Mons. Ojea: La Cuaresma, tiempo de profundizar con la Palabra de Dios

"El Señor quiere volver a hacerse presente en este tiempo de Cuaresma", sostuvo el obispo de San Isidro en su reflexión semanal, y animó a "experimentar en nuestro corazón este Dios que nos ama".

En su reflexión para este primer domingo del nuevo tiempo litúrgico, el obispo de San Isidro, monseñor Oscar Ojea, recordó que “el desierto es el lugar del encuentro entre Dios y su pueblo, en el desierto el Señor le va a expresar su amor”.

“El Señor quiere volver a hacerse presente en este tiempo de Cuaresma, que es un tiempo de desierto; volver a hacerse presente como el Dios amante para que no nos olvidemos”, destacó.

“Nosotros somos olvidadizos, tenemos mala memoria, no sabemos hacer descender ese amor a nuestro corazón, por eso la Cuaresma es, en primer lugar, el tiempo de entrar en contacto más profundo con la Palabra de Dios, de experimentar en nuestro corazón este Dios que nos ama entrañablemente y que nos dice que nos quiere, que no nos va a abandonar más allá de todas las dificultades”, profundizó.

La Cuaresma es un tiempo de ayuno

El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina aseguró que “el ayuno es un gesto que en primer lugar nos pone en contacto con el sufrimiento de los hermanos”. “Y si no comemos o si comemos un poco menos, nos hace experimentar lo que es el hambre de los hambrientos, aunque sea un ratito; por otro lado, nos dispone mejor a la oración y la limosna, nos hace entrar en contacto con la carne sufriente de nuestro prójimo”, planteó.

Asimismo, señaló que “la conversión a la que nos invita la Cuaresma es entrar en la realidad, dejar la vanidad, dejar lo que es nada -que estos son los ídolos para el pueblo- y entrar en la realidad de nuestro corazón y en la realidad de lo que vive nuestro prójimo”.

 

 

Por eso recuerda las dos preguntas fundamentales. La primera es la pregunta de Dios en el Génesis a Adán: “¿Dónde estás?” En ese sentido, animó a “volver a hacer repercutir esta pregunta en el desierto: ¿Dónde estás? ¿Dónde está tu corazón? ¿Cuál es el sentido de tu vida? ¿Cuáles son las pautas centrales de tu vida? ¿Cuál es el eje de tu existencia? ¿Dónde estás parado? ¿Qué es lo esencial en vos?”

Del mismo modo, profundizó sobre la segunda pregunta, hecha a Caín: “¿Dónde está tu hermano?” “Como dice la Escritura, tu hermano es parte tuya, que somos un cuerpo, que nos necesitamos, especialmente en tiempos de emergencia, en tiempos difíciles, en tiempos de sufrimiento, que no podemos abrirnos de esta realidad”, planteó e invitó a preguntarse: “¿Estás en contacto con el sufrimiento o tenés miedo y no arriesgás, o pensás solamente en tu propia seguridad olvidándote que tu hermano es carne de tu carne?”

Hacia el final de su reflexión, monseñor Ojea indicó que “el ayuno, la oración y la limosna son tres acciones dinámicas que se conectan una con otra, no se pueden dar separadas. Si en este tiempo de desierto queremos convertir de veras el corazón, vayamos con Jesús a él; resistamos con él la tentación, experimentemos la debilidad y volvámonos de todo corazón a ese amor apasionado que no puede olvidarse de su creatura”.

“Convertirse es volver a lo real, no hay nada más real que este amor de Dios. Volver al amor de Dios es volver a la realidad, lo otro es apariencia es vanidad, no es Dios”, concluyó.+

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