«Digan no a la colonización ideológica de la familia»

«Digan no a la colonización ideológica de la familia»

El Papa invitó a resistir frente a los intentos de «redefinir el matrimonio». Citó la “Humanae vitae” de Pablo VI: «advirtió a sus ovejas que estaba llegando el lobo». La invitación a los esposos: sigan soñando y no dejen de ser «novios». La anécdota sobre la estatua de San José adormentado

Frente a 20.000 personas, en el Mall of Asia Arena, un palacio deportivo inaugurado hace poco y que pertenece a la cadena de centros comerciales SM (y que transmite en directa en todas las salas de su circuito cinemaográfico en el país), Papa Francisco habló sobre la belleza de la familia. Invitó a los fieles a oponerse a una nueva forma de colonialismo ideológico, que trata de imponer nuevos modelos. 

El encuentro comenzó con el testimonio de algunas familias, como los Dizon, de la localidad de Quezan City, pobres que apoyaron para que naciera y floreciera una comunidad parroquial. O el de la conmovedora mujer que contó el drama de la migración de su marido, que se mudó a Singapur para buscar trabajo a dos años de haberse casado. O el de Renato y Anastasia Cruz, ambos sordos, que tuvieron cinco hijos y que contaron al Papa, usando el lenguaje de los sordomudos, su difícil historia. Concluyeron diciendo que quieren a Francisco y él respondió, usando los mismos gestos. 

Después de la lectura del Evangelio, que narraba la fuga hacia Egipto y los dos sueños de José, el papa tomó la palabra. Pero llamó al intérprete, pues tenía en mente improvisar para que fuera menos protocolario el discurso preparado. Recordó, leyendo en inglés la homilía, que «las Escrituras rara vez hablan de san José, pero cuando lo hacen, a menudo lo encuentran descansando, mientras un ángel le revela la voluntad de Dios en sueños. En el pasaje del Evangelio que acabamos de escuchar, nos encontramos con José que descansa no una vez sino dos veces. Esta noche me gustaría descansar en el Señor con todos vosotros, y reflexionar sobre el don de la familia». Y después añadió: «Yo vuelvo a ver a mi familia, a mi madre, a mi padre, a mi abuela… Quisiera decir algo, pero mi inglés es tan pobre…». Y prosiguió en español: «Me gusta mucho este soñar con una familia. Todas las mamás y todos los papás soñaron con su hijo durante nueve meses. ¿Es cierto o no?». Y todos respondieron: «¡Sí!». 

«Soar cómo será el hijo –continuó. No es posible una familia sin soñar. Cuando en una familia se pierde la capacidad de soñar, se pierde la capacidad de amar, los hijos no crecen… Les aconsejo que por la tarde, cuando hagan examen de consiencia, esté también esta pregunta: “¿Hoy soñé por el futuro de mis hijos? ¿Soñé con el amor de mi esposa?”… No pierdan esta capacidad de soñar, por favor… Cuántas dificultades en la vida del matrimonio se resuelven si damos espacio a los sueños, para soñar connuestro cónyuge y con sus buenas cualidades. ¡No dejen de tener la ilusión de ser todavía novios y novias!». 

«A José le fue revalada la voluntad de Dios durante el descanso –dijo, retomando el texto preparado. En este momento de descanso en el Señor, cuando nos detenemos de nuestras muchas obligaciones y actividades diarias, Dios también nos habla a nosotros». El Papa dijo que tenemos que ser capaces de «descansar en el Señor» y de «encontrar el tiempo, cada día, para rezar. Pero, ustedes podrían decirme: “Yo quisiera, pero hay mucho que hacer. Tengo que cuidar a mis hijos; tengo que hacer los deberes de la casa, estoy demasiado cansado, incluso para dormir bien”. Esto puede ser cierto, pero si nosotros no rezamos, no conoceremos nunca lo más importante de todo: la voluntad de Dios para nosotros». 

«Pero al reposo en la oración, como le sucedió a José, debe seguir que nos sacudamos el sueño, que nos levantemos y actuemos», explicó. En nuestro tiempo, Dios nos llama a reconocer los peligros que amenazan a nuestras familias y a protegerlas del mal. El Papa volvió a dejar a un lado el texto preparado para la ocasión y añadió: «Amo mucho a San José, porque es un hombre fuerte y de silencio. En mi escritorio tengo una imagen de San José durmiendo y al dormir custodia a la Iglesia. Sí, lo hace. Y cuando tengo un problema, una dificultad, escribo un recadito y lo pongo debajo de la estatua de San José, para que sueñe… es decir, para que rece por este problema». 

Después añadió el pasaje clave de todo el discurso, improvisando: «Cuidado con las colonizaciones ideológicas que quieren destruir a la familia, que no nacen de los sueños, de la oración, del encuentro con Dios, de la misión que Dios nos ha dado. Provienen de fuera, por esto digo que son colonizaciones. ¡No perdamos la libertad que Dios nos ha dado, la misión de la familia! Y así como nuestros pueblos, en determinado momento de la historia, maduraron la decisión de no a cualquier tipo de colonización política, como familias debemos ser muy sagaces, fuertes al decir no a cualquier intento de colonizar ideológicamente la familia… Y pidan a San José la inspiración para cuando tengamos que decir “Sí” y para cuando tengamos que decir “No”». 

«Aquí, en Filipinas –continuó leyendo el texto preparado– multitud de familias siguen sufriendo los efectos de los desastres naturales. La situación económica ha provocado la separación de las familias a causa de la migración y la búsqueda de empleo, y los problemas financieros gravan sobre muchos hogares. Si, por un lado, demasiadas personas viven en pobreza extrema, otras, en cambio, están atrapadas por el materialismo y un estilo de vida que destruye la vida familiar y las más elementales exigencias de la moral cristiana. La familia se ve también amenazada por el creciente intento, por parte de algunos, de redefinir la institución misma del matrimonio, guiados por el relativismo, la cultura de lo efímero, la falta de apertura a la vida». 

Francisco volvió a añadir una reflexión sin leer el texto que llevaba: «Pienso en el Beato Pablo VI; en el momento en el que se plenteó el problema del crecimiento de la población, quiso defender la apertura a la vida de la familia. Él sabía cuáles eran las difucultades de las familias, por esto era tan misericordioso con los casos particulares, y en su encíclica (“Humanae vitae”, ndr.) pidió a los confesores que fueran más comprensivos y misericordiosos. Pero vio hacia el futuro, a los pueblos de la tierra y vio esta amenaza de la destrucción de la familia mediante la privación de los hijos. Pablo VI era valiente, era un buen pastor, y advirtió a sus ovejas que estaba llegando el lobo. Que hoy nos bendiga desde el Paraíso». 

«Nuestro mundo necesita familias buenas y fuertes para superar estos peligros –afirmó el Pontífice argentino. Filipinas necesita familias santas y unidas para proteger la belleza y la verdad de la familia en el plan de Dios y para que sean un apoyo y ejemplo para otras familias. Toda amenaza para la familia es una amenaza para la propia sociedad. Como afirmaba a menudo san Juan Pablo II, el futuro de la humanidad pasa por la familia (cf. Familiaris Consortio, 85). Así pues, ¡protejan sus familias! Vean en ellas el mayor tesoro de su país y susténtentenlas siempre con la oración y la gracia de los sacramentos. Las familias siempre tendrán dificultades, así que no le añadan otras. Más bien, sean ejemplo vivo de amor, de perdón y atención. Sean santuarios de respeto a la vida, proclamando la sacralidad de toda vida humana desde su concepción hasta la muerte natural». 

 Al volver a la nunciatura, el cardenal Luis Antonio Tagle dijo a los periodistas que el Papa estaba muy emocionado con la jornada: «Filipinas son “energéticas” –dijo-, me siento más joven. ¡La juventud de la Iglesia y el futuro de la Iglesia están aquí en Asia!».

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