El presidente de Argentina se ve mañana con el Papa
Por Raúl Juárez
Finalmente el papa Francisco recibirá a Mauricio Macri el sábado 27 de febrero en el Vaticano por primera vez desde que el Presidente asumió. Macri y Bergoglio ya se conocen y tuvieron grandes diferencias por aquellos días. Ambos coincidieron en Buenos Aires, Bergoglio cardenal y arzobispo de Buenos Aires, Macri jefe de gobierno de la misma ciudad (alcalde). Y las relaciones desde aquel entonces no quedaron en buenos términos.
La nueva canciller argentina Susana Malcorra en estos días, se esforzó en remarcar lasrelaciones solo como del tipo "protocolares", de jefe de estado a jefe de estado, pues para el caso Francisco es un "jefe de Estado".
Efectivamente, los nuevos funcionarios de la Casa Rosada ven con malos ojos el hecho que el Papa haya reaccionado poco entusiasmado por el arribo de Macri a la presidencia. Hasta la misma tardanza en recibir al nuevo presidente resulta suficientemente elocuente para la comunidad católica argentina y los medios políticos nacionales e internacionales. Más aún, siendo Francisco argentino no hizo ademán de comparecer a la tan controvertida asunción presidencial del neoliberal Macri, muy por el contrario designó al nuncio apostólico en Paraguay, Eliseo Ariotti para representarlo en los actos de asunción presidencial, autoridad de "poco rango" para los anhelos del nuevo equipo gobernante y sus grupos de poder.
Frente a la frialdad de Francisco, la canciller Malcorra ironizó: "Con el Papa tenemos una agenda rica en sustancia, no en fotos para las revistas del corazón", en un intento de mermar el impacto negativo que estaba produciendo la diferencia de trato que el pontífice estaba dispensando a Mauricio Macri comparado con el trato más llano y fluido que había establecido con la anterior jefa de estado.
El caso del encarcelamiento de la activista popular y social, Milagro Sala, de Jujuy, trajo nuevas fricciones. Acusada pero sin habérsele comprobado aún ninguna prueba de su culpabilidad y por lo tanto sin ninguna condena, permanece privada de su libertad. El grupo del Movimiento de Sacerdotes en la Opción por los Pobres se solidarizó y varios de sus miembros concelebraron misa en un acampe en protesta por al detención de Milagro Sala.
Enrique Palmeyro, un colaborador próximo al pontífice que trabajó en Scholas Ocurrentes declaró lo siguiente: "Le transmití al Papa el pedido de oración por la situación de Milagro Sala y el saludo del movimiento; y él me entregó el rosario bendecido para ella". Para rematar agregó que el Papa "está muy preocupado" por su detención. Con este gesto cargado de simbolismo, los ánimos del oficialismo se encendieron, y los medios de comunicación más poderosos en su mayoría afines a los planes implementados por Macri salieron a mostrar su enojo buscando manipular a la población en contra del Pontífice.
Mons. Jorge Lozano, obispo de Gualeguaychú y presidente de la Pastoral Social, publicó en el diario La Nación una nota titulada "Movimientos sociales bajo sospecha". Expresó que "se criticó peyorativamente en algunos medios y en las redes sociales a diversas organizaciones y a sus líderes, con el serio riesgo de generar un clima hostil e intolerante" e instó a "no caer en lo que Francisco llama ‘sutil xenofobia', bajo el noble ropaje de lucha contra la corrupción o el clientelismo"
La nueva vicepresidenta Gabriela Michetti recibió la tarea de interceptar a Bergoglio: "Calculo que considera a Sala como una dirigente social que se ha dedicado a trabajar por la gente más humilde. Lo que pasa es que cuando una sabe que está rodeada de sospechas de cuestiones más complicadas, también tiene que pensar que es una cuestión más controvertida".
El rector de la Universidad Católica Argentina, Mons Víctor Manuel Fernández, respondió en una nota en La Nación a quienes "suponen que todo lo que dice o hace el Papa tiene un mensaje meticulosamente pensado para la política argentina (...) es lo que se manifiesta en las furiosas reacciones ante el gesto del Papa al mandar un rosario a Milagro Sala". Fernández recordó que la dirigente jujeña había enviado una carta al Papa y que Francisco, para obviar palabras, "optó por mandar solo un rosario, que es un instrumento para orar, sin decir más palabras que implicaran emitir una opinión o interferir en un proceso judicial que no deja de ser formalmente dudoso en su gestación". Nadie ha respondido a Mons. Fernández hasta ahora.
En este contexto de relaciones tensas entre ambos líderes y sus asesores de confianza, el encuentro entre un naciente neoconservador Macri y un bien asentado Bergoglio estará marcada tal vez por la formalidad exagerada, Hay mucho que decir y poco que esperar de esta reunión. Claro está que en el Vaticano y en los sectores argentinos cercanos al papa Francisco no hay conformidad con los tres primeros meses de gobierno de Mauricio Macri. Más bien el tono es de alta preocupación por medidas neoliberales que se están aplicando en el país del sur.
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