Francisco y Alberto Fernández: un vínculo personal que empezó en el consultorio de un dentista

Francisco y Alberto Fernández: un vínculo personal que empezó en el consultorio de un dentista

La audiencia entre el Papa y Alberto Fernández como presidente, según destacaban ayer en la comitiva presidencial, será más bien un reencuentro. Los dos mandatarios, de hecho, se conocen desde hace mucho tiempo, cuando uno era jefe de Gabinete de Néstor Kirchner y el otro, cardenal arzobispo de Buenos Aires. Aunque el detalle más curioso es que Fernández y Jorge Bergoglio compartían en Buenos Aires odontólogo, el conocido Carlos Cecchi.

 

Fue en su moderno consultorio de Recoleta donde los dos se cruzaron poco antes de que el arzobispo de Buenos Aires viajara a Roma para participar del cónclave de marzo de 2013 en el que resultó elegido. "A ver si no volvés porque te hacen papa", le habría comentado entonces en broma Fernández, en una frase premonitoria que probablemente el Pontífice, que tiene una memoria prodigiosa, jamás olvidó.

Después de esa última vez, Fernández fue recibido por el Papa a solas en una audiencia más que reservada en la residencia de Santa Marta el 26 de enero de 2018, cuando aún nadie se imaginaba que iba a ser candidato, recordó un miembro de la comitiva. En agosto del mismo año volvieron a verse, siempre en un salón de Santa Marta, pero en una audiencia ya no a solas, sino junto al dirigente chileno Carlos Ominami y el excanciller brasileño Celso Amorin. El objetivo era la liberación de su amigo en común, el expresidente Luis Inacio "Lula" da Silva.

Si entonces Fernández conoció la austeridad de la residencia de Santa Marta, hoy para él las cosas serán muy distintas porque será recibido con todos los honores de un jefe de Estado. Como indica el protocolo de las visitas de Estado, un pelotón de guardias suizos con alabardas le dará la bienvenida en el Patio de San Dámaso. Allí la delegación será recibida por un funcionario de la Casa Pontificia que, junto a gentilhombres del Vaticano de riguroso frac, en un clima solemne, lo escoltarán, atravesando salones espectaculares, como la Sala Clementina, hasta el Salón del Tronetto, en el segundo piso del Palacio Apostólico.

Allí, el Papa saldrá al encuentro de Fernández, un momento que será filmado por el Centro Televisivo del Vaticano y que significará el primer termómetro del reencuentro. Después de un apretón de manos o un abrazo para la foto -en los que la expresión facial del Papa dará una primera pista-, los dos líderes ingresarán a la biblioteca y se sentarán uno frente al otro, en el mismo escritorio de madera en el que también estuvo Mauricio Macri, pero nunca Cristina, que siempre fue recibida por Francisco en Santa Marta o en la sala del denominado "Fungo".

Nadie sabe cuánto durará el cara a cara a solas. Una campanita avisará a los funcionarios pontificios que la reunión habrá terminado y solo entonces podrán ingresar a la Biblioteca los integrantes de la comitiva presidencial, que Fernández le presentará al Papa, uno por uno, aunque con muchos de ellos, también, ya se conocen. "Yo conviví con su arzobispado de Buenos Aires cuando fui gobernador y siempre adherí a sus ideas y ahora adherí a la encíclica Laudato Si'", recordó ayer Solá, que no ocultó que para él será muy emocionante volver a ver a Bergoglio como jefe máximo de la Iglesia Católica.

Luego vendrá el momento del intercambio de regalos. Si la actual vicepresidenta sorprendió a todos al regalarle a Francisco un juego de mate en su primera visita, en marzo de 2013, Fernández optará por algo más acorde. Le obsequiará un busto del Negro Manuel, un personaje íntimamente relacionado con la Virgen de Luján, patrona de la Argentina y figura venerada por el Papa.

El "negrito" Manuel fue un esclavo africano que fue adquirido en Brasil para realizar en 1630 un viaje a Buenos Aires junto a dos imágenes de la Virgen María que debían llegar al norte del hoy territorio argentino. Cuando la carreta tirada por bueyes de su expedición se estancó a orillas del río Luján, una caja con una de las imágenes de la Virgen, pequeña, de 38 centímetros, de terracota pintada, debió quedarse allí, para que la misión siguiera adelante con la otra. Y el Negro Manuel se quedó allí con esta Virgen, que comenzó a atraer peregrinos, sirviéndola como "ama y señora" hasta el día de su muerte.

Tal como él mismo adelantó hace unos días a través de Twitter, el Presidente le llevará también al Pontífice un telar realizado por Daniela y Diego, dos chicos con discapacidad que son miembros de la Asociación Civil Granja Andar, que lo visitaron días atrás en la Casa Rosada. Además, le regalará un libro antiguo sobre cafés y bares notables de Buenos Aires.

Por: Elisabetta Piqué

 

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