Doctrina de la Fe: la monogamia no es un límite, el matrimonio es promesa de infinito

Doctrina de la Fe: la monogamia no es un límite, el matrimonio es promesa de infinito

Publicada la Nota doctrinal “Una caro. Elogio de la monogamia”, que profundiza el valor del matrimonio como “unión exclusiva y pertenencia recíproca”, una unión totalizante, que en el completo don de sí al otro respeta la dignidad. La importancia de la caridad conyugal y la atención a los pobres. La condena de la violencia, tanto física como psicológica: “El matrimonio no es posesión”. En una época individualista, educar a los jóvenes al amor como responsabilidad y esperanza en el otro.

 

“Unidad indisoluble”: la Nota doctrinal del Dicasterio para la Doctrina de la fe (Ddf) define así el matrimonio, es decir como una “unión exclusiva y pertenencia recíproca”. No es casualidad que el documento – aprobado por León XIV el pasado 21 de noviembre, memoria litúrgica de la Presentación de la Beata Virgen María, y presentado a la prensa hoy, 25 de noviembre – tenga por título “Una caro (una sola carne). Elogio de la monogamia”. En el documento se explica que aquellos que se donan a sí mismos plena y completamente al otro pueden ser solamente dos, de otra manera sería un don parcial de sí que no respeta la dignidad de la pareja.

Las motivaciones del documento

Tres son las motivaciones en el origen del texto: en primer lugar – escribe en la introducción el cardenal prefecto, Víctor Manuel Fernández — está la atención al actual “contexto global de desarrollo del poder tecnológico” que lleva al hombre a pensarse a sí mismo como “una criatura sin límites” y por tanto lejos del valor de un amor exclusivo y reservado a una sola persona. Se hace referencia también a las discusiones con los obispos africanos sobre el tema de la poligamia, recordando que “estudios en profundidad sobre las culturas africanas” desmienten “la opinión común” sobre la excepcionalidad del matrimonio monógamo. Finalmente, el documento constata, en Occidente, el crecimiento del “poliamor”, es decir formas públicas de unión no monógama.

La unidad conyugal y la unión entre Cristo y la Iglesia

En tal contexto, el documento del Ddf quiere remarcar la belleza de la unidad conyugal que, “con la ayuda de la gracia”, representa también “la unión entre Cristo y su amada esposa, la Iglesia”. Destinada sobre todo a los obispos, la Nota – subraya el cardenal Fernández – quiere ser también de ayuda a los jóvenes, a los novios, a los esposos, para que comprendan “la riqueza” del matrimonio cristiano, para estimular “una serena reflexión y una profundización prolongada” sobre el tema.

La pertenencia fundada sobre el libre consentimiento

Dividido en siete capítulos, más las conclusiones, el texto reitera que la monogamia no es una limitación, sino la posibilidad de un amor que se abre a la eternidad. Dos elementos resultan decisivos: la pertenencia recíproca y la caridad conyugal. La primera, “fundada en el libre consentimiento” de los dos cónyuges, es reflejo de la comunión trinitaria y se convierte en “una fuerte motivación para la estabilidad de la unión”. Se trata de la “pertenencia del corazón, allí donde solo Dios ve” y donde solo Él puede entrar, “sin perturbar la libertad y la identidad de la persona”.

No profanar la libertad del otro

Así entendida, “la mutua pertenencia propia del amor recíproco exclusivo implica un cuidado delicado, un santo temor de profanar la libertad del otro, que tiene la misma dignidad y por tanto los mismos derechos”. Porque quien ama, sabe que “el otro no puede ser un medio para resolver las propias insatisfacciones” y sabe que el propio vacío nunca debe ser colmado “a través del dominio del otro”. Al respecto, la Nota deplora las “muchas formas de deseo malsano que desembocan en varias manifestaciones de violencia explícita o sutil, de opresión, de presión psicológica, de control y finalmente de asfixia”. Se trata de “falta de respeto y reverencia frente a la dignidad del otro”.

El matrimonio no es posesión

Al contrario, un “nosotros dos” sano implica “la reciprocidad de dos libertades que nunca son violadas, sino que se eligen mutuamente, dejando siempre a salvo un límite que no se puede superar”. Esto sucede cuando “la persona no se pierde en la relación, no se funde con la persona amada”, en el respeto de todo amor sano “que no pretende nunca absorber al otro”. En este sentido, la Nota subraya que la pareja podrá “comprender y aceptar” un momento de reflexión o un espacio de soledad o autonomía solicitado por uno de los dos cónyuges, ya que “el matrimonio no es una posesión”, no es “una exigencia de tranquilidad absoluta” ni la liberación total de la soledad (solo Dios, de hecho, puede llenar el vacío que siente el ser humano), sino confianza y capacidad de afrontar nuevos desafíos. Al mismo tiempo, se anima a los cónyuges a no rechazarse mutuamente, ya que “cuando la distancia se vuelve demasiado frecuente, el ‘nosotros dos’ queda expuesto a su posible eclipse”.

La oración, medio valioso para crecer en el amor

La pertenencia recíproca se expresa también en la ayuda mutua entre los cónyuges para madurar como personas: en esto, la oración es “un medio valioso” con el cual la pareja puede santificarse y crecer en el amor. De este modo, se cumple la caridad conyugal, “potencia unitiva”, “don divino” pedido en la oración y nutrido en la vida sacramental y que, precisamente en el matrimonio, se convierte en “la más grande amistad” entre dos corazones cercanos, “prójimos”, que se aman y que se sienten “en casa” el uno en el otro.

Sexualidad y fecundidad

Gracias al poder transfigurador de la caridad, también será posible comprender la sexualidad “en cuerpo y alma”, es decir, no como un impulso o un desahogo, sino como “un regalo maravilloso de Dios” que conduce a la donación de sí mismo y al bien del otro, asumido en la totalidad de su persona. La caridad conyugal también se extiende a la fecundidad, “aunque esto no significa que deba ser el propósito explícito de todo acto sexual”. Al contrario, el matrimonio conserva su carácter esencial incluso si no tiene hijos. Además, se recuerda la legitimidad de respetar los períodos naturales de infertilidad.

Las redes sociales y la urgencia de una nueva pedagogía

Sin embargo, “en el contexto del individualismo consumista postmoderno” que niega el fin unitivo de la sexualidad y del matrimonio, ¿cómo se puede preservar la posibilidad de un amor fiel? La respuesta, afirma el documento, se encuentra en la educación: “El universo de las redes sociales, donde el pudor se desvanece y proliferan las violencias simbólicas y sexuales, muestra la urgencia de una nueva pedagogía”. Es necesario por tanto “preparar a las generaciones a acoger la experiencia amorosa como misterio antropológico”, presentando el amor no como mera pulsión, sino como llamada a la responsabilidad, y “capacidad de esperanza de toda la persona”.

La atención por los pobres, “antídoto” a la endogamia

La caridad de la unión conyugal se ve también en las parejas que no se cierran en el propio individualismo, sino que se abren a proyectos compartidos para “hacer algo hermoso por la comunidad y por el mundo”, en cuando que “el hombre se realiza a sí mismo poniéndose en relación con los otros y con Dios”. De lo contrario, es solo egoísmo, autoreferencialidad, endogamia que deben contrarrestarse, por ejemplo, practicando el “sentido social” de la pareja que se compromete, juntos, en la búsqueda del bien común. En este ámbito es central la atención hacia los pobres, quienes —como afirmó León XIV— son “una cuestión familiar” del cristiano, no un mero “problema social”.

El amor conyugal come promesa de infinito

En conclusión, la Nota reitera que “todo matrimonio auténtico es una unidad compuesta por dos individuos, que requiere una relación tan íntima y totalizante que no puede ser compartida con otros”. Por tanto, entre las dos propiedades esenciales del vínculo matrimonial – unidad e indisolubilidad – es la primera la que establece la segunda. Solo así el amor conyugal será una realidad dinámica, llamada a un crecimiento y un desarrollo continuos en el tiempo, en una “promesa de infinito”.

Del Libro del Génesis al magisterio de los Papas

Hay que subrayar que la Nota ofrece también un amplio excursus sobre el tema de la monogamia: a partir del Génesis, pasando por los Padres de la Iglesia y por las principales intervenciones magisteriales, hasta llegar a los filósofos y a los poetas del siglo XX, se profundiza el sentido de pertenencia que se siente en el “nosotros dos” porque al final, como decía san Agustín, “dame un corazón que ame y sentirá lo que digo”.

 

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