Ayer a la mañana ante miles de fieles presentes en la Plaza de San Pedro el Papa Francisco canonizó a cuatro religiosas, entre las que se encuentra dos palestinas de lengua árabe. En la homilía de la Misa que presidió hoy, el Santo Padre explicó cuál es el secreto de los santos.
El Papa elevó a los altares a María Alfonsina Danil Ghattas, fundadora de la Congregación de las Hermanas del Santísimo Rosario de Jerusalén y María de Jesús Crucificado, religiosa profesa de la Orden de las Carmelitas Descalzas, las primeras santas de lengua árabe en Palestina.
Junto con ellas, fueron canonizadas también la francesa Juana Emilia de Villeneuve y la italiana María Cristina de la Inmaculada Concepción.
En su homilía el Pontífice se preguntó “¿cuál es el secreto de los santos?” y respondió que consiste en “morar en Cristo, unidos a Él como el sarmiento a la vid, para dar mucho fruto”. “Y este fruto no es otro que el amor. Este amor brilla en el testimonio de sor Juana Emilia de Villeneuve, que consagró suvida a Dios y a los pobres, a los enfermos, a los encarcelados, a los explotados, convirtiéndose para ellos y para todos en signo concreto del amor misericordioso del Señor”.
El Santo Padre dijo luego que María Cristina Brando fue “completamenteconquistada por el amor ardiente del Señor y por la oración, por el encuentro de corazón a corazón con Jesús resucitado, presente en la Eucaristía por la que recibía la fuerza para soportar los sufrimientos y donarse como pan partido a tantas personas alejadas de Dios y hambrientas de amor auténtico”.
El Papa remarcó que “un aspecto esencial del testimonio del Señor resucitado es la unidad entre nosotros, sus discípulos, a imagen de aquella que existe entre Él y el Padre”.
“De este amor eterno entre el Padre y el Hijo, que se infunde en nosotros por medio del Espíritu Santo, toma fuerza nuestra dimensión y nuestra comunión fraterna” y esto lleva a “la alegría de seguir al Señor en la vida de su pobreza, de su virginidad y de su obediencia; y ese amor mismo llama a cultivar la oración contemplativa”.
Algo que precisamente hizo sor María de Jesús Crucificado, “humilde e iletrada, que supo dar consejos y explicaciones teológicas con extrema claridad, fruto del diálogo continuo con el Espíritu Santo”.
“La docilidad del Espíritu Santo la hizo también instrumento de encuentro y de comunión con el mundo musulmán”, afirmó el Papa.
“También sor María Alfonsina Danil Ghattas comprendió bien qué significa irradiar el amor de Dios en el apostolado, siendo testimonio de suavidad y de humildad”. Esta santa “ofrece un claro ejemplo de lo importante que es ser responsable de los demás, vivir uno al servicio del otro”.
En este sentido, el Papa subrayó la importancia de “permanecer en Dios y en su amor, para anunciar con la palabra y la vida la resurrección de Jesús, testimoniando la unidad entre nosotros y la caridad hacia todos”, algo que han hecho “las cuatro nuevas santas”.
Francisco aseguró que el ejemplo de estas mujeres “interpela” la vida de todo cristiano y ayuda a reflexionar sobre si “soy capaz de ‘sembrar’ en la familia, en el ambiente de trabajo, en mi comunidad, la semilla de esta unidad que Él nos ha donado haciéndonos a nosotros partícipes de la vida trinitaria”.
En la homilía el Papa explicó que ser parte de los doce Apóstoles significa “ser testimonio de la resurrección de Jesús”. Se trata de una misión que no es individual. “Se vive de manera comunitaria, con el colegio apostólico y con la comunidad”, subrayó.
Los Apóstoles “son testigos” de la resurrección y gracias a ellos “muchos han creído”.
“También nosotros hoy fundamos nuestra fe en el Señor resucitado en el testimonio de los Apóstoles llegado hasta nosotros mediante la misión de laIglesia. Nuestra fe está unida de forma segura a su testimonio como una cadena ininterrumpida desplegada en el curso de los siglos no solo por sus sucesores los Apóstoles, sino por generaciones y generaciones de cristianos”.
Por tanto, “todo discípulo está llamado a ser testimonio de su resurrección, sobre todo en los ambientes humanos donde es más fuerte el olvido de Dios y la pérdida del hombre”.
El Santo Padre pidió a los peregrinos que al volver a casa lleven la alegría de este encuentro con el Señor y también cultiven “en el corazón la tarea de morar en el amor de Dios, permaneciendo unidos a Él y entre nosotros, siguiendo las huellas de estas cuatro mujeres, modelos de santidad, que la Iglesia nos invita a imitar”.
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