En la conversación se habló también sobre la situación en Siria y de los refugiados en el país de los cedros. Michel Aoun, elegido después de un largo “impasse”, invitó a Francisco a su país: «el Papa irá»
Por IACOPO SCARAMUZZI
Papa Francisco recibió al presidente libanés Michel Aoun hoy, 16 de marzo, por la mañana en el Vaticano. El jefe de Estado del país de los cedros, por costumbre un cristiano maronita (el Primer Ministro, en cambio, suele ser un sunita y el Presidente del Parlamento es un chiita), iba en compañía de su esposa, Nadia Al Chami.
«El Líbano del vivir-juntos ocupa un sitio particular en el corazón del Papa, que responderá a la invitación de visitar el país del cedro», escribió el mismo Aoun en su perfil de Twitter en árabe del presidente del país. Aoun, ex-comandante en jefe de las fuerzas armadas libanesas, fue elegido presidente después de un largo «impasse» político y comenzó su mandato presidencial el 31 de octubre de 2016. De 19888 a 1989, en una época en la que tenía posturas anti-sirias, fue presidente “ad interim” mientras era Primer Ministro (1988-1990).
Después de la audiencia papal, el Presidente libanés, a quien acompañaban, entre otros, el Ministro del Exterior, Gerban Bassil, el encargado de los asuntos libaneses en el Vaticano, Albert Samara, el encargado de prensa de la presidencia, Jean Aziz, y el responsable de la sala de prensa, Rafic Chelala, fue recibido por el cardenal Secretario de Estado Pietro Parolin y por monseñor Paul Gallagher, Secretario para las Relaciones con los Estados. «Durante los cordiales coloquios –refirió la sala de prensa vaticana– se habló sobre las buenas relaciones bilaterales entre la Santa Sede y el Líbano, subrayando el papel histórico e institucional de la Iglesia en la vida del país. A continuación, se expresó satisfacción por el compromiso de las distintas fuerzas políticas para poner fin a la vacante presidencial manifestando el deseo de que en futuro sea cada vez más provechosa la colaboración entre los miembros de las diversas comunidades étnicas y religiosas de cara al bien común y al desarrollo de la nación». También se hizo referencia «a Siria, con especial atención a los esfuerzos internacionales para lograr una solución política al conflicto. También se reiteró el aprecio por la acogida que el Líbano presta a los numerosos refugiados sirios. Por último, hubo un amplio intercambio de puntos de vista sobre el contexto regional, mencionando los otros conflictos en curso y la situación de los cristianos en el Medio Oriente».
«Los cristianos de Oriente, que conocen en la actualidad circunstancias difíciles en una región que fue cuna del cristianismo y del islam», dijo Aoun a su llegada a Roma hoy por la mañana, según indicó el periódico libanés “L’Orient le Jour”, «ven en esta visita una luz de esperanza que confirma que Líbano seguirá siendo siempre el ejemplo más fuerte del futuro del Oriente y del mundo». La audiencia de Papa Francisco resalta «la solidez de las relaciones que vinculan todos los elementos comunitarios de Líbano con la Iglesia y el papado». El encuentro de hoy fue su primera visita al Papa, además de su primera visita europea como presidente libanés que, tradicionalmente, visita antes París, sin embargo, como explicó “L’Orient le Jour”, Aoun, habiendo recibido una invitación para visitar el Eliseo, postergó su visita porque el Presidente Francois Hollande concluirá su mandato en mayo.
El Presidente libanés le regaló al Papa una estatua del Niño Jesús de Praga, de alrededor de un metro y medio, vestido con los colores nacionales libaneses que fue confeccionado por las carmelitas libanesas de Harissa y de Kfarmasshoun. En la túnica blanca que envuelve al Niño hay un cedro, árbol que es el símbolo del país; además tiene una capa de terciopelo rojo recamado en oro con las figuras de Notre Dame de Líbano y el escudo de Papa Francisco. En la mano, el Niño tiene un globo con una cruz de oro, sobre la cabeza lleva una corona dorada y el rosario que lleva es de colores verde, rojo y blanco, de la bandera libanesa. El Papa le regaló a Aoun un ramo de olivo de bronce, además de la medalla tradicional del Pontificado y sus tres obras (dos exhortaciones apostólicas y una encíclica), dos en árabe y la “Evangelii gaudium” en francés.
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