Un libro vuelve a provocar polémica en el Vaticano

Un libro vuelve a provocar polémica en el Vaticano

Emiliano Fittipaldi presentará el jueves Lujuria, que acusa al Papa de haber hecho poco y nada contra los abusos sexuales.

Por Elisabetta Piqué

Lujuria. Así se llama un nuevo libro que vuelve a poner sobre el tapete el escándalo de abusos sexuales de menores por parte del clero y la política de encubrimiento que reinó durante décadas en sectores de la Iglesia Católica.

Escrito por Emiliano Fittipaldi, el periodista del semanario L'Espresso que fue procesado y luego absuelto por un tribunal del Vaticano por ser autor de Avaricia -libro sobre los despilfarros de la Santa Sede, realizado con información reservada salida ilícitamente del Vaticano-, Lujuria acusa aFrancisco de haber hecho poco y nada para superar este horror. Entre 2013 y 2015 llegaron unas 1200 denuncias de casos de abusos a la Congregación para la Doctrina de la Fe, según el Vaticano.

"Exactamente como en las cuestiones relativas a la corrupción financiera y a la gestión de las enormes riquezas vaticanas, las buenas intenciones (del Pontífice) no siempre se transformaron en ese tsunami que muchos se esperaban", indica Lujuria, que saldrá pasado mañana en Italia, pero que LA NACION ya pudo leer. Editado por Feltrinelli, en términos de información, el libro, de 200 páginas, no revela nada nuevo. De hecho, recopila y recicla noticias aparecidas en medios italianos e internacionales sobre terribles casos de abusos y sobre su encubrimiento. Algunos se remontan a varias décadas atrás, otros son más recientes.

En un compendio impactante -que incluye al cura Nicola Corradi, abusador en el Instituto Provolo de Verona recientemente arrestado en la Argentina-, también vuelve a hablar de un lobby gay en el Vaticano. Al respecto evoca, entre otros, el resonado caso del ex monseñor polaco Krzysztof Charamsa.

Fittipaldi denuncia que, en vez de castigar a prelados pedófilos o encubridores, el Papa promovió a tres de ellos en el denominado C-9, el grupo de cardenales consultores que lo aconseja en la reforma de la curia y el gobierno universal de la Iglesia. Los tres purpurados son el australiano George Pell, prefecto de la Secretaría de Economía; el chileno Francisco Errázuriz Ossa, y el hondureño Oscar Rodríguez Maradiaga. Las primeras 50 páginas de Lujuria están dedicadas a Pell, que el año pasado debió dar explicaciones a la Royal Commission into Institutional Responses to Child Sexual Abuse, sobre su actuación en el manejo de diversos casos de abusos sexuales a menores hace cuatro décadas en Australia. Pell no es acusado de haber sido abusador, sino de no haber actuado debidamente en contra de sacerdotes que sí lo hicieron y ante las víctimas, siendo arzobispo de Melbourne y luego de Sydney.

En el segundo capítulo, sobre "Los intocables", se dedica a Errázuriz y al conocido caso del sacerdote chileno Fernando Karadima. Denuncia, asimismo, a Maradiaga por haber permitido que Enrique Vásquez, un sacerdote acusado por la policía de Costa Rica, trabajara en su diócesis. También acusa a otros cuatro cardenales: el estadounidense Timothy Dolan, el francés Philippe Barbarin, el italiano Domenico Calcagno y el belga Godfried Danneels.

Fittipaldi minimiza los pasos adelante de Francisco para combatir la pedofilia en el clero y critica a la Comisión para la Tutela de Menores que creó en 2014.

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