'Laudato Sí', los incendios en España y la alternativa a la dejadez política de los bosques

'Laudato Sí', los incendios en España y la alternativa a la dejadez política de los bosques

«La protección ambiental no puede asegurarse sólo en base al cálculo financiero de costes y beneficios. El ambiente es uno de esos bienes que los mecanismos del mercado no son capaces de defender o de promover adecuadamente», señala el Papa Francisco en Laudato Sí

Por Richi Franco

La política «no debe someterse a la economía y ésta no debe someterse a los dictámenes y al paradigma eficientista de la tecnocracia», señala el papa Francisco en la olvidada, cuando no desdeñada por muchos, encíclica ecológica Laudato Sí, sobre el cuidado de la tierra, tal y como invita el Señor en el Génesis.No abandonar la tierraFrancisco no ha sido el primer Papa que aborda cuestiones medioambientales. Juan Pablo II ya enseñó en numerosas ocasiones el deber de custodiar la naturaleza. Por ejemplo, en su encíclica Centesimus Annus de 1991, donde escribió sobre la naturaleza como un don de Dios y la necesidad de que los seres humanos cooperen con Dios para promover el florecimiento ordenado del medio ambiente, esbozando una conexión entre la ecología natural y la «ecología humana», y anticipando el concepto de ecología integral de Laudato Si. También Benedicto XVI se hizo eco de estas mismas enseñanzas durante su papado, en su encíclica Caritas in Veritate de 2009.

La protección ambiental no puede asegurarse sólo en base al cálculo financiero de costos y beneficios. El ambiente es uno de esos bienes que los mecanismos del mercado no son capaces de defenderLaudato Sí

Hoy, reflexiona el Papa Francisco en Laudato Sí, al hilo del desastre ambiental que se concreta en el abandono de los bosques, «pensando en el bien común, necesitamos imperiosamente que la política y la economía, en diálogo, se coloquen decididamente al servicio de la vida».Los réditos no saben de naturalezaEn este contexto, siempre hay que recordar que «la protección ambiental no puede asegurarse sólo en base al cálculo financiero de costos y beneficios. El ambiente es uno de esos bienes que los mecanismos del mercado no son capaces de defender o de promover adecuadamente».

Los esfuerzos para un uso sostenible de los recursos naturales no son un gasto inútil, sino una inversión que podrá ofrecer otros beneficios económicos a medio plazoLaudato Sí

Dentro del esquema del rédito económico, señala Francisco, «no hay lugar para pensar en los ritmos de la naturaleza, en sus tiempos de degradación y de regeneración, y en la complejidad de los ecosistemas, que pueden ser gravemente alterados por la intervención humana». Además, cuando se habla de biodiversidad, a lo sumo se piensa en ella como un depósito de recursos económicos que podría ser explotado, pero no se considera seriamente el valor real de las cosas, su significado para las personas y las culturas, los intereses y necesidades de los pobres».Los esfuerzos para un uso sostenible de los recursos naturales no son un gasto inútil, sino una inversión que podrá ofrecer otros beneficios económicos a medio plazo. Si no tenemos estrechez de miras, podemos descubrir que la diversificación de una producción más innovativa y con menor impacto ambiental, puede ser muy rentable.

Un desarrollo tecnológico y económico que no deja un mundo mejor y una calidad de vida integralmente superior ,no puede considerarse progresoLaudato Sí

En cambio, subraya el Papa, es más «indigno, superficial y menos creativo insistir en crear formas de expolio de la naturaleza sólo para ofrecer nuevas posibilidades de consumo y de rédito inmediato».Recuerda Francisco en Laudato Sí a Benedicto XVI cuando afirmaba que «es necesario que las sociedades tecnológicamente avanzadas estén dispuestas a favorecer comportamientos caracterizados por la sobriedad, disminuyendo el propio consumo de energía y mejorando las condiciones de su uso».Un desarrollo tecnológico y económico que no deja un mundo mejor y una calidad de vida integralmente superior no puede considerarse progreso, ya que, según Francisco, « muchas veces la calidad real de la vida de las personas disminuye –por el deterioro del ambiente, la baja calidad de los mismos productos alimenticios o el agotamiento de algunos recursos» y «el discurso del crecimiento sostenible suele convertirse en un recurso diversivo y exculpatorio que absorbe valores del discurso ecologista dentro de la lógica de las finanzas y de la tecnocracia, y la responsabilidad social y ambiental de las empresas suele reducirse a una serie de acciones de marketing e imagen», profusamente utilizadas por la política y con pésimos resultados en la vida real.

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