Cuatro púrpuras contra Francisco

Resistencia a Jorge Bergoglio por parte de "los rigoristas que se agarran solo a la letra de la ley"

Por Julio Algañaraz

Después de la exhortación apostólica del papa Franciscoque fijó con su autoridad absoluta los temas del doble Sínodo (octubre 2014octubre 2015), en la Iglesia se vive una cierta confusión. El tema más controvertido, la cuestión de si a los católicos divorciados y vueltos a casar por el civil se les puede devolver los sacramentos, en especial la comunión.

La resistencia a Jorge Bergoglio por parte de "los rigoristas que se agarran solo a la letra de la ley", como dijo Francisco, está encabezada por cuatro supercardenales, "ministros" de dicasterios clave. "El clima es feo. El Papa está en la mitad del río", señala Marco Politi, uno de los mejores vaticanistas.

"La Alegría del Amor", el documento escrito por Francisco, refleja los equilibrios internos de la Iglesia como acto de gobierno del Papa. Y en este sentido, "las señales de las frenadas impuestas son vistosas". Tras la derrota del primer documento, que fue una gran victoria de los conservadores en la mitad del Sínodo de 2014, saltaron las propuestas centrales del camino penitencial de los divorciados vueltos a casar que les permitía acceder a la comunión. "Los frenazos" dieron como resultado un texto con ambigüedades, que por ejemplo no dice nada del acceso a los sacramentos, salvo en una nota al pie de página, la número 351, que hay que buscar con la lupa. Ni se habla, por supuesto de la comunión a los divorciados vueltos a casar.

Todos los demás temas que podían estar a la orden del día fueron sacados de lugar. La cuestión de las parejas de homosexuales, que en la primera propuesta aludía al carácter positivo de una pareja homosexual. También el rol de la mujer en la Iglesia, que Bergoglio quiere que sea "decisivo". O materias delicadas como los anticonceptivos y la fertilidad asistida, o las parejas de hecho, una realidad que se difunde entre "las familias como son", según el propio pontífice.

El Papa Francisco, enfrascado en roces continuos con el guardián de la ortodoxia, el prefecto para la Doctrina de la Fe, cardenal Gerhard Müller, alemán, hizo elevar la exhortación al arzobispo de Viena, el cardenal Christian Schonborn, a quien presentó como "un gran teólogo". Müller, que hasta dijo públicamente que la preparación teológica de Bergoglio era insuficiente y era necesario ayudarlo, enfatiza como los otros cardenales de la Curia en la línea rigorista que "el matrimonio es indisoluble por voluntad divina y nadie, ni un Papa, puede cambiar esta doctrina".

Al presentar el documento del Sínodo, prácticamente en nombre del Papa, Schonborndijo que el examen "caso por caso" crea una situación inevitable. "Un confesor estará más dispuesto, otro será más severo ... es el discernimiento". 

Una novedad favorable a la línea de Bergoglio -cuando era cardenal en Buenos Aires favorecía que los curas dieran los sacramentos a las parejas "non sanctas"-, llegó al Vaticano desde las Filipinas, el país católico más importante de Asia. La conferencia episcopal afirmó que "la misericordia no puede esperar".

Desde África, donde más crece el catolicismo, las cosas se ven desde otra óptica. Hay un líder que critica a los occidentales, viejos colonizadores, pero que defiende la línea ortodoxa de la Iglesia. El cardenal Robert Sarah es un rigorista de fuerte peso intelectual. De Guinea vino al Vaticano y Francisco lo promovió a "ministro" para la Educación Católica y la Disciplina de los Sacramentos. Sarah no acepta la menor concesión en la indisolubilidad del matrimonio sacramental.

En la línea de Müller y Sarah hay que señalar también al cardenal Marc Ouellet, titular del estratégico dicasterio encargado de nombrar y controlar a los obispos. Ouellet fue un "papable" cuando en marzo de 2013 el cónclave eligió a Jorge Bergoglio. Ya amenazó al menos una vez con renunciar porque sostiene que el Papa argentino le cambia las ternas de candidatos a obispos. El pontífice suele para dar vida a obispos "con olor a oveja", invariablemente en la línea progresista.

Lo mismo sostiene el cuarto supercardenal que resiste a Francisco. Pero la diferencia es que su figura está debilitada. El Papa puso al arzobispo de Sidney, Australia, cardenalGeorge Pell, en el área económica y financiera. Fue el primer cambio profundo en la reorganización de la Curia. Pero el superministro de la economía vaticana, ha dado muchos dolores de cabeza al pontífice. Su estrategia es considerada un fracaso por algunos colaboradores del Papa.

Además Pell dio demasiado que hablar cuando debió responder en videoconferencias que fueron seguidas por toda la prensa mundial, a los cuestionamientos de una comisión australiana por las acusaciones de que el cardenal cubrió la acción de varios sacerdotes pedófilos en su país.

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