Así expresó Bernandino Cano Radil, ex diputado paraguayo y actual miembro de la Junta de Gobierno de la Asociación Nacional Republicana, quien habló con el equipo de Caminos Religiosos en el país guaraní, en la antesala de la llegada de Francisco a Paraguay.
Cano Radil, apodado “Bebito”, es un abogado, comunicador y dirigente político del Partido Colorado. Entre otros cargos, fue Diputado por el Partido Colorado en Paraguay del 1989 hasta el 1998. También, fue representante del Congreso Nacional Paraguayo ante la Unión Europea por tres años. Actualmente es miembro titular de la Junta de Gobierno de la ANR y Secretario del Comité Ejecutivo del 2011 hasta la fecha.
Caminos Religiosos mantuvo una extensa charla con “Bebito”, donde se tocaron varios temas relacionados a la actualidad de la Iglesia, el rol de Francisco y la política Latinoamericana, entre otras cosas.
A Francisco lo han criticado fuertemente sectores conservadores norteamericanos tildándolo de Comunista o Marxista. ¿Cual es tu opinión al respecto?
Yo parto de una premisa: ninguna sociedad funciona cuando los excluidos son más que los incluidos, y hoy en el mundo los excluidos son más que los incluidos. Entonces algo hay que hacer para que ese abismo se achique y mejore. Dentro de ese esquema, necesitamos profundizarlo, y para profundizarlo falta humanismo. Voy a dar tres ejemplos: cuando Maquiavelo separó la ética de la política ayudó muchísimo en varios aspectos para que surgiera el estado moderno, pero perdió la política ética; cuando Adam Smith separó la economía de la política ayudo muchísimo para que progrese el mundo, pero la economía fue otra cuestión más amplia; cuando Marx separó la historia de los pueblos de la voluntad de los hombres ayudo muchísimo para los procesos históricos, pero perdió subjetividad y humanidad. Estos aportes a una modernidad que nos ayudó a llegar donde estamos fueron valiosos por un tiempo, pero creo que hoy el mensaje es volver a la humanidad y principio de valores de la sociedad, y creo que ahí Francisco es muy importante: él no es que dice y no hace, él es lo que dice y esa es la clave.
¿Las decisiones de Francisco convierte a la Iglesia en un nuevo centro de poder?
El mundo está construido en gran medida a un protagonismo de la Iglesia, del Cristianismo. Pero la Iglesia perdió mucha presencia de conducción en tres niveles que para mí son fundamentales: dejó de ser ejemplar (en el sentido sociológico que se refiere a la formación de la conducta) con respecto a los principios y valores; por eso es muy importante que se haya llevado a juicio en el Vaticano a personas vinculadas a la pederastia lo que constituye una señal constante de recuperación de principios y valores. En segundo lugar recupera un protagonismo político pero no a favor de los sectores más duros del poder sino un protagonismo político a favor de los marginados, excluidos, del dialogo y la concertación y la inclusión. La última experiencia de protagonismo político de la Iglesia fue el enorme movimiento que lideró Juan Pablo II detrás de la cortina de hierro con su acuerdo con Estados Unidos a fines de la década del 70. Hace 40 años que la Iglesia no estaba metida en los grandes temas mundiales. Francisco la pone de nuevo en la línea de tiempo correcto de inclusión, luchar contra la marginalidad y a favor del dialogo. En tercer lugar, la Iglesia Católica de Francisco no es dogmática ni cerrada. Es dialoguista, aperturista y respetuosa con las otras religiones. Ha incluido una multitud de confesiones inmensas porque creo que él tiene un mensaje muy importante: Dios es uno, hay formas de verlo, pero lo importante es ser bueno y ser humano, y la humanidad está por encima de todas esas iglesias. Es un mensaje revolucionario que se perdió bastante que Francisco está recuperando.
¿Te imaginás que puede ser una convulsión o puede generar algún cambio la llegada del Papa a Paraguay? La visita de Juan Pablo II, en 1988, generó en la sociedad paraguaya un quiebre y un hito.
Juan Pablo II fue el detonante que produjo un cambio del autoritarismo a la democracia. Creo que el desafío de Francisco es mucho peor y más completo porque esta sociedad tiene un problema de educación en principios y valores, y eso no se cambia de un día para el otro, sino que cuesta muchísimo esa transformación. Yo espero que él logre traer una mejor actitud. Con eso estaría plenamente satisfecho. Él está demostrando que siendo sencillo, abierto, generoso, humilde se puede llegar sin cambiar. Acá cuando vos le das un ápice de poder cambia de señora, de casa, de auto y de personalidad. Eso es una cultura diferente. Ojalá que ayude para que podamos mejorar esto, pero es un tema mucho más denso y profundo. Estamos en una crisis de principios y valores bastante importante, donde en los próximos años tenemos que modificar mucho nuestro comportamiento para seguir adelante. Y sino, nos van a cambiar de afuera como está empezando a suceder. Cuando vos no estás preparado para manejarte con las reglas de la globalización, viene otro y la hace. Es inexorable. Es parte del proceso de la humanidad. La humanidad se está modificando y avanzando No se ve todos los días. Están más cercanas las lenguas, las distancias. Cuando viene la unidad del contacto físico, viene la unidad de la cultura, después viene la unidad institucional, la unidad económica y es un proceso inexorable. Hay que saber llevarlo. No lo podes volver atrás.
Francisco siempre habló de la unidad Latinoamericana. ¿Creés que es el sueño de la Patria Grande se puede llevar a cabo? ¿Qué le falta a América Latina?
Soy pesimista porque todavía están los intereses nacionales por encima de los proyectos globales. Latinoamericana no maduró lo suficiente para integrarse, queriendo el país chico. Le falta evolución institucional, visión, grandeza, espíritu. Muchas cosas. Y que alguien lidere que debe ser Brasil. Europa llegó donde llegó porque los más grandes lideraron, y concretamente Brasil y Argentina son mezquinos, cerrados y egoístas. No van a liderar, porque para liderar hay que ser generoso. Mientras haya esa actitud mezquina, es muy difícil por más Francisco que haya. Hay otros valores que están en juego, ya no basta la humanidad, ya estamos hablando de interés. Con esa visión no hay integración. Tampoco hay integración con frontera ideológica excluyente. Si nosotros para poder integrarnos necesitamos no solamente tener ciertos modelos inclusivos, sino también tener una posición democrática concretamente parecida. Sino es muy complicado manejar la integración, porque se va a meter la política y el diablo mete la cola. Y cuando el diablo mete la cola, es muy difícil administrarlo.
¿Qué opinas del Mercosur?
El Mercosur está muerto para mí. En el 91 se firmó el Mercosur en Asunción. Yo era parlamentario y estuve ahí. 24 años no puede ser que no pueda cruzar a la Argentina que un gendarme me frene. No hay libertad ni de tránsito, ni de personas, ni de bienes, ni de nada. El Mercosur retrocedió en los últimos años, y sin sentido ni razón de ser. Si queremos avanzar, tenemos que tomar en serio una agenda común generosa, amplia, incluyente, donde necesita liderazgo y los líderes naturales de América Latina son Brasil y Argentina. Mientras ellos sean mezquinos y egoístas para manejarse, no creo que haya integración porque el resto tenemos que defendernos. Nosotros tenemos dos ejemplos concretos: Yacyretá e Itaipú. Ambas represas fueron manejadas con los intereses de los más fuertes, no con la visión de una integración. Cuando Argentina no te deja pasar los productos porque se le ocurre a un funcionario de cuarto nivel, no está integrando y eso pasa cotidianamente. Cuando los portuarios te hacen una huelga, y se pierde la carne paraguaya que quieren mandar a Europa, no hay integración posible. Es duro, pero es verdad.
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