Francisco insiste en achacar la pandemia a una ‘respuesta’ de la Naturaleza a la acción del hombre

Francisco insiste en achacar la pandemia a una ‘respuesta’ de la Naturaleza a la acción del hombre

En la reciente entrevista concedida online por el Papa Francisco a su biógrafo Austen Ivereigh y reproducidas por The Tablet y Commonwealth, Su Santidad ha vuelto a señalar que no ve tanto la mano de Dios en esta pandemia como una “respuesta” de la naturaleza a la acción depredadora del hombre.

 

“No sé si se trata de una venganza de la naturaleza, pero ciertamente es una respuesta de la Naturaleza”, dice el Papa, después de que Ivereigh insinúe que la pandemia puede ser una ocasión para promover la ‘conversión ecológica’ a la que tanto se nos anima desde la cúpula eclesiástico.

¿”Ciertamente”? Salvo que se haga referencia a la realidad totalmente obvia de que toda acción provoca una reacción y que la naturaleza abarca la totalidad de los fenómenos físicos, sí, claro, naturalmente. Pero no parece que se trate de eso que, como digo, sería tautológico y apenas guardaría relación con la pregunta del entrevistador.

En otro sentido, en cambio, resulta mucho más cuestionable. Vendría a significar que la acción industrial es la que ha provocado en la ‘Naturaleza’ -que no es un ente autoconsciente y, por tanto, no puede ‘decidir’ respuesta alguna- la actual peste.

Hay algo cercano a un consenso sobre el origen humano y deliberado del virus que azota la humanidad, lo que haría bastante difícil conectarlo a un efecto de la depredación industrial prioritaria. Aunque es natural que el Papa evite esta explicación, ya que el ‘fabricante’ de este agente infeccioso, de ser efectivamente artificial, sería China, un país al que trata por todos los medios de no ofender, hasta el punto de comparar en su día la represión en Hong Kong a casos remotamente parecidos en otras partes, para evitar condenarla.

Que esta es la visión del Pontífice lo dejan claro sus siguientes palabras.

“No hemos reaccionado a catástrofes parciales”, dice. “¿Quién habla ahora de los incendios en Australia, o recuerda que, hace 18 meses, un barco podía atravesar el Polo Norte porque los hielos se habían derretido del todo? ¿Quién habla ahora de las inundaciones?”.

Seguramente Su Santidad nos perdonará que no hablemos de las inundaciones, un fenómeno recurrente desde que existe el planeta, teniendo delante de nuestros ojos esta catástrofe que nos afecta a todos. Por lo demás, y aunque confieso que no estoy ahora muy centrado en noticias del gusto de Greta Thunberg, me cuesta creer que el Polo Norte se haya derretido sin que eso sea titular de primera en toda la prensa mundial, que tanto se ha empeñado en propagar el pánico climático. En cuanto a los incendios de Australia, imagino que el Santo Padre sabe que fueron provocados y que se detuvo a los culpables.

Sobre todo, la actual pandemia aún no ha alcanzado el grado de virulencia y horror de otras pestes que nos han visitado en periodos históricos muy anteriores a la Revolución Industrial, cuando hubiera sido inconcebible atribuirlos ni a venganza ni a respuesta de la Naturaleza ante la acción humana. Eran épocas en que los Papas veían en estas catástrofes advertencias divinas, lo que parece casar con la idea de un Dios providente que tiene contados los pelos de nuestra cabeza y sin cuya aquiescencia no muere un solo gorrión.

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