¡Líbano, levántate!: El Papa pide buscar las huellas de Dios en la dificultad y no ceder ante el mal

¡Líbano, levántate!: El Papa pide buscar las huellas de Dios en la dificultad y no ceder ante el mal

León XIV llegó a las 11:30 (hora local) de este martes a la abarrotada explanada de Beirut Waterfront, situada en una zona costera entre el pequeño puerto turístico y el centro de la capital. Desde el papamóvil cubierto, el Santo Padre saludó sin perder la sonrisa a los 150.000 fieles que le esperaban con entusiasmo para participar en la Santa Misa, la última cita de su visita al país de los cedros.

 

Por Almudena Martínez-Bordiú

El Santo Padre avanzó en una solemne procesión junto a los concelebrantes hasta el altar al aire libre, engalanado para la ocasión con una alfombra roja y una gran cruz iluminada, portando su báculo, mitra y con la casulla morada propia del tiempo litúrgico del Adviento.

El Patriarca de Antioquia, Youssef Absi, le dirigió unas palabras de bienvenida, expresándole su agradecimiento por esta visita —en un momento crítico para el Líbano y toda la región—, la cual reciben como un mensaje de esperanza y un signo de la cercanía.

El Papa León XIV se despidió del pueblo libanés con una profunda homilía cargada de esperanza, en la que recordó que siempre existen motivos para dar gracias al Señor. Les invitó a buscar pequeños destellos de luz y alegría incluso en medio la oscuridad y las dificultades que atraviesa su nación, herida por la guerra. 

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Después de mostrar su agradecimiento por lo vivido durante estos días, el Papa señaló que a veces, “agobiados por las fatigas de la vida, preocupados por los numerosos problemas que nos rodean, paralizados por la impotencia ante el mal y oprimidos por tantas situaciones difíciles, nos sentimos más inclinados a la resignación y a la queja que al asombro del corazón y al agradecimiento”.

Dos capuchinos llegaron desde los Emiratos Árabes y Bahréin para la visita del Papa. El capuchino que vino desde los Emiratos trajo consigo a un grupo de 40 libaneses que viven en el extranjero. Crédito: Elias Turk/ EWTN NewsPequeñas luces que brillan en lo hondo de la noche

Esta invitación a cultivar siempre actitudes de alabanza y gratitud, la dirigió el Papa especialmente a los libaneses,“destinatarios de una belleza singular con la que el Señor ha adornado su tierra y que, al mismo tiempo, son espectadores y víctimas de cómo el mal, en sus múltiples formas, puede empañar esta maravilla”.

El Papa mostró su empatía al citar los numerosos problemas que los afligen, consecuencia de “un contexto político frágil y a menudo inestable, por la dramática crisis económica que les oprime, por la violencia y los conflictos que han despertado antiguos temores” 

Aunque admitió que en estas ocasiones “la gratitud cede fácilmente paso al desencanto” y el canto de alabanza “no encuentra espacio en la desolación del corazón y la fuente de la esperanza se seca por la  incertidumbre y la desorientación”, destacó que el Señor “nos invita a encontrar las pequeñas luces que brillan en lo hondo de la noche”. 

Esta niña llegó desde el Valle del Bekaa Occidental, en el Líbano. Su grupo comenzó su viaje hacia Beirut a las 5:00 a.m. y les tomó 2 horas y 30 minutos llegar. Crédito: Elias Turk/EWTN NewsLas huellas de Dios en medio del dolor

El Papa precisó que el motivo del agradecimiento de Jesús al Padre no es por obras extraordinarias, “sino porque revela su grandeza precisamente a los pequeños y humildes”. Por ello, ensalzó a aquellos “que sin grandes pretensiones saben percibir los detalles ocultos, las huellas de Dios en una historia aparentemente perdida”. 

En consecuencia, les exhortó a tener ojos “que sepan reconocer la  pequeñez del retoño que surge y crece incluso en medio de una historia dolorosa. Pequeñas luces que brillan en la noche, pequeños brotes que despuntan, pequeñas semillas plantadas en el árido jardín de este tiempo histórico, también nosotros podemos verlos, aquí y también ahora”. 

En este sentido, destacó su “fe sencilla y genuina, arraigada en sus familias y alimentada por las escuelas cristianas”. También citó el trabajo constante de las parroquias, las congregaciones, los numerosos sacerdotes y religiosos que “se dedican a su misión en medio de múltiples dificultades”; y la misión de los laicos, “comprometidos en el campo de la  caridad y en la promoción del Evangelio en la sociedad”.

Por estas “luces” que tratan de “iluminar la oscuridad de la noche”, el Papa León XIV invitó a los fieles a decir:  “¡Te alabamos, Padre! Te damos gracias porque estás con nosotros y no nos dejas vacilar”. 

Un grupo de personas con discapacidad intelectual participan en la Misa del Papa. Crédito: Elias Turk/EWTN NewsTransformación del corazón y conversión de la vida

Al mismo tiempo, advirtió que esta gratitud no debe quedarse en un consuelo “íntimo e ilusorio”, sino que debe “llevarnos a la transformación del corazón, a la conversión de la vida, a considerar que es precisamente en la luz de la fe, en la promesa de la esperanza y en la alegría de la caridad donde Dios ha pensado nuestra vida”. 

“Todos estamos llamados a cultivar estos brotes, a no desanimarnos, a no ceder a la lógica de la violencia ni a la idolatría del dinero, a no resignarnos ante el mal que se extiende”, subrayó.

Además, indicó que cada uno tiene el deber de poner todo de su parte y unir sus esfuerzos “para que esta tierra pueda recuperar su esplendor”. Y precisó que sólo hay una forma de hacerlo: 

“Desarmemos nuestros corazones, dejemos caer las armaduras de nuestras cerrazones étnicas y políticas, abramos nuestras confesiones religiosas al encuentro mutuo, despertemos en lo más profundo de nuestro ser el sueño de un Líbano unido, donde triunfen la paz y la justicia, donde todos puedan reconocerse hermanos y hermanas”, exhortó.

“¡Líbano, levántate! ¡Sé morada de justicia y de fraternidad! ¡Sé profecía de paz para todo el Levante!”, exclamó el Santo Padre en un intento de alentar y confortar al pueblo herido.

Al finalizar la Misa, el Papa se dirigió en coche hasta el aeropuerto internacional de Beirut, donde tuvo lugar una ceremonia de despedida antes de iniciar su viaje de regreso al Vaticano.

El don de la paz a “esta amada tierra”

Al finalizar la Misa, el Santo Padre recordó que ha viajado a Medio Oriente “como peregrino de esperanza”, implorando a Dios “el don de la paz en esta amada tierra, marcada por la inestabilidad, las guerras y el sufrimiento”.

“Cuando los resultados de sus esfuerzos por la paz se hagan esperar, les invito a levantar la mirada hacia el Señor que viene. Miremos hacia él con esperanza y valentía, invitando a todos a emprender el camino de la convivencia para la eternidad y la paz. Sean artesanos de paz, heraldos de paz, testigos de paz”, exhortó.

En este contexto, afirmó que Medio Oriente “necesita nuevos enfoques para rechazar la mentalidad de venganza y violencia, para superar las divisiones políticas, sociales y religiosas, y abrir nuevos capítulos en nombre de la reconciliación y la paz”.

“El camino de la hostilidad mutua y la destrucción en el horror de la guerra se ha recorrido demasiado tiempo, con los deplorables resultados que todos tenemos ante nuestros ojos. ¡Necesitamos cambiar de rumbo, necesitamos educar nuestros corazones para la paz!”, exclamó.

"Que la Virgen les proteja siempre"

Desde el corazón de Beirut, el Papa rezó por los pueblos que sufren a causa de la guerra. También elevó “oraciones de esperanza” por una solución pacífica a las actuales disputas políticas en Guinea-Bisáu, y no olvidó a las víctimas y a sus familias del incendio en Hong Kong.

“¡Rezo especialmente por el amado Líbano! Pido una vez más a la comunidad internacional que no escatime esfuerzos en promover procesos de diálogo y reconciliación, y hago un sentido llamado a quienes tienen autoridad política y social aquí y en todos los países marcados por la guerra y la violencia: ¡Escuchen el clamor de sus pueblos, que piden paz!”.

Por último, les animó a tener valor y pidió a la Santísima Virgen María, Nuestra Señora de Harissa, que “les proteja siempre”.

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