El cardenal de Nueva York, Monseñor Dolan, pide que la Iglesia acoja a la nueva minoría, fieles que viven santamente a pesar de las dificultades
Comienza la última semana del Sínodo de la Familia que concluye el domingo 25 de octubre. Los 270 obispos deberán votar sobre el documento oficial que entregarán al Papa Francisco. El Santo Padre podrá firmarlo y publicarlo como documento magisterial, o bien utilizarlo como guía para desarrollar un documento pontificio sobre la familia.
Los obispos han sugerido a Francisco un nuevo instrumento sobre “la teología de la familia”, similar a la exhortación apostólica “La alegría el Evangelio” o a la Encíclica “Laudato Si”.
“Es una semana importante porque tendremos que definir, o estar de acuerdo, sobre el proyecto que Dios tiene sobre la familia y de qué manera estamos nosotros transmitiendo ese proyecto a nuestras comunidades”, declaró el obispo chileno Monseñor Bernardo Bastres a la agencia Rome Reports.
Durante la semana pasada, el grupo en lengua española presidido por el cardenal de Honduras,Óscar Rodríguez Maradiaga, hizo hincapié en que es necesario una “teología de la familia”, transmitida con un lenguaje adecuado a nuestro tiempo, que resalte la belleza de la vocación al matrimonio y a crear una familia. “El Magisterio debería presentar el Evangelio de la familia de forma orgánica e integrada”, dijo.
En esta segunda semana, obispos, auditores y matrimonios han reflexionado sobre la segunda parte del documento Instrumentun Laboris, intercambiando opiniones sobre en qué consiste la vocación familiar y profundizaron sobre los sufrimientos de muchas personas.
En esta línea, el cardenal y arzobispo de Nueva York, Monseñor Timothy Dolan, escribió una carta en su blog cardinaldolan.org, pidiendo a la Iglesia que no se olvide de acoger a una nueva minoría: aquellos fieles que viven en santidad a pesar de las dificultades.
Monseñor Dolan define a esta nueva minoría como los matrimonios que confían en Cristo a pesar de sufrir crisis, los que reciben el regalo de tener muchos hijos, los novios que deciden no vivir juntos hasta el matrimonio, los gays y lesbianas que quieren ser castos, y las madres que renuncian a una carrera profesional para cuidar de sus hijos.
El cardenal neoyorkino no se olvida en absoluto, de todas las personas que sufren, en este año de la Misericordia que el Papa ha convocado. “La integración ha sido un tema novedoso y consistente en el sínodo. La Iglesia, nuestra familia espiritual, acoge a todo el mundo, especialmente a aquellos que se sienten excluidos. Entre estos, según lo que he oído hablar a los observadores y a los padres sinodales, se encuentran los solteros, aquellos que sienten atracción por el mismo sexo, los divorciados, los viudos, los inmigrantes que acaban de llegar a un país nuevo, los discapacitados, las personas mayores, los confinados o las minorías raciales y étnicas. La Iglesia es una familia que ama a todos, los acoge y los necesita”, dice en su carta.
Confiando en el Espíritu Santo
La problemática de si los católicos vueltos a casar en una segunda unión civil pueden recibir la Eucaristía en algunas circunstancias extraordinarias, fue de nuevo debatida. No es un tema fácil, pero no hay miedo en el ambiente porque creemos en el Espíritu Santo y en la guía del Papa Francisco”, señaló al respecto el obispo polaco Mons. Stanislaw Gadecki, quien añadió que en Polonia, siempre se ha preferido afrontar este asunto desde la nulidad matrimonial.
Se trata de analizar la situación de estas personas casadas civilmente, es decir, que no han recibido el sacramento del matrimonio porque no pueden, ya que su primer matrimonio católico no ha sido declarado nulo por la Iglesia, bien porque no han puesto su caso en manos de los tribunales eclesiales, o bien, porque su matrimonio ha sido declarado por la Iglesia válido tras un proceso judicial.
En este sentido, el arzobispo mexicano Carlos Aguiar Retes, resaltó que “si se trata de una situación en la que ha fallado el primer matrimonio, en todo caso, lo primero que hay que hacer es buscar las causas de por qué pasó”. Por su parte, el cardenal alemán Reinhard Marx, habló de un posible "itinerario penitencial” en el que se incluiría un profundo examen de conciencia y una reflexión de cómo el divorcio ha herido a otras personas (pareja e hijos), y mirando cada caso individualmente y no de modo general, para pensar si pueden recibir la Eucaristía o no.
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