Así despidieron a monseñor Lona, que fuera obispo de San Luis

La misa de exequias fue presidida por el obispo de San Luis, monseñor Gabriel Bernardo Barba, quien en la homilía dijo a ver recibido numerosas expresiones de pesar por el fallecimiento de su predecesor de parte de sus hermanos en el episcopado.

La comunidad católica de San Luis dio el último adiós a monseñor Jorge Luis Lona, el sacerdote mendocino que por una década dirigió de esa jurisdicción eclesiástica fallecido el viernes 19 de agosto a los 86 años en Mendoza, donde residía.

Lona era hermano de María Inés Lona de Ábalos (82), reconocida jueza, madre de la también destacada magistrada María Gabriela Ábalos y suegra del ahora vicerrector de la UNCUYO, Gabriel Fidel. La hermana del obispo fallecido cobró relevancia internacional al sobrevivir al naufragio del crucero Costa Concordia, en el Mediterráneo italiano junto a sus otras hijas, Silvina y Valeria. Se hizo celebre su frase que calificó como "el capitán enfiestado", en referencia al responsable de la nave, Francesco Schettino.

Quién fue Jorge Lona

Si bien Lona nació en Buenos Aires en noviembre de 1935, llegó a San Juan a mediados de los '60 para afincarse íntegramente. Fue el tiempo en que se hizo cargo del INTA local con sede en la localidad sanjuanina de Pocito. 

 

Ese camino de trabajo arduo tuvo su momento impactante cuando anunciaba a comienzos de 1973 que se iría a Rosario. No era otro destino del INTA: se disponía a sumarse al seminario para transformarse en sacerdote. Un cambio interior debido al descubrimiento del "llamado divino" tuvo también en el ejemplo de su hermano Horacio un aliciente para no estimarlo como como algo alocado. Horacio llevaba más de 10 años con los Salesianos y le mostraba un estilo de vida que también lo podría realizar personalmente. De hecho, ese hermano menor llegó a ser un referente mundial en estudios bíblicos y teológicos, enseñando en Alemania.

 

Jorge Lona se ordenó sacerdote en diciembre de 1979 y a los pocos días continuó su siembra en Angaco. Sus habitantes y sus amigos del Movimiento de Cursillos de Cristiandad recuerdan con humor la llegada de este novel sacerdote de 45 años que no olvidaba su agronomía y su mirada social hacia la vida cotidiana de la gente. 

 

Sus pasos por las iglesias sanjuaninas de Luján, de La Merced o la Catedral le obtuvieron nuevas oportunidades de cultivo en mujeres y varones con quienes sostuvo servicios mancomunados de tareas eclesiásticas y de fuerte compromiso social. "Acción Católica o Cursillos de Cristiandad, la Educación y la Pastoral Social junto a monseñor Di Stéfano lo atesoraron como su sembrador preferencial, mostrando su firmeza para los tópicos coyunturales como el divorcio, la Ley Federal de Educación y otros tantos que supieron de este hombre cuya sabiduría e inteligencia ya habían traspasado la excelencia en agronomía para aplicarse en la excelencia teológica", destacó el diario La Provincia.

 

En el 2000 con la llegada del nuevo milenio, llegaría también para él una novedad: cultivar en los pagos puntanos como sucesor de monseñor Laise. Así, luego de ser ordenado obispo, asumió formalmente el 6 de junio de 2001. La altura teológica, la laboriosidad incansable en la actividad social junto a los laicos, la disputa contra la hegemonía política local y contra algunas propuestas de educación sexual o igualdad de derechos, marcaron sus pasos por la vecina provincia guiado por el lema: "Realizando la Verdad en la caridad".

 

 

Su presencia como obispo de San Luis se extendió hasta los 75 años y en febrero de 201 se trasladó a Mendoza como obispo emérito para vivir cercano a sus familiares, y continuando tareas en la Conferencia Episcopal Argentina como delegado regional de Cuyo o ayudando a la evangelización de la zona. "Es un balance feliz - afirmó por esos días - aquí viví grandes angustias, preocupaciones y tristezas, pero también enormes alegrías. He visto gente aceptar con fe la partida de alguien cercano, aceptar con felicidad la llegada de un hijo con Síndrome de Down, recibirlo como lo que es, una bendición de Dios. Eso lo hace la fe y aquí se la puede ver en su gente", subrayó. "Me llevaré de aquí su clima hermoso, su verde, sus paisajes, la gente amiga. Sólo les pido que no pierdan la confianza en Dios, él es todopoderoso, todo lo puede".

La despedida

Los restos mortales del prelado fueron trasladados desde Mendoza a la catedral San Luis Rey, de la capital sanluiseña, donde numerosos fieles se acercaron este sábado para darle el último adiós a monseñor Lona.

La misa de exequias fue presidida por el obispo de San Luis, monseñor Gabriel Bernardo Barba, quien en la homilía dijo a ver recibido numerosas expresiones de pesar por el fallecimiento de su predecesor de parte de sus hermanos en el episcopado.

El prelado citó particularmente los de monseñor Marcelo Daniel Colombo, arzobispo de Mendoza, donde prestaba servicios pastorales estos últimos años, y de monseñor Jorge Casaretto, obispo emérito de San Isidro y compañero de monseñor Lona en el Colegio Nacional Buenos Aires.

Monseñor Barba destacó el servicio pastoral que monseñor Lona ofreció en su década al frente de la diócesis de San Luis.

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