Se evidenció el crecimiento evangélico, que consolida su fuerza política cara a las elecciones presidenciales de 2026. En 2049 podrían superar a los católicos
El pasado 19 de junio dos millones de personas (según los organizadores) se reunieron en el centro de Sao Paulo, la ciudad más grande de Brasil, para participar en la 33ª edición de la Marcha por Jesús, la mayor manifestación cristiana evangélica de Brasil.
El evento, organizado por la Iglesia Renacer en Cristo (Igreja Renascer em Cristo en portugués) comenzó con una oración colectiva en la que también se recordó a las víctimas de las recientes inundaciones en Rio Grande do Sul; y reunió autoridades y fieles en torno al mensaje de que Dios "aplastará a Satanás".
Los datos más recientes disponibles muestran un país en profunda transición religiosa, caracterizado por el declive de los católicos y el crecimiento de los evangélicos. Según los datos más recientes disponibles, los del Censo de 2022 del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), representan el 26,9% de la población.
Una encuesta realizada por el Centro de Estudios de la Metrópoli de la Universidad de San Pablo (USP) indicó un crecimiento del 543% en el número de templos evangélicos entre 1990 y 2019, es decir de 17.033 a 109.560. Hasta la fecha, Acre y Rondônia son los dos estados, ambos amazónicos, en los que los evangélicos ya han superado a los católicos. El mismo fenómeno se observa en 245 municipios de todo Brasil. En la región metropolitana de Río de Janeiro, son mayoría en 21 municipios, que en conjunto cuentan con unos 6 millones de habitantes.
Según las estimaciones de José Eustáquio Diniz Alves, ex profesor de la Escuela Nacional de Ciencias Estadísticas del Instituto Nacional Brasileño de Geografía y Estadística, en 2049 los evangélicos podrían superar a los católicos, llegando al 38,6% frente al 38% de los segundos.
Sin embargo, a pesar de su fuerza numérica, muchos evangélicos, especialmente de las iglesias pentecostales, se quejan de ser estigmatizados por los medios de comunicación, el mundo académico y la élite cultural urbana, que a menudo los describe como retrógrados, fanáticos o manipulados por líderes religiosos.
Dimensión política
Sin embargo, la Marcha de Jesús es también, en el gigante latinoamericano, un termómetro político crucial, dado el peso numérico y, por tanto, electoral de los evangélicos. Hay destacadas figuras del mundo evangélico e influyentes en el Congreso, como el senador Magno Malta y el diputado Sóstenes Cavalcante, ambos del Partido Liberal de Bolsonaro.
Según los datos del Censo de 2022 el 26,9% de la población se identifica como evangélica. “Los evangélicos tienen un papel muy importante en la política brasileña, al igual que los católicos, y este es el terreno en el que se desarrollará la disputa política del próximo año”, declaró a CNN Brasil José Eduardo Cardozo, ex ministro de Justicia durante el gobierno de Dilma Rousseff. Sin embargo la carga política no electrizó a las multitudes como suele ocurrir en años electorales.
Cuando la multitud vibró fue cuando Claudio Lottenberg, presidente de la Confederación Israelí de Brasil, afirmó que los judíos sienten "amor y gratitud" hacia la comunidad cristiana. Con un lugar central en el imaginario evangélico, Israel tiñó la marcha de blanco y azul (los colores de su bandera).
Estuvo presente el gobernador del estado de Sao Paulo, Tarcísio de Freitas, del partido Republicanos, uno de los posibles candidatos de centro-derecha a las presidenciales de 2026, estuvo presente en la manifestación, junto con el alcalde de Sao Paulo, Ricardo Nunes, del Movimiento Democrático Brasileño (MDB), y el juez del Tribunal Supremo Federal (STF), André Mendonça.
El presidente Lula estuvo ausente por tercera vez consecutiva desde que empezó su tercer mandato, al comienzo de 2023. En su representación acudió Jorge Messias, jefe de la Fiscalía General de la Unión (AGU).
Lula envió una carta a los organizadores, en la que definía el evento como “mucho más que una simple reunión religiosa (,,,más bien) un acto extraordinario de fe colectiva, una marcha de oración, alabanza y compromiso por un Brasil más humano, justo y solidario”.
El presidente también recordó que fue su Gobierno, en 2009, el que sancionó oficialmente el “Día Nacional de la Marcha por Jesús”, subrayando así la continuidad de su vínculo con el movimiento evangélico.
El presidente reafirmó además que su Gobierno está firmemente comprometido con la defensa de la libertad religiosa y la promoción del respeto a la diversidad de creencias, definida como una de las “mayores riquezas de la democracia brasileña”.
Añadió que su Ejecutivo está fomentando el diálogo interreligioso y valorando el papel de las iglesias evangélicas, tratando de reequilibrar la relación con esta parte del electorado que en el pasado apoyó principalmente a Jair Bolsonaro.
Comentá la nota