Obispos de Estados Unidos llaman al alto el fuego global para enfrentar coronavirus

Obispos de Estados Unidos llaman al alto el fuego global para enfrentar coronavirus

Los Obispos de Estados Unidos se suman al Papa Francisco y llaman al alto el fuego global para proteger a las víctimas y desplazados a causa de las guerras, para crear vías de ayuda humanitaria y en lugar de comercializar armas, usar los recursos para salvar vidas frente a la pandemia del coronavirus COVID-19

 

Mons. David J. Malloy, de Rockford, Illinois, que preside el Comité de Justicia Internacional y Paz de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos señaló en una declaración del 8 de abril que el pedido del Papa por el alto al fuego y la paz mundial busca profundizar los “lazos fraternos de la familia humana” en busca de “una paz duradera”, mientras los países trabajan para proteger a sus poblaciones de la pandemia del coronavirus.

“Que Dios use las dificultades de este momento para lograr la paz y la solidaridad en el mundo” y que “la gracia de Dios abra los corazones de los combatientes en todo el mundo para que se den cuenta que comparten la fragilidad como humanidad y permitan que cese la hostilidad”, señaló Mons. Malloy y dijo que “con tal cese, se puede establecer y fortalecer vías de asistencia humanitaria para permitir que la ayuda llegue a los más necesitados”.

Más de dos millones de personas en todo el mundo han sido infectadas con el COVID-19, con más de 134 mil muertos y 509,576 mil considerados recuperados. En algunas partes del mundo el número de personas con síntomas graves ha colapsado las instalaciones hospitalarias y los esfuerzos para detener la propagación del virus a través del distanciamiento social obligatorio que han llevado al cierre de negocios y a un nuevo desempleo masivo global.

Incluso las naciones consideradas como aquellas que “viven en paz” han enfrentado dificultades para obtener exámenes médicos, equipos de protección y espacio hospitalario en sus respuestas al nuevo coronavirus. Estas dificultades se amplifican en las regiones donde hay guerra y se considera que cerca de 70 países están involucrados en algún tipo de conflicto, donde algunos duran por décadas.

“Más de mil millones de personas en nuestro planeta viven sin acceso a las necesidades básicas para vivir. Hay más de 70 millones de personas que son desplazadas que ya viven en medio de conflictos violentos y persecuciones”, dijo Malloy. “La pandemia mundial de salud actual y la subsiguiente crisis económica solo exacerban su intolerable sufrimiento”, añadió.

El Papa Francisco instó a las naciones en conflicto a responder al llamado que hizo el Secretario General de las Naciones Unidas Antonio Guterres el 23 de marzo, que pidió un “alto el fuego global inmediato en todos los rincones del mundo” para “centrarse juntos en la verdadera lucha de nuestras vidas”, la “batalla” contra el coronavirus.

Frente a este pronunciamiento, el Papa Francisco dijo en su discurso del Angelus del 29 de marzo que “la emergencia actual de COVID-19… no conoce fronteras” e invitó a todos a seguir deteniendo todas las formas de hostilidad de guerra, a promover vías de ayuda humanitaria, a estar abiertos a la diplomacia y a atender a las personas que están en situación de mayor vulnerabilidad”.

El Santo Padre repitió su llamado a un alto el fuego en su discurso del Domingo de Pascua y bendición Urbi et Orbi. “Este no es un momento para la división. Que Cristo, nuestra paz, ilumine a todos los que tienen la responsabilidad en los conflictos, para que tengan el coraje de apoyar el llamamiento a un alto el fuego global inmediato en todos los rincones del mundo”, expresó.

“Este no es momento para seguir fabricando y comercializando en armas, ni gastar grandes cantidades de dinero que deberían usarse para cuidar a otros y salvar vidas”, añadió.

En algunas partes del mundo que están en guerra, parecen haber respaldado el llamado a un alto el fuego; sin embargo, tales esfuerzos podrían ser tenues.

Por su parte, los defensores humanitarios de las Naciones Unidas (ONU) temían que el virus COVID-19 pudiera ser especialmente devastador en Yemen, que sufre una guerra civil de cinco años entre las fuerzas lideradas por Arabia Saudita y el movimiento de los Hutíes, alineado con Irán, cuyas fuerzas controlan la capital de Sana’a.

La coalición liderada por Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita anunció un alto el fuego unilateral que debía comenzar el 9 de abril. Sin embargo, funcionarios escépticos hutíes lo calificaron de “maniobra política y mediática”. Su contraoferta parecía aplicar un alto el fuego solo a la lucha entre sus fuerzas y Arabia Saudita, y no a grupos leales al líder yemení Abd-Rabbu Mansour Hadi, informa el periódico británico The Guardian.

En una semana, la coalición liderada por Arabia Saudita y la coalición Emiratí acusó a las fuerzas hutíes de violar el alto el fuego. Pocos civiles del territorio piensan que el alto el fuego será más efectivo que los esfuerzos anteriores.

Más de la mitad de los hospitales y clínicas de Yemen han sido destruidos o cerrados por los enfrentamientos, mientras que los funcionarios de la ONU dicen que más del 90% de la población podría infectarse por el virus COVID-19. Actualmente, solo se ha confirmado un caso en Yemen; sin embargo, casi no hay instalaciones de prueba allí.

Más de 100 mil personas han fallecido a causa de la guerra, incluidos 12 mil civiles en ataques directos y otros 3,6 millones de personas han sido desplazadas. Cerca de 12 millones de hutíes, aproximadamente el 80% de los que viven en territorio hutí, dependen de los suministros de alimentos de la ONU cada mes. Cerca de 24 millones de yemeníes necesitan algún tipo de asistencia humanitaria, y se considera que cerca de 10 millones de personas están al borde de la hambruna.

En Siria, donde la guerra civil lleva ya nueve años, la lucha se ha calmado desde que Turquía y Rusia acordaron un alto el fuego, pues Rusia respalda al Gobierno sirio en Damasco, mientras que Turquía respalda a algunos grupos rebeldes que se oponen.

Desde diciembre, al menos un millón de personas huyeron de sus hogares durante la ofensiva del Gobierno sirio en la provincia noroeste de la ciudad de Idlib, el último territorio controlado por los rebeldes de Siria, que limita con Turquía. Algunas personas desplazadas han regresado a su hogar en Idlib, en parte debido a los temores de brotes de coronavirus en los campos de refugiados, informó la agencia de noticias Thomson Reuters.

Mientras tanto, las Fuerzas de Defensa del Sur de Camerún, un grupo rebelde armado en las regiones de habla inglesa de Camerún, anunciaron un alto el fuego de dos semanas desde el 29 de marzo como “un gesto de buena voluntad” y para permitir que se realicen pruebas de detección del nuevo coronavirus, informó BBC News.

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