Al recibir a los peregrinos que asistieron este domingo en Roma a la beatificación de Floribert Bwana, destacó que, en un continente como el africano, lleno de jóvenes, su figura muestra que pueden ser un fermento de una paz “desarmada y desarmante".
León XIV recibió a los peregrinos llegados a Roma para la beatificación de Floribert Bwana Chui, celebrada ayer en San Pablo Extramuros, el joven aduanero congoleño perteneciente a la Comunidad de San Egidio fue asesinado en Goma en el 2008 por negarse a dejar pasar cargamentos de comida en mal estado. La región, entonces y ahora, está desgarrada por la violencia y allí el nuevo beato llevó adelante su batalla por la paz con mansedumbre, sirviendo a los pobres.
El Papa comenzó su discurso citando a su predecesor, Francisco, quien, en su viaje a la República Democrática del Congo en enero del 2023, durante el concurrido encuentro con los jóvenes congoleños en el Estadio de los Mártires, entre música, bailes y testimonios, quiso reservar un amplio recuerdo a Floribert Bwana Chui.
Además, León XIV tras expresar su alegría por la beatificación de Floribert Bwana Chui, también saludó a los obispos, especialmente a los de la República Democrática del Congo. Y dirigió palabras de afecto a la madre y a los familiares del nuevo beato, resaltando la importancia de su testimonio.
El Pontífice recordó que Floribert encontró el martirio en Goma en el 2007, a los 26 años, por su valentía al bloquear alimentos deteriorados que habrían dañado a la población. Su ejemplo de integridad y compromiso con la justicia fue destacado como una forma de vivir la fe en medio de las dificultades.
En su discurso el Papa resaltó que la fortaleza de Floribert provenía de una vida marcada por la oración, la escucha de la Palabra de Dios y la comunión con los hermanos. Vivía la espiritualidad de la Comunidad de San Egidio, centrada en las “tres P”: oración, pobres y paz, siendo especialmente cercano a los niños de la calle y a los más vulnerables.
León XIV compartió las palabras de Floribert, quien soñaba con un mundo sin guerra ni odio, donde los niños crecieran en paz. Y destacó que, a pesar de las dificultades, el joven no se resignaba al mal y confiaba en un futuro mejor, alimentado por la esperanza en la promesa de Jesús: “No los dejaré huérfanos”.
El Obispo de Roma afirmó que Floribert, en un continente lleno de jóvenes, muestra cómo ellos pueden ser un fermento de paz “desarmada y desarmante”. Y añadió que su testimonio resalta la importancia de los laicos y los jóvenes en la construcción de una sociedad más justa y pacífica.
Finalmente, el Papa León invocó la intercesión de la Virgen María y del nuevo beato Floribert para que pronto se alcance la paz en Kivu, en el Congo y en toda África, confiando en que el ejemplo de este mártir inspire cambios profundos en la región.
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