Jerusalem el Muro de los Lamentos: Un día en el “palco” del lugar más santo del mundo

Jerusalem el Muro de los Lamentos: Un día en el “palco” del lugar más santo del mundo

 “El Kotel es la puerta al cielo para todo el mundo, es el lugar más santo del mundo”, así lo definió Shlomo Gateño, rabino de Jabad Lubavitch, frente a la imponencia del Muro de los Lamentos, considerado como la reliquia sobreviviente del Monte del Templo en Jerusalem, el cual fue destruido por los romanos en el año 70 después de Cristo. 

Sólo por el puesto que atiende el joven Shlomo y por donde pasan unas 700 personas por día para consultar sobre cómo se coloca el Tefilín, una de las más importantes mitzvot (preceptos) de la Torá, hasta la forma de rezar. 

“Vienen judíos de todo el mundo, de todas las edades y todos con distintas historias. Gente que es allegada al judaísmo, otras no. Se ven personas que en sus ojos llevan esa emoción de que llegaron a su lugar de origen y nos preguntan cómo rezo, cómo me pongo el Tefilín, como me pongo un talit, cada uno con su historia”, explica entusiasmado Shlomo ante la consulta de la Agencia de Noticias AJN.

El joven explica que desde su puesto buscan conectar a esas personas que llegan al Muro de los Lamentos “con los rabinos, con las comunidades, para que puedan aprovechar este despertar, para que esa llama siga encendida”

La mañana está fresca en el Kotel, pero fieles, turistas y curiosos se acercan a ese escenario que es considerado el centro del mundo espiritual, el conducto principal para el flujo de la Santidad. 

En la memoria de más de uno de los testigos de esta jornada se cruza la lección de que los sabios profetizaron que incluso después de la destrucción del Templo, la Presencia Divina nunca dejaría el Muro Occidental, y que el Kotel nunca sería destruido y es sin duda el máximo símbolo del pueblo judío.

Gente que trabaja y sólo pasa a rezar frente al Muro, un lugar sagrado donde los domingos desfilan grupos de soldados para pedir por ellos, los suyos y los que vendrán, mientras que los jueves está asignado a las escuelas.

“Es el lugar de rezo para todos los pueblos, no sólo judíos”, aclara con rapidez Shlomo mientras revisa su bolso en busca de algún tesoro. “Acá tenemos impresos por orden del Rebe lo que son los siete preceptos de Noaj para darle a la gente no judía, en inglés, en ruso y en español. Qué es lo que la Torá el pide a los no judíos”, relata.

Decenas de no judíos se replican a diario por ese puesto para preguntar sobre los tefilín y por los preceptos para los no judíos.

“La gente no judía nos pregunta qué había acá, qué significa el lugar. Nosotros decimos que es un lugar santo, es para conectarse con lo espiritual, solo pedimos que le recen al Dios que no tiene forma”, resume Shlomo mientras un fiel se arrima a la conversación para interiorizarse de qué país venimos.

Sin embargo, ese nuevo testigo de la charla con AJN no intimida al joven Shlomo, que con su vestimenta judía impone presencia en este territorio sagrado.

“Cientos de miles de jóvenes se acercan y piden que les pongamos el tefilín. Acá hay grupos de chicos que vienen de la Marcha de por la Vida, de las Macabeadas, vienes cientos de cientos, es muy significativo porque la juventud es muy importante para nuestro pueblo”, explica.

La charla se termina, intercambiamos direcciones de correos y redes sociales y la última pregunta queda flotando en el aire. “¿Qué significa para mí estar acá en el Kotel? Y es un orgullo estar aquí, hay gente que va a Tailandia para ayudar a judíos, yo estoy en el palco, en el lugar más santo del mundo”, así de simple y contundente lo resume Shlomo mientras se apresta a retomar su tarea.

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