El prelado presidió una misa en el camarín de la catedral, acompañado por el vicario general de la diócesis, presbítero Julio Quiroga del Pino; el rector del santuario, presbítero José Antonio Díaz; el párroco de San Isidro, presbítero Julio Ávalos, y el capellán de la catedral, presbítero Lucas Segura. 

En el comienzo de su homilía, monseñor Urbanc expresó: “De un modo particular estoy dando gracias a Dios por mis ocho años de catamarqueño, de estar acá caminando con ustedes, peregrinando hacia la casa del Padre en esta Iglesia particular de Catamarca, con la misión que el Señor me ha confiado de ser el Obispo”. 

“También pido al Señor más fuerza para poder tener las luces que uno necesita para conducir esta querida diócesis de Catamarca”, dijo el prelado, que destacó “la protección y el acompañamiento” de la Virgen del Valle. 

Tomando como eje la Palabra de Dios proclamada, el obispo dijo: “Las dos lecturas tienen algo en común y es que se refieren a la crucifixión de Jesús. El obispo tiene una misión muy importante como la que tenía Moisés guiando al pueblo judío por el desierto”. 

“El pueblo –agregó- es muy diverso en sus personas y son muchas las realidades que les toca vivir, principalmente lo que molesta al pueblo son las adversidades. Pero tiene que haber alguien que tranquilice, que interceda, que oriente a ese pueblo. El pueblo judío lo tenía a Moisés, que muchas veces estaba harto de tener que apaciguar las aguas. Pero no se cansa, cuando ve que su pueblo está diezmando por culpa de sus pecados, él va a salir a interceder a favor de su pueblo”. 

Monseñor Urbanc consideró que en su oficio de pastor “tiene que estar a la par de Jesús pidiendo, intercediendo”, porque el obispo, al igual que Moisés, no es el Salvador. “Jesús es el verdadero Salvador, todo lo otro es figura y lo que nosotros podemos hacer hoy lo hacemos en el nombre de Jesús, porque quien conduce al pueblo de Dios es Jesús por medio de su espíritu y nosotros somos sus colaboradores”, explicó. 

Refiriéndose a la Cuaresma, monseñor Urbanc expresó: “Para ser salvados por Dios, es necesario reconocer nuestros pecados, nuestras infidelidades, nuestra mediocridad, nuestra indiferencia. Y si tenemos la humildad de mirar hacia lo alto, a Cristo crucificado, quien ha muerto por mis pecados y los de mis hermanos, entonces somos salvos. La salvación viene sólo de Jesús, esto es lo que tiene que hacer la Iglesia en Catamarca, en el mundo que nos toca vivir”. 

“Vamos caminando en esta última semana para celebrar la gran semana de la historia de la humanidad, la gran semana de los cristianos, que es meditar en la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Por eso si lo hacemos en serio, si estamos dispuestos a meditar en serio en esta realidad del Dios encarnado en la persona de Jesús, que padece, que muere y que resucita, alcanzaremos la salvación”, enfatizó. 

Finalmente, monseñor Urbanc invitó a todos los fieles a pedir a Dios que los ayude a vivir en serio la fe, para que la diócesis de Catamarca “pueda ser una comunidad verdaderamente creyente, una comunidad verdaderamente discípula y misionera de Jesús, que goza celebrando la fe”. 

Llamado al orden episcopal 

Siendo vicario general de la arquidiócesis de Tucumán, el presbítero Luis Urbanc fue elegido el 14 de noviembre de 2006 por Benedicto XVI para desempeñarse como obispo coadjutor de la diócesis de Catamarca. El 10 de marzo de 2007, monseñor Urbanc recibió la ordenación episcopal de manos de monseñor Luis Héctor Villalba, por entonces arzobispo de Tucumán. Fueron coconsagrantes monseñor Mario Antonio Cargnello, arzobispo de Salta, y monseñor Elmer Miani, diocesano de Catamarca. 

Monseñor Urbanc es obispo de Catamarca por sucesión desde el 27 de dicembre de 2007. Es licenciado en Sagrada Escritura por el Pontificio Instituto Bíblico de Roma. Su lema episcopal es «Fiat Voluntas Tua».