El cardenal alemán preanuncia una inédita competencia para su dicasterio: «estructurar teológicamente un pontificado»
El cardenal Gerhard Ludwig Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en una de las tantas entrevistas que ha concedido en las últimas semanas y que se concentran sobre el próximo Sínodo, habló de una nueva tarea para su dicasterio. Una tarea que nunca ha sido mencionada en los documentos que describen las precisas competencias del ex-Santo Oficio.
El purpurado alemán, en una entrevista con «La Croix», declaró: «La llegada a la Cátedra de Pedro de un teólogo como Benedicto XVI es probablemente una excepción. Juan XXIII no era tampoco un teólogo de profesión. Papa Francisco es también más pastor y la Congregación para la Doctrina de la Fe tiene una misión de una estructuración teológica del Pontificado». Así pues, según lo que declaró Müller, el ex-Santo Oficio debe «estructurar teológicamente» el Pontificado de Papa Francisco. Y es probable que este sea uno de los motivos por los cuales el Prefecto intervenga tan a menudo en público, como nunca antes había sucedido.
Se trata de una significativa novedad, puesto que según el artículo 48 de la Constitución apostólica sobre la Curia romana «Pastor bonus», promulgada por Juan Pablo II e 1988, «labor propia de la Congregación para la doctrina de la fe es promover y tutelar la doctrina de la fe y las costumbres en todo el orbe católico».
Mientras el Papa «por voluntad de Cristo mismo», como recordó también Francisco durante la clausura del Sínodo de 2014, es el «Pastor y Doctor supremo de todos los fieles» (canon 749). Hasta hace pocas décadas (el último que lo había hecho había sido Pablo VI) era el mismo Pontífice quien presidía en primera persona la Congregación para la Doctrina de la Fe, justamente en razón de esta tarea que sólo recae sobre el Pontífice, en virtud del primado pietrino. Un primado que pertenece al obispo de Roma: presidir «en la caridad» y, si surgieran, también dirimir cuestiones teológicas.
Las palabras del cardenal Müller, con la introducción de la inédita y hasta ahora no formalizada tarea de «estructurar teológicamente un Pontificado», pasaron casi inobservadas. Pero, si por una parte abren escenarios nuevos con respecto a la tradición de la Iglesia, por otra parecerían dar a entender que, según Müller, el actual Pontificado (así como el de san Juan XXIII) no tiene la suficiente «estructura» teológica.
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