Crónicas desde la periféria

Crónicas desde la periféria

Una nueva parroquia católica en el corazón de una villa de emergencia argentina. Con una nutrida concurrencia de políticos para la inauguración.

Por Alver Metalli

Desde el domingo 22 de marzo Buenos Aires tiene una nueva parroquia. Está dedicada a San Juan Bosco y se encuentra en la periferia de la capital argentina, en una amplia zona de construcciones precarias que en esta parte del hemisferio sud se llaman villas, pero que no se diferencian mucho de las favelas brasileñas o las bidonville de las grandes ciudades europeas. A este lugar la gente llega desde las provincias más pobres del norte del país, en busca de trabajo y mejores condiciones de vida que la mayoría de las veces no encuentra. El resultado es que, lo que debería ser una etapa transitoria, se prolonga indefinidamente.

El párroco de la nueva parroquia es José María di Paola, el mismo que tantas veces ha dado que hablar: por su larga relación con el Papa actual desde los tiempos en que trabajaba en otra villa en el corazón de Buenos Aires, la “21-24”, y Bergoglio lo visitaba asiduamente; por las amenazas de muerte que recibía de los narcos que allí operaban en 2009 y que lo obligaron a recluirse durante dos años en un pueblito perdido de una provincia del norte argentino; por la lucha contra la droga que retomó después, esta vez encabezando la comisión que los obispos crearon precisamente para promover en la Iglesia una acción de prevención y recuperación de toxicodependientes lo más capilar posible; por –en los últimos tiempos- la entrevista que le hizo al Papa un diario de la villa con nombre indígena y un toque anglosajón: La Cárcova news –y que provocó una gran discusión precisamente por las palabras de Francisco sobre la droga: “En Argentina, solamente puedo decir esto: hace 25 años era un lugar de paso de droga, hoy día se consume. Y no sé, creo que sí pero no sé, si también no se fabrica, o ya se destila droga”- y también las recomendaciones que el Papa hace a los políticos argentinos en plena campaña electoral con vistas a la sucesión presidencial: “que presenten programas claros, honestidad, y transparencia en el financiamiento de los partidos”.

Los políticos argentinos no faltaron a la inauguración de la parroquia villera, la primera en el populoso departamento de José León Suárez. Mezclado con la gente de la villa estaba Julián Domínguez, Presidente de la Cámara de Diputados, candidato a la sucesión de Cristina Kirchner hasta pocos días atrás y actual competidor para la gobernación de Buenos Aires, siempre dentro del kirchnerismo. Precisamente en La Cárcova, Domínguez lanzó su campaña electoral bajo el signo de una mayor atención a los sectores vulnerables de la sociedad y un desarrollo con justicia social que incluya a los que hoy están excluidos. Estaba Gabriela Michetti, ex viceintendente de Buenos Aires y actual senadora de la República por Compromiso para el cambio, la agrupación política de Mauricio Macri, a su vez candidato presidencial y antagonista de Kirchner. Michetti y Domínguez se estrecharon la mano con toda naturalidad en una de las muchas capillas sembradas por el padre Pepe en el territorio de la nueva parroquia, en obsequio al diálogo nacional que tanto reclama el Papa argentino. En el sector ubicado delante del altar estaba, junto con su equipo, el ministro de Desarrollo Social de la provincia de Buenos Aires Eduardo Aparicio, hombre de Daniel Scioli –actual gobernador y candidato presidencial-, y también Gabriel Katopodis, alineado con el Frente Renovador de otro candidato a la presidencia de distinta orientación, Sergio Massa. Asimismo se encontraban presentes –y en modo alguno la lista está completa- Jaime Perczyk, viceministro de Educación, y Víctor Ramos, del movimiento de izquierda Patria Grande.

Estaba alguien que con la política partidaria no tiene nada que ver, pero sí con la villa. Rodolfo Raúl D’Onofrio, presidente del club de fútbol River Plate, eterno rival de Boca Junior, quien en nombre de una vieja amistad con Carlos Mujica -el referente de los sacerdotes villeros, asesinado en 1974- y de su actual relación con el padre Pepe di Paola, traerá a la villa deporte y educación. D’Onofrio, entrevistado por los mismos jóvenes que interrogaron al Papa en La Cárcova news, no esquivó las preguntas. Sobre los programas del club, sobre su compromiso con la villa, sobre el Papa argentino, al que deseó “toda la fuerza del mundo”. “Tengo la impresión –declaró el popular dirigente- que quiere quedarse allí por poco tiempo, y eso me preocupa, porque me ha devuelto a mí y a muchos otros la Iglesia que queríamos, y porque tiene que llevar adelante esa transformación que hacía tanta falta”.

Estaban sobre todo los sacerdotes de otras villas argentinas, “intrépidos y contentos”, como tituló hace tiempo un diario italiano al publicar un buen artículo sobre ellos. Cerrando filas junto al padre Pepe y el obispo de la diócesis de San Martín, Guillermo Rodríguez Melgarejo.

Y bajo el sol del domingo y el polvo de las calles de tierra, estaban los fieles, muchos, muchísimos, que hasta la llegado del padre Pepe ni siquiera lo eran, porque la Iglesia Católica no estaba muy presente en ese lugar. A ellos estaba destinado el inédito mensaje de Francisco que el mismo Di Paola grabó el 17 de febrero durante su visita al Papa. Un mensaje que es al mismo tiempo un programa. “La parroquia lleva el nombre de San Juan Bosco, en el segundo centenario de su nacimiento, porque Don Bosco trabajó mucho con los niños y los jóvenes y una de las dimensiones más fuertes de esta parroquia serán los niños y los jóvenes. Para ayudarlos a integrarse, a llevar una vida digna, feliz; para que sean felices y tengan un trabajo y puedan formar una familia”.

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