejas, el dintel de la entrada. A otras les pervive el segundo piso, en cuyos balcones vemos asomar personas. Tienen que viajar en barca para poder comprar cualquier cosa, pero se aferran a lo que les queda. Si se van de sus casas, entonces sí que se habrán quedado sin nada. Tienen miedo y hablan de él en guaraní, pero a mí me parece tan sólo la lengua "de esa pequeña delincuencia que es sobrevivir", como escribió Félix Grande.

Norma nos muestra una señal pintada en amarillo en un poste: "Marca dónde llegó el agua en las más devastadoras inundaciones, que ocurrieron acá en el 83". Remando la canoa, uno de los habitantes del Bañado nos cuenta que sus hijas están enfermando, porque el agua que les llega no es buena y produce diarreas. Los sanitarios que ha instalado el gobierno no son suficientes para todas las familias y el peligro que esconde el agua estancada -que lleva tanto tiempo así que ya ha producido plantas acuáticas- es el dengue. "Les tememos a los mosquitos tanto como a las víboras que se llegan del río".

El Bañado hoy consiste en una cloaca. "La gente vive con su reptil y su cloaca". Son palabras de Umbral. Pero también existe la magia: ángeles con aletas, que no están encallados en el cielo, como el Padre Ángel. Ángel de agua. Ángel de la lucidez solidaria.

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