El encuentro de la Vida Consagrada

El encuentro de la Vida Consagrada

Hace unas semanas consagrados y consagradas de Buenos Aires caminamos rumbo a Villa Soldati para encontrarnos en el Complejo de los Marianistas perteneciente a la Parroquia “Nuestra Señora de Fátima”. El Señor nos regaló un día cálido y soleado en el que, entre saludos y charlas amistosas, unos 150 consagrados nos preparamos para misionar acompañados de nuestro arzobispo Mario Poli y Mons. Ernesto Giobando, obispo auxiliar de Buenos Aires. 

“Han respondido a esta convocatoria y es una gran alegría compartir con ustedes la gran alegría del Evangelio, que es signo de Resurrección (…) Recordando algunas reflexiones de la carta que les envié oportunamente, les vuelvo a decir: la identidad, el carisma más humilde de todos, no debe faltar en la Iglesia” nos animó Mons. Poli.

Luego recordó el Concilio Vaticano II; encíclicas como la Redentoris Missio y la Evangelii Gaudium y documentos de Medellín, que nos muestran el rostro misericordioso de la Iglesia, que nos invita a la misión, que es el corazón de Cristo. “Vayan y bauticen…” dicen las Escrituras por eso hoy decimos “Vamos y misionemos”. Ese es el sentido más profundo de la alegría. Recodando a un gran apóstol que dijo “la pasión es la madre de todas las virtudes”, eso debe ser la misión. El ser apostólico viene del Bautismo y debemos sacarlo afuera…

Hoy la misión toma otras formas…!! Nuestro estilo de misión tiene que tener cercanía como la tuvo Cristo, que se encarna para comprometerse con la gente; la cercanía tiene muchos rostros en nuestra cultura. Nuestro proceso para la misión debe construirse en saber “escuchar”; para anunciar primero debemos escuchar, no se puede dar el anuncio en la primera vuelta. Dios está en el centro de nuestra evangelización y nos hace audaces y creativos… La Alegría del Evangelio es nuestra alegría. Debemos llenarnos de amor, decía Santo Toribio de Mogrovejo, cuando se pidió la evangelización en lengua vernácula por eso para anunciar la Buena Noticia debemos amar a las personas, aún a las que no conocemos.

Como nos dice el Santo Padre Francisco en su Carta Apostólica…”Este Año nos llama a vivir el presente con pasión. La memoria agradecida del pasado nos impulsa, escuchando atentamente lo que el Espíritu dice a la Iglesia de hoy, a poner en práctica de manera cada vez más profunda los aspectos constitutivos de nuestra vida consagrada”.

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