Mama Antula: propagó el carisma de San Ignacio de Loyola

Mama Antula: propagó el carisma de San Ignacio de Loyola

La figura de Mama Antula hunde sus raíces en los orígenes de las Colonias de América.

El próximo sábado 27 de agosto, en la localidad argentina de Santiago del Estero, será beatificada María Antonia de San José, cuyo nombre era María Antonia de Paz y Figueroa, conocida como “Mama Antula”, Fundadora de la Casa de Ejercicios de Buenos Aires. En representación del Papa Francisco presidirá la solemne ceremonia el Cardenal Angelo Amato, S.D.B., Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.

La Venerable María Antonia de Paz y Figueroa, conocida por el pueblo como “Mama Antula”  nació en 1730 en Santiago del Estero, en el seno de una ilustre familia de conquistadores y gobernantes. Transcurrió su niñez en el campo, en la hacienda paterna, en contacto con los pueblos originarios. A los 15 años decidió consagrase a Dios y tomó el nombre de María Antonia de San José.

Desde muy joven esta laica consagrada se había acercado a los misioneros de la Compañía de Jesús que se encontraban en aquella pobre región del noreste argentino y con ellos se dedicó a organizar los ejercicios espirituales, según la espiritualidad ignaciana.

Reunió en torno a sí a un grupo de muchachas que vivían juntas para rezar, realizar obras de caridad y colaborar con los sacerdotes jesuitas. En poco tiempo “Mama Antula” organizó ocho grupos de 300 personas indigentes cada uno, que se mantenían gracias a las limosnas. Cuando los jesuitas fueron expulsados de Argentina, en 1767, “Mama Antula” recorrió todo el norte del país  – San Luis, Jujuy y Córdoba – para ocuparse de sus obras. Llevaba consigo sólo una cruz de madera, símbolo de austeridad y de amor a Cristo.

De hecho, en una carta de 1788, Ambrosio Funes, Virrey de Navarra y Capitán General de Cuba y de Cataluña, anotó que en ocho años “Mama Antula” había ofrecido ejercicios espirituales a setenta mil persone. De donde se desprendía la necesidad de obtener una casa dedicada a la predicación; lo que se realizó cuando la futura beata obtuvo tres parcelas de terreno en donación, en los que edificó la primera casa de ejercicios.

En 1779 “Mama Antula” partió rumbo a Buenos Aires donde vivió durante dos décadas. Allí fundó la Casa de ejercicios espirituales, que aún existe y funciona como tal. Falleció el 7 de marzo de 1799 en la misma casa que había fundado. Sus restos son objeto de veneración en la Iglesia de Nuestra Señora de la Piedad de la capital argentina.

En 1905 los Obispos elevaron la causa de canonización de la Madre Antonia a la Santa Sede y se presentan cartas de postulación de la jerarquía eclesiástica de Uruguay, Chile, Bolivia, Paraguay, Perú y Ecuador, entre otros. Su causa de canonización se mantiene vigente en el aspecto histórico y eclesial, porque hunde sus raíces en los orígenes de las Colonias de América, donde colaboró para cimentar los valores morales y cristianos de América.

De hecho, los estudiosos afirman que se anticipó Magisterio del Concilio Vaticano II. Mediante su intuición profética propagó el carisma de San Ignacio de Loyola, un bien que la Iglesia no podía perder.

Además, su capacidad evangelizadora, fruto del espíritu ignaciano la hizo Madre Espiritual del “Cura Brochero”. Fue una mujer espiritual que recibió el primer nombre de María como Santa María. Fue semejante a Santa Catalina, en sus cartas, a Santa Teresa del Niño Jesús, por su transparencia en el amor, y a Santa Teresa de Ávila por su perseverancia. También llamada la “Santa Teresa de América”, es digna de ser comparada con estas tres doctoras de la Iglesia.

Asimismo se destaca el carácter misionero de esta mujer latinoamericana hacia Europa ya que sus cartas se traducían al francés, inglés, alemán y ruso, para enviarlas a las diversas comunidades religiosas, a fin de contribuir en la conversión de las personas y ejercer una “maternidad globalizadora”.

(María Fernanda Bernasconi - RV).

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