Cynthia Hotton: “Si no nos unimos, van a excluir los valores cristianos de la política y de la sociedad”

Cynthia Hotton: “Si no nos unimos, van a excluir los valores cristianos de la política y de la sociedad”

Cynthia Hotton es diplomática, economista y exdiputada. Fue una de las cientos de personas y organizaciones que conformaron “la lista negra” de la periodista Ingrid Beck, un trabajo financiado por la Industria del aborto. Según la fundadora de Valores Para Mi País, “nos estigmatizan y quieren que tengamos miedo de hablar para borrar nuestros principios de la sociedad” pero “la mejor forma es organizarnos y redoblar esfuerzos para que los valores vuelvan a la política”.

¿Qué sensación tuvo al ver su nombre en la lista de IPPF-WHR?

Estar en la lista de una organización financiada por la Industria del Aborto por oponernos a su negocio inhumano es un signo de persecución. Pero también evidencia que estamos en el camino correcto. Ellos son realmente los antiderechos. Y yo no me siento para nada conservadora. 

Hoy ser conservador es ser políticamente correcto, no cuestionar los falsos dogmas ideológicos ni la manipulación del ser humano. Yo soy mujer, política, profesional, madre, cristiana y provida. Eso hoy es ser disruptiva, creativa, innovadora. 

Tener valores permanentes es un acto revolucionario en un mundo donde todo cambia, donde todo se compra y se vende. Estamos ahí para representar a la gran mayoría silenciosa que piensa como nosotros. Entonces, te sentís más acompañada que nunca y con más fuerzas para seguir adelante

 

¿Cuál es la propuesta para estas elecciones?

La gente nos pide algo nuevo y pide sobre todo trabajo digno. La Argentina hoy necesita una oposición con convicciones, que ponga un freno real al kirchnerismo en lugar de hacerle el juego, que sea independiente de los grandes grupos de poder, que defienda la Constitución y las instituciones y que impulse con fuerza la economía real: la educación, la producción y el trabajo genuino.

Estamos armando un gran equipo federal con referentes de sectores productivos, empresariales, académicos, sociales y religiosos de todo el país que comparten los mismos principios: la educación, el trabajo, la honestidad, la vida y la familia.  

 

¿Qué piensa de los templos cerrados durante la pandemia?

La mayoría de nuestros gobernantes no entiende lo que significa la fe para millones de argentinos. Priorizan los partidos de fútbol y los programas de televisión… y así estamos. Tener libertad para profesar la fe y celebrar el culto religioso es un derecho constitucional, pero sobre todo, es una actividad esencial para la vida que sana y que salva, no sólo en el sentido espiritual sino también en cuanto a la salud psíquica y física. 

Quienes nos reunimos para celebrar nuestra fe sabemos que somos tal vez uno de los grupos más cuidadosos con los protocolos. Porque siempre cuidamos a todas las personas. Ahora se está volviendo a habilitar el culto pero es algo que nunca debió estar prohibido ni puede volver a estarlo. 

Necesitamos un Estado que comprenda el verdadero valor de la fe para la sociedad. La fe de un pueblo es la fuerza más potente, personal y comunitaria, para superar las dificultades. 

 

¿Cómo ve el panorama después de la legalización del aborto?

De a poco todos los argentinos vamos a empezar a comprender, con dolor, cada vez más la tragedia del aborto. Pero también tenemos que entender que los esfuerzos aislados y los personalismos no llevan a ningún lado. Tenemos que aprender a trabajar juntos, la dirigencia política y las organizaciones sociales, coordinadamente y a largo plazo. Creo que hay tres objetivos claros: 

Primero, ayudar y acompañar a las embarazadas en situación vulnerable; a mujeres y hombres víctimas del drama del aborto; a los profesionales perseguidos por oponerse al aborto, no sólo en el ámbito de la salud. Hay muchas listas negras en la Argentina que hay que romper, con nombres de periodistas, maestros, jueces, políticos. Y se rompen no con miedo ni silencio sino con el valor de decir la verdad y el apoyo de unos con otros. 

En segundo lugar, investigar y sacar la verdad a la luz. Se están ocultando muchas atrocidades: niños abortados en edad gestacional avanzada, mujeres violentadas para abortar e incluso víctimas fatales, como la joven de Mendoza, María del Valle González López. En la medida que conozcamos las verdaderas consecuencias vamos tomar conciencia de que el aborto, legal o clandestino, es un mal que hay que prevenir. 

Por último tenemos que organizar una estrategia política realista entre todos los espacios. En el corto plazo hay que generar consensos legislativos nacionales y provinciales que limiten el daño cuanto antes. Y en el largo plazo, derogar la ley. Eso lo vamos a lograr cuando la mayoría de la sociedad comprenda el error tremendo que cometimos y cuando la mayoría del Congreso y de la Corte Suprema lo entienda. Confío en que los jóvenes que hoy no dejan de luchar por las dos vidas van a ser los protagonistas del final de esta trágica ley. Es un trabajo que sólo es posible uniendo a varias generaciones. 

Y tenemos que empezar ya, en estas elecciones. Necesitamos que los buenos ciudadanos se comprometan en transformar la política y que aprendamos a votar las listas con más candidatos con valores. 

Pero también tenemos que entender que ser provida no es sólo luchar contra la ley del aborto. Es defender la vida de todos y trabajar para que todos tengan una vida digna. Es tener la mirada más amplia y más humana de los derechos humanos. Sólo así vamos a sacar la Argentina adelante y a lograr una vida más digna para todos.

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