Mons. Mestre: "Saber ofrecer el propio sufrimiento a Dios como oración agradable a sus ojos"

Mons. Mestre:

El obispo de Mar del Plata invitó a observar cómo los sufrimientos personales pueden tener un sentido positivo si son vividos y ofrecidos en clave teologal para colaborar en la pasión de Cristo.

 

En su tradicional reflexión en tres puntitos, el obispo de Mar del Plata, monseñor Gabriel Antonio Mestre, invitó a observar cómo el Evangelio del del domingo 17 de julio “nos plantea la necesidad de que elijamos la mejor parte: la vivencia y espiritualidad de nuestra fe en el encuentro con el Señor”, y recordando la parábola del Buen Samaritano, del domingo anterior, subrayó que ambos textos “deben leerse e interpretarse en mutua relación”, porque “los dos se complementan y juntos definen en el Evangelio de Lucas la identidad verdadera del discípulo misionero del Señor”.

Marta de Betania: centrar su vida en la actividad

En este primer punto, recordando que Jesús fue hospedado por tres días en la casa de la hermana de María, monseñor Mestre dijo que “no se cuestiona la hospitalidad y el servicio de Marta. Es más, la hospitalidad es un verdadero valor evangélico planteado claramente en muchos textos bíblicos”. 

Se preguntó en voz alta “qué hay de Marta de Betania en mi corazón o en qué situaciones Jesús me podría decir a mí Marta, Marta… poniendo mi nombre y repitiéndolo dos veces…”.

Sin embargo, la forma de vivir este valor de Marta es cuestionado por Jesús. Falta la conexión con lo esencial: con el Maestro. Esto lleva a plantear la situación de Marta con tres verbos griegos que están en el texto y tienen un matiz muy interesante de activismo o sobre-exigencia en la actividad:

1. [muy] ocupada… Verbo perispomai:

“Estar en tensión por todas partes”.“Estar inquieto”.

2. [te] inquietas… Verbo merimno:

 

“Estar ansioso”.“Estar viendo el futuro con angustia”.

3. [te] agitas… Verbo thorubazo:

“Crear desorden”.“Desbordarse en la actividad”.

María de Betania: centrar todo en el Maestro

Como segundo punto, monseñor Mestre pidió basar nuestras acciones a semejanza de María de Betania, quien “sabe equilibrar en su vida y centrar todo en el Maestro. Es verdadera discípula porque se sienta a los pies del Señor y escucha su Palabra. Jesús la felicita porque eligió la mejor parte, la que no le será quitada. María supo elegir y nos invita a nosotros a elegir bien”.

Luego, animó a preguntarse a partir de la actitud de María de Betania, si “soy verdadero discípulo, busco seguir al Señor, escucho su Palabra y me dejo interpelar por su Evangelio”.

“Completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo”

Finalmente, se refirió a la frase expresada en el comienzo de la carta a los Colosenses que encabeza este tercer punto. “Es muy importante lo que allí se plantea”, expresó el obispo de Mar del Plata, “porque queda bien claro que el sufrimiento puede tener un sentido positivo. El dolor humano puede ser vivido en clave teologal y ofrecido para colaborar místicamente en la pasión de Cristo, completar en nuestra vida los sufrimientos del Señor”.

Esto implica, “saber ofrecer el propio sufrimiento a Dios como oración agradable a sus ojos”. También, dijo que “muchas veces, incluso personas creyentes, terminan alejándose de Dios ante el sufrimiento en sus vidas o la de sus seres queridos. El dolor humano puede escandalizar de manera seria a muchos hermanos”, entonces “debemos aprender de esta Palabra del Apóstol que nos enseña a presentar nuestros sufrimientos para completar los padecimientos de Cristo”, afirmó. 

En esa línea, exhortó a observar “cómo vivo la realidad del sufrimiento en mi vida” y si verdaderamente “me animo a ofrecer al Señor los ‘padecimientos’ de cada día”.+

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