“El islam, parte integral de la historia europea”: La prestigiosa revista británica New Statesman evoca una verdad olvidada

“El islam, parte integral de la historia europea”: La prestigiosa revista británica New Statesman evoca una verdad olvidada

En un extenso artículo publicado por la prestigiosa revista New Statesman, el historiador David Motadel retoma un punto ciego persistente: el lugar central que el islam ha ocupado en la historia europea. Esta realidad ya fue destacada en 1993 por el entonces rey Carlos III en un discurso visionario en Oxford, lamentando la sistemática eliminación de esta herencia de las narrativas históricas dominantes.

 

Motadel se basa en el libro de Tharik Hussain, «La Europa musulmana: un viaje por Chipre, Sicilia, Malta, Portugal y España en busca de las huellas dejadas por 1400 años de presencia musulmana». Desde la llegada del islam a la isla de Chipre, apenas dieciséis años después de la muerte del Profeta, hasta el apogeo de al-Ándalus, Hussain demuestra cómo la historia europea fue moldeada por estos siglos de contacto, intercambio y creatividad.

El autor enfatiza los efectos contemporáneos de esta amnesia. Al negar este pasado, Europa alimenta tanto la retórica excluyente de la extrema derecha como un sentimiento de desarraigo entre algunos musulmanes del continente. Sin embargo, como señala Motadel, las contribuciones musulmanas —en agricultura, ciencia, artes y urbanismo— fueron decisivas, aunque Hussain a veces tienda a idealizar esta época dorada.

El libro sigue siendo más un relato de viajes que un estudio histórico exhaustivo, opina Motadel, lamentando que el autor pase por alto la historia otomana de los Balcanes o los legados más recientes vinculados a los imperios coloniales. Pero la Europa musulmana tiene el mérito de cuestionar una idea falsa pero persistente: Europa nunca ha sido un bloque exclusivamente judeocristiano. Los musulmanes han ocupado un lugar importante, arraigado y perdurable en ella.

Más allá del debate histórico, el artículo plantea una pregunta crucial: ¿por qué se ha construido la identidad europea borrando su dimensión musulmana? David Motadel sugiere que este ocultamiento ha fomentado una visión reduccionista de Europa como una fortaleza cultural homogénea, lo que hace que las sociedades contemporáneas sean más vulnerables a la retórica aislacionista. Reconocer esta pluralidad pasada podría, por el contrario, ofrecer una visión compartida más inclusiva, fiel a la realidad histórica.

Finalmente, David Motadel subraya que esta labor de memoria no está dirigida únicamente a los europeos no musulmanes. También puede contribuir a sanar las divisiones internas de las sociedades europeas, ofreciendo a las nuevas generaciones de musulmanes una base histórica más sólida, alejada de las políticas identitarias y las narrativas de ruptura. Recuperar la complejidad de la historia, sugiere sutilmente, no es un lujo académico: es un requisito indispensable para evitar que las tensiones del presente se transformen, mañana, en fracturas irreversibles.

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