David Galante Z´L : «Quien nos permitió ver a través de sus ojos».

David Galante Z´L : «Quien nos permitió ver a través de sus ojos».

 Por Claudio Avruj

Tuve el privilegio de conocerlo en abril del año 1995. Hacía pocos meses que yo había regresado de mi experiencia laboral en Bnai Brith en Panamá, y asumido la Dirección Ejecutiva Adjunta de la DAIA.

El mundo conmemoraba el 50° aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial y ello exigía a la comunidad judía que el acto Central de Iom Hashoá debía tener otra jerarquía y proyección, posibilitando volver a reunir a la mayor cantidad de gente en un evento comunitario debiendo congregar a toda la sociedad para acompañar el homenaje.

Estábamos a apenas nueves meses del atentado de 1994 a la sede de Amia/Daia.

El lugar elegido fue el teatro Gran Rex.

 

El acto no solo debía cambiar de espacio sino que además necesitaba profundizar su guión. Abrir más el prisma de cómo observar, abarcar y acompañar los esfuerzos que ya se estaban dando en la educación y la política para hablar y enseñar el Holocausto.

Era el momento cuando más y más sobrevivientes se animaban a dar su testimonio saliendo del silencio que los atormentaba y el miedo a no ser escuchados o a no ser tomadas como verdaderas sus vivencias trágicas.

El Museo de la Shoá sólo era un excelente proyecto que comenzaba sus primeros pasos.

Es en ese año que por primera vez se incluye en el ritual del encendido de velas una luminaria para rendir tributo y eternizar en la memoria el recuerdo de las Comunidades Sefardíes arrasadas por la Shoá.

En efecto, fue Fabián Yohai, directivo de la comunidad Chalom, con quien años atrás yo había trabajado allí en hadrajá, quien tomó la iniciativa y decisión para que fuera David quien encendiera esa vela.

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Tuvo razón, David tenía derecho propio para estar allí en ese momento. Y nunca más, mientras sus fuerzas se lo permitieron dejó de hacerlo, año tras año.

Descubrí luego leyendo su libro que fue en ese año 1995 que David había comenzado a dar su testimonio luego de muchos años de silencio. Causalidades con las que la vida suele sorprenderme.

«Hola muchacho», Fue siempre el saludo acompañado del beso con que me recibía en cada oportunidad que las circunstancias nos cruzaban. Esa forma de decir, de conectar con la gente y esa mirada tan particular que lo caracterizaba se que siempre me acompañarán de la misma manera a todos los que lo conocieron y disfrutaron.

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Esa mirada que daba vida y sentido a la frase que repetía en cada encuentro con los jóvenes y ante quien lo quisiera escuchar : «doy testimonio de lo que mis ojos vieron. Lo que estos ojos vieron, nunca lo podrán olvidar».

Esta frase se la escuche decir por primera vez en una charla en Universidad de La Matanza organizada por el amigo de todos Alejandro Finocchiaro y Graciela Jinich hace muchos años y me pareció de una profundidad enorme.

David Galante- Claudio Avruj

David solía decir que se puede entrar a Auschwitz pero que no se puede salir jamás de él.

El sobrevivió como tantos otros.

Guardó por años en su memoria lo que sus retinas absorbieron para que luego nos vuelva a nosotros en palabras hilvanadas una con otra en la fe en el prójimo, en el amor a la vida, en la justicia sin venganza.

David no abandonó Auschwitz porque allí quedó para siempre parte de su historia y sus afectos y porque supo que salir definitivamente implicaba el riesgo del olvido a lo que no estaba dispuesto.

En su libro: «Un día más de vida», el nos dice : «Lo que finalmente nos impulsó a hablar fue descubrir que había mucha gente que nos quería escuchar».

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David nos deja otra lección mayúscula: Los sobrevivientes no hablan por y para ellos. Lo hacen por los que no están y para nosotros, nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos.

David nos habló y nos permitió ver hacia atrás a través de sus ojos. Pero lo más importante es que nos obligó a mirar junto con él hacia adelante.

David, como todos los sobrevivientes y los seis millones de víctimas nos enseñó a ser testigos, no meros espectadores que reciben lecciones.

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Ellos sufrieron, murieron y vivieron para que nosotros vivamos.

Hoy acompañe junto a muchos via zoom a David hasta su última morada. Despedí a un maestro muy querido. Fue una despedida acompañada de mucho sentimiento, afecto y reconocimiento que se convierte en otra batalla por él ganada a los nazis y a los negadores.

Sobrevivió y cada día de su vida fue llenada con vida y su recuerdo será bendito como bendición para todos será su memoria. Algo que los perpetradores no tendrán jamás.

Baruj Daian Haemet.

Hasta siempre David, honrado de haberte conocido.

Claudio Avruj-Presidente Honorario del Museo del Holocausto

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