"Que Dios bendiga a las familias de cada ángulo de la Tierra"
El viento jugó varias malas pasadas al Papa Francisco durante su alocución a las decenas de miles de fieles que lo acompañaron en la Audiencia General de este miércoles, la última dedicada a la catequesis sobre la familia, y la última antes del viaje a Cuba y Estados Unidos. En la misma, Francisco pidió oraciones por su próximo periple, así como por el Sínodo de la Familia, que arranca el 4 de octubre, y reclamó una "teología de la mujer", que "elimine estereotipos ofensivos".
"Hay muchos estereotipos, a veces incluso ofensivos, contra la mujer, que inspira el mal, como tentadora. Pero hay espacio para una teología de la mujer, que sea signo de esta bendición de Dios para ella y para su generación", señaló el Papa, quien destacó la importancia de la mujer en la historia de la Salvación, y de la complementariedad hombre-mujer en el Plan de Dios. "La mujer tiene una secreta y especial bendición para la defensa de sus criaturas del maligno. Dios la protege", recalcó Francisco.
"La familia es insustituible", proclamó el Papa, quien sostuvo que, en medio de una civilización "donde la subordinación de la ética a la lógica del beneficio goza de un gran apoyo mediático", se hace cada vez más necesaria "una nueva alianza entre el hombre y la mujer, que libere a los pueblos de la colonización del dinero y de las colonizaciones ideológicas y que oriente la política, la economía y la convivencia civil, para que la tierra sea verdaderamente un lugar habitable, donde se transmita la vida, y se perpetúe el nexo entre la memoria y la esperanza".
Para el Papa, "esta alianza entre el hombre y la mujer ha sido querida por Dios desde la creación, no sólo para velar por los intereses íntimos de la familia: a ellos les ha confiado el mundo y el proyecto de domesticarlo". Por lo tanto, recordó, "lo que ocurre entre el hombre y la mujer repercute en todo lo creado", como vemos en el relato del pecado original.
Aún así, "Dios no nos abandona, su misericordiosa protección no mengua, como muestra la especial bendición que Dios da a la mujer para defender a su criatura del maligno".
"Esta ternura de Dios la vemos sobre todo encarnada en Jesucristo, nacido de una mujer, que murió por nosotros, aun siendo nosotros pecadores", concluyó el papa, quien pidió a Dios "que avive nuestra fe en la promesa que hizo al hombre y a la mujer, y tomando conciencia de la importancia de esta alianza, que todas las familias de la tierra se sientan bendecidas por Dios y protegidas por su ternura y amor".
Al término de los saludos, Francisco recordó su viaje apostólico internacional del 19 al 28 de este mes en que visitará "con gran esperanza" Cuba y EEUU. Y explicó que el motivo principal del mismo es el VIII Encuentro Mundial de las Familias, que tendrá lugar en Filadelfia; a la vez que recordó que también irá a la sede central de la ONU, en el 70° aniversario de su institución.
El Obispo de Roma saludó con afecto al pueblo cubano y al estadounidense, quienes - dijo - guiados por sus pastores, se han preparado espiritualmente. Y pidió a todos que lo acompañen con la oración, invocando la luz y la fuerza del Espíritu Santo, junto a la intercesión de María Santísima, Patrona de Cuba como Virgen de la Caridad del Cobre, y Patrona de los Estados Unidos de América como Inmaculada Concepción.
Asimismo, el Santo Padre Francisco recordó que también el sábado próximo, en San Miniato, será proclamado beato Pío Alberto del Corona, Obispo de aquella diócesis y Fundador de las Religiosas Dominicas del Espíritu Santo.
"Él - dijo el Papa textualmente del nuevo beato - fue guía tenaz y maestro sabio del pueblo que le había sido encomendado. Que su ejemplo y su intercesión ayuden a la Iglesia a caminar según el espíritu del Evangelio, brindando frutos de obras buenas".
Texto completo de la catequesis del Papa en italiano traducido al español
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Esta es nuestra reflexión conclusiva sobre el tema del matrimonio y de la familia. Estamos en las vísperas de eventos bellos y que requieren empeño y compromiso que están directamente relacionados con este gran tema: el Encuentro Mundial de las Familias en Filadelfia y el Sínodo de los Obispos aquí en Roma. Ambos tienen un respiro mundial, que corresponde a la dimensión universal del cristianismo, pero también al alcance universal de esta comunidad humana fundamental e insustituible que es la familia.
El actual pasaje de civilización aparece marcado por los efectos a largo plazo de una sociedad administrada por la tecnocracia económica. La subordinación de la ética a la lógica de la ganancia tiene grandes recursos y de apoyo mediático enorme. En este escenario, una nueva alianza del hombre y de la mujer se convierte no solo en necesaria sino también en estratégica por la emancipación de los pueblos de la colonización del dinero. Esta alianza ¡debe volver a orientar la política, la economía y la convivencia civil! Esta decide la habitabilidad de la tierra, la transmisión del sentimiento de la vida, los vínculos de la memoria y de la esperanza.
De esta alianza, la comunidad conyugal-familiar del hombre y de la mujer es la gramática generativa, el "nudo de oro" podemos decir. La fe la recoge de la sabiduría de la creación de Dios: que ha confiado a la familia, no el cuidado de una intimidad en sí misma, sino con el emocionante proyecto de hacer "doméstico" el mundo. La familia está al inicio, a la base de esta cultura mundial que nos salva; nos salva de tantos, tantos ataques, tantas destrucciones, de tantas colonizaciones, como aquella del dinero o como aquellas ideologías que amenazan tanto el mundo. La familia es la base para defenderse.
Propio de la Palabra bíblica de la creación hemos tomado nuestra inspiración fundamental, en nuestras breves meditaciones de los miércoles sobre la familia. A esta Palabra podemos y debemos nuevamente recoger con amplitud y profundidad. Es un gran trabajo, aquel que nos espera, pero también es muy entusiasmante. La creación de Dios no es una simple premisa filosófica: ¡es el horizonte universal de la vida y de la fe! No hay un designio divino diverso de la creación y de su salvación. Es por la salvación de la creatura -de cada creatura- que Dios se ha hecho hombre: «por nosotros los hombres y por nuestra salvación», como dice el Credo. Y Jesús resucitado es el «primogénito de cada creatura» (Col 1,15).
El mundo creado está confiado al hombre y a la mujer: lo que pasa entre ellos da la marca a todo. El rechazo de la bendición de Dios llega faltamente a un delirio de omnipotencia que arruina cada cosa. Es lo que llamamos "pecado original". Y todos venimos al mundo con la herencia de esta enfermedad.
A pesar de eso, no somos malditos, ni abandonados a nosotros mismos. La antigua narración del primer amor de Dios por el hombre y la mujer, ¡tenía ya páginas escritas con fuego, al respecto! «Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo» (Gen 3,15a). Son las palabras que Dios dirige a la serpiente engañadora, encantadora. Con estas palabras Dios marca a la mujer con una barrera protectora contra el mal, a la cual ella puede recurrir -si quiere- por cada generación. Quiere decir que la mujer tiene una secreta y especial bendición, ¡para la defensa de su creatura del Maligno! Como la Mujer del Apocalipsis, que corre a esconder el hijo del Dragón. Y Dios la protege (cfr Ap 12,6)
¡Piensen cuál profundidad se abre aquí! Existen muchos lugares comunes, a veces incluso ofensivos, sobre la mujer tentadora que inspira el mal. En cambio hay espacio para una teología de la mujer que esté a la altura de esta bendición de Dios ¡para ella y para la generación!
La misericordiosa protección de Dios hacia el hombre y la mujer, en cada caso, nunca falta a ambos. ¡No olvidemos esto! El lenguaje simbólico de la Biblia nos dice que antes de alejarlos del jardín del Edén, Dios hace al hombre y a la mujer túnicas de piel y los viste (cfr Gen 3,21). Este gesto de ternura significa que también en las dolorosas consecuencias de nuestro pecado, Dios no quiere que nos quedemos desnudos y abandonados a nuestro destino de pecadores. Esta ternura divina, este cuidado hacia nosotros, la vemos encarnada en Jesús de Nazaret, hijo de Dios «nacido de mujer» (Gal 4,4). Y siempre san Pablo dice todavía: «mientras éramos todavía pecadores, Cristo ha muerto por nosotros» (Rom 5,8). Cristo, nacido de mujer, de una mujer. Es la caricia de Dios sobre nuestras llagas, sobre nuestros errores, sobre nuestros pecados. Pero Dios nos ama como somos y quiere llevarnos hacia adelante con este proyecto, y la mujer es la más fuerte que lleva adelante este proyecto.
La promesa que Dios hace al hombre y a la mujer, al inicio de la historia, incluye todos los seres humanos, hasta el final de la historia. Si tenemos fe suficiente, las familias de los pueblos de la tierra se reconocerán en esta bendición. De todos modos, cualquiera que se deja conmover por esta visión, a cualquier pueblo, nación, religión pertenezca, se ponga en camino con nosotros. Será nuestro hermano, nuestra hermana. Sin hacer proselitismo, no... Caminamos juntos, bajo esta bendición, bajo este objetivo de Dios, de hacernos a todos hermanos en la vida, en un mundo que va hacia adelante que nace propio de la familia, de la unión del hombre y de la mujer.
¡Dios les bendiga, familias de cada ángulo de la tierra! y ¡Dios les bendiga a todos ustedes!
Saludo del Papa en español:
Queridos hermanos y hermanas:
En medio de una civilización marcada fuertemente por una sociedad administrada por la tecnología económica, donde la subordinación de la ética a la lógica del beneficio goza de un grande apoyo mediático, se hace cada vez más necesaria una nueva alianza entre el hombre y la mujer, que libere a los pueblos de la colonización del dinero y de las colonizaciones ideológicas y que oriente la política, la economía y la convivencia civil, para que la tierra sea verdaderamente un lugar habitable, donde se transmita la vida, y se perpetúe el nexo entre la memoria y la esperanza.
La fe nos dice que esta alianza entre el hombre y la mujer ha sido querida por Dios desde la creación, no sólo para velar por los intereses íntimos de la familia: a ellos les ha confiado el mundo y el proyecto de domesticarlo; por lo tanto, lo que ocurre entre el hombre y la mujer repercute en todo lo creado, como vemos en el relato del pecado original. Pero Dios no nos abandona, su misericordiosa protección no mengua, como muestra la especial bendición que Dios da a la mujer para defender a su criatura del maligno.
Esta ternura de Dios la vemos sobre todo encarnada en Jesucristo, nacido de una mujer, que murió por nosotros, aun siendo nosotros pecadores.
Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica.
Pidamos a Dios que avive nuestra fe en la promesa que hizo al hombre y a la mujer, y tomando conciencia de la importancia de esta alianza, que todas las familias de la tierra se sientan bendecidas por Dios y protegidas por su ternura y amor.
Muchas gracias y que Dios los bendiga.
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