A pocos días de la trágica muerte de las cuatro misioneras de la caridad en Aden (Yemen), la prensa de la India ha comenzado a divulgar la historia de la mayor de estas nuevas mártires de la Iglesia. Se trata de la hermana Anselm, de 57 años de edad y originaria de Gumla, distrito del estado indio de Jharkhand.
Por Eduardo Berdejo
Su nombre de bautizo era Cecilia Minj y su historia fue narrada por su hermano Vincent de 80 años de edad, el mayor de varios hermanos y quien –según relató The Indian Express– la llevó donde las Misioneras de la Caridad luego que la joven sobreviviera a una caída en un pozo de agua cerca de su casa.
“Pienso que si Dios le había dado otra vida, esta tenía que ser usada al servicio de Él. Yo solo la llevé conmigo y fue aceptada donde las Misioneras de la Caridad” hace casi 40 años, dijo al diario local.
La familia de la hermana Anselm se enteró de su muerte gracias a que un grupo de las Misioneras de la Caridad fueron hasta Bhandar Kutlu, donde vive el hermano. Ahora el único recuerdo que tienen es una fotografía enmarcada de la mártir vistiendo el sari característico de la congregación fundada por la Beata Madre Teresa de Calcuta.
Además, Vincent recuerda que al principio le ocultó a su padre que estaba llevando a Cecilia para que sea religiosa, diciéndole que iban a Ranchi (capital de Jharkhand) para sus estudios. Sin embargo, su padre no protestó tiempo después cuando se enteró del destino de su hija. Ya consagrada, Cecilia tomó el nombre de Anselm y sirvió primero en Calcuta, luego en Estados Unidos, Irak, Roma, Jordania y finalmente Yemen.
El Vicario General de la Diócesis de Gumla, P. Cyprian Kullu, quien llevó a las misioneras de la caridad a la casa de Vincent para darle la noticia del martirio, recordó que “a una monja se le permite reunirse con su familia cada diez años”. La hermana Anselm visitó por última vez a su familia en 2010.
Vincent recordó que en esa última visita que duró un mes, la futura mártir se dedicó a ayudar a los aldeanos. “Ella estaba ayudando a los pobres y a los ancianos durante toda su vida. Esa fue la razón por la que la hermana Anselm dejó el hogar a los 20 años”, explicó.
Ahora, lo que podrían tener de recuerdo de la religiosa es un paño manchado de sangre, que será considerado reliquia en el momento en que la misionera sea declarada oficialmente mártir de la Iglesia.
Esto, debido a que otra regla de la orden es que las religiosas y sacerdotes sean enterrados en el último lugar donde estuvieron trabajando. En el caso de la hermana Anselm y las otras tres hermanas -Margarita (44), Reginette (32) y Judith (41)- será Yemen.
El P. Kullu dijo que ello se debe a que “la persona en cuestión ha dejado atrás toda atadura con el mundo. Sin embargo, las tribus (en el caso de la India) tienen como práctica guardar alguna pertenencia del difunto como recuerdo. Si la familia pregunta por esto, trataríamos de ayudarlos”. “Tal vez (enviaríamos de regreso) un pedazo de su vestido ensangrentado o alguna otra pertenencia”, añadió.
Esto fue confirmado por la hermana Sebastino, superiora regional de las Misioneras de la Caridad (Ranchi), y quien lideró la delegación de misioneras que fueron a dar la noticia a la familia de la hermana Anselm.
“No tenemos la intención de traer de regreso su cuerpo a la India para los últimos ritos. Ella permanecerá en el lugar de su martirio en Aden como parte de nuestra tradición”, declaró a The Telegraph (India).
"Estamos entristecidos por el brutal final que le ocurrió a la hermana Anselm, pero a la vez estamos orgullosas de ella. Ha llegado a ser mártir en el verdadero sentido del término, viviendo y muriendo por una causa. Ella tenía 20 años cuando se hizo voluntaria y tomó la vida de una monja, para servir a Dios, a los pobres y necesitados. Ella ha vivido con un propósito”, expresó la superiora regional.
El viernes 4 de marzo un grupo de terroristas musulmanes ingresaron al convento de las hermanas en Aden (Yemen) y asesinaron a cuatro de ellas, así como a doce trabajadores y voluntarios del albergue para ancianos y discapacitados. Mons. Paul Hinder, Vicario Apostólico de Arabia del Sur, afirmó que "no hay duda que las hermanas han sido víctimas de odio contra nuestra fe” y murieron como mártires.
Yemen, país de inmensa mayoría musulmana y donde los católicos son menos de 4.000 personas, vive desde hace más de un año un guerra civil entre la guerrilla chiita de los hutíes y el gobierno sunita, apoyado por una coalición encabezada por Arabia Saudita.
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