El Papa León XIV recibió este martes en el Vaticano a los obispos de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), con quienes compartió cuatro “coordenadas” para ser una Iglesia que encarna el Evangelio: Anuncio del Evangelio, paz, dignidad humana y diálogo.
Por Almudena Martínez-Bordiú
Al inicio de su extenso discurso, tras la bienvenida del presidente de la CEI, el Cardenal Matteo Zuppi, el Santo Padre agradeció a los prelados italianos por sus oraciones, al tiempo que recordó el vínculo entre la Iglesia en Italia y el Vaticano, una relación “común y particular”.
En este contexto, posó su mirada sobre los principios de colegialidad elaborados por el Concilio Vaticano II, exhortando a los obispos a vivir esa unidad en su ministerio y también con el sucesor de Pedro.
A continuación, León XIV citó los desafíos a los que se enfrenta la Iglesia en el país italiano: “el secularismo, un cierto desapego respecto a la fe y la crisis demográfica”.
Al retomar de nuevo “el vínculo privilegiado entre el Papa y los obispos italianos”, resaltó algunas “atenciones pastorales” que requieren reflexión, acción concreta y testimonio evangélico.
En primer lugar, remarcó que es necesaria “una renovación en el impulso del anuncio y la transmisión de la fe”.
“En un tiempo de gran fragmentación, es necesario volver a los fundamentos de nuestra fe, al kerygma. Este es el primer gran compromiso que motiva a todos los demás: llevar a Cristo “a las venas” de la humanidad, renovando y compartiendo la misión apostólica”, afirmó.
Por ello, animó a los obispos a discernir los modos para llegar a las personas “con acciones pastorales capaces de alcanzar a quienes están más alejados y con instrumentos adecuados para renovar la catequesis y los lenguajes del anuncio”.
Citó en particular las periferias urbanas y la necesidad de llevar la paz a esos lugares, donde “debe hacerse visible una Iglesia capaz de reconciliación”, invitando a que cada diócesis promueva caminos de educación en la noviolencia y que cada comunidad se convierta en una “casa de paz”.
“La paz no es una utopía espiritual: es un camino humilde, hecho de gestos cotidianos, que entrelaza paciencia y coraje, escucha y acción. Y que hoy, más que nunca, exige nuestra presencia vigilante y generativa”, señaló el Papa.
El respeto por la dignidad humana
A este respecto, León XIV citó algunos factores que están transformando la sociedad, como la inteligencia artificial, la economía y las redes sociales. Para el Pontífice, en este escenario, “la dignidad del ser humano corre el riesgo de ser aplanada o olvidada, sustituida por funciones, automatismos, simulaciones”.
“Pero la persona no es un sistema de algoritmos: es criatura, relación, misterio. Me permito entonces expresar un deseo: que el camino de las Iglesias en Italia incluya, en coherente simbiosis con la centralidad de Jesús, la visión antropológica como instrumento esencial del discernimiento pastoral”.
Ante el peligro de que la fe se vuelva “desencarnada”, el Papa León XIV recomendó a los obispos “cultivar la cultura de diálogo” entre las distintas generaciones, “porque sólo donde hay escucha puede nacer la comunión, y sólo donde hay comunión la verdad se vuelve creíble”.
“Anuncio del Evangelio, paz, dignidad humana, diálogo: son estas las coordenadas a través de las cuales podréis ser Iglesia que encarna el Evangelio y es signo del Reino de Dios”, remarcó el Santo Padre.
Mantener la unidad y el camino sinodal
Al término de su discurso, el Papa animó a los prelados a mantener la unidad pensando en el camino sinodal: “Permaneced unidos y no os defendáis de las provocaciones del Espíritu”.
“Que la sinodalidad se convierta en mentalidad, en el corazón, en los procesos decisionales y en los modos de actuar”, agregó.
También les exhortó a mirar al mañana con serenidad, pidiéndoles no tener miedo de tomar decisiones valientes, así como “caminar con los últimos y servir a los pobres”.
“Nadie podrá impediros anunciar el Evangelio, y es el Evangelio lo que estamos enviados a llevar, porque es esto lo que todos, nosotros los primeros, necesitamos para vivir bien y ser felices”, afirmó.
Asimismo, les pidió cuidar a los fieles laicos y hacerles “protagonistas de la evangelización” en todos los ámbitos de la vida.
“Caminemos juntos, con la alegría en el corazón y el canto en los labios. Dios es más grande que nuestras mediocridades: ¡dejémonos atraer por Él! Confiemos en su providencia”, dijo por último el Santo Padre.
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