La delegación argentina, exultante por el respaldo del Papa

"Francisco es un grande entre los grandes", fue lo más escuchado entre los armenio-argentinos

"Francisco es un grande entre los grandes, no hay duda de la fidelidad a sus principios." Ésa fue la frase que más se escuchó ayer de boca de la delegación de más de 200 argentinos, que se mostraron exultantes luego de las palabras de reconocimiento del genocidio dichas por el Papa en la misa para recordar su centenario.

"Conociéndolo, yo estaba seguro de que él iba a decir la palabra «genocidio». Bergoglio no es Obama, él tiene su forma de ser y él siempre repitió lo mismo y no nos defraudó", dijo a LA NACION Kissag Mouradian, primado de la Iglesia Apostólica Armenia para la Argentina y Chile, viejo amigo del entonces arzobispo de Buenos Aires, con quien se sigue tuteando. "Nos conocemos desde su época de obispo auxiliar, cuando hacíamos conmemoraciones ecuménicas", contó.

Lo mismo destacó Claudio Avruj, subsecretario de Derechos Humanos del gobierno de la ciudad, que también asistió a la histórica misa. "No me equivoqué, sabía que iba a usar la palabra «genocidio» por su coherencia, siempre lo reconoció siendo arzobispo y me honra como judío haber estado acá", comentó.

Con más de 100.000 personas, la colectividad armenio-argentina es la primera de habla hispana de la diáspora (las mayores son las de Rusia y Estados Unidos, con dos millones cada una) y una de las mejor organizadas, con buenas estructuras y siete colegios, recordó Alberto Djeredjian, presidente del Centro Armenio. "Éste es un momento inolvidable para nosotros, ha sido un esfuerzo grande estar presentes para rendir homenaje a nuestros abuelos y no tengo palabras para destacar la actitud de fidelidad del Papa, un pastor amigo que estuvo siempre con nosotros con una palabra de consuelo y de esperanza", dijo Djeredjian, que, como los demás, subrayó que en Buenos Aires Bergoglio siempre fue un defensor de la causa armenia.

Fiel reflejo de esa relación afectiva con la comunidad armenia de su país, el viernes pasado Francisco recibió a unos 40 miembros de la delegación en audiencia privada en el Palacio Apostólico. Entonces hubo apretones de manos, abrazos y hasta se contaron chistes.

Jorge Sarafian, que le hizo de intérprete cuando viajó el patriarca de la Iglesia Armenia a la Argentina, contó emocionado que cuando Francisco lo vio, lo llamó con afecto "mi traductor".

Por otro lado, siempre por voluntad del Papa, la delegación armenio-argentina fue agasajada anteayer al mediodía con una recepción en la espectacular Casina Pio IV, sede de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales, que encabeza el arzobispo argentino Marcelo Sánchez Sorondo. Allí, el arquitecto Juan Carlos Toufeksian y Rubén Kechichian, presidente honorario de la Unión Armenia de Beneficencia, recordaron un dato significativo. Cuando tuvo lugar el 90° aniversario del genocidio armenio, Bergoglio pidió hacer en una pared al costado del altar de San José de la Catedral Metropolitana un mural conmemorativo con una placa, frente a la que se colocó una cruz de piedra blanca enviada por el patriarca armenio. "Cuando se inauguró, él no estaba porque había viajado para el cónclave de 2005. Pero aún siendo cardenal nos dijo que quería ser enterrado bajo ese mural: por San José, de quien es devoto, pero también por su amistad con los armenios", revelaron.

RELATO

Federico Gaitán Hairabedian, abogado porteño de 31 años, contó otro hecho importante. Su abuelo, hijo de sobrevivientes que lograron escapar de la masacre, había presentado por ese tema una querella en la Argentina contra el gobierno turco. Cuando su madre, que había seguido como patrocinante en la década del 90, murió en un accidente, él siguió adelante con la causa.

"En 2011 la justicia federal dictaminó que Turquía planificó el crimen de genocidio del que fueron víctimas mis bisabuelos gracias a documentación internacional que pude obtener del Vaticano", contó. "Yo era muy joven, pero en 2006 vine a buscar a la Secretaría de Estado del Vaticano documentación, misivas, cartas, correspondencia entre la Congregación de las Iglesias Orientales en el Imperio Otomano y el Vaticano, que sirvieron de prueba", subrayó.

La delegación armenio-argentina estaba al tanto de las presiones que tuvo Francisco en vísperas de la misa conmemorativa, incluso internas.

Waldir Boghossian, primado de los armenios católicos de América del Sur, contó que tuvo que intervenir directamente para que en el librito de la misa dijera "misa por los mártires del centenario". En un primer borrador, de hecho, solamente se leía "misa por la proclamación a doctor de la Iglesia de San Gregorio de Narek"..

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