Cop21: La Santa Sede lleva a París la voz de la Amazonia

Cop21: La Santa Sede lleva a París la voz de la Amazonia

La cumbre sobre el clima y el medioambiente comienza con turbulencias, pero los temas principales del debate serán cruciales. La importancia de la acción diplomacia de la Santa Sede, la voz de la Amazonia acompañada por la Iglesia en la capital francesa, un acuerdo que frene las emisiones que contaminan y que se abra al futuro

Por FRANCESCO PELOSO

CIUDAD DEL VATICANO

París vuelve a ser la capital del mundo después de los atentados del 13 de noviembre pasado, pero esta vez lo es por un evento internacional programado desde hace tiempo, es decir el inicio de la Cop21, la Conferencia mundial sobre el clima y el medioambiente,que según los deseos de muchos, debería marcar un parteaguas a favor de una reducción neta de las emisiones que contaminan. En este frente, como se sabe, la Iglesia está muy comprometida; la Santa Sede trabaja para un acuerdo final capaz de comprometer a los gobiernos, empezando por los de los países más ricos e industrializados, pero también a las potencias emergentes. El objetivo es que hagan un cambio virtuoso. Y si la inauguración de la conferencia fue acompañado con una manifestación no autorizada, con los inevitables enfrentamientos (pues la ciudad todavía vive bajo las estrictas medidas de seguridad después de los atentados terroristas), la apuesta es demasiado importante como para ser oscurecida por estos zafarranchos.

La «Laudato si’» como motor de la movilización eclesial

Por otra parte, para la Iglesia el punto de referencia obligado es la «Laudado si’», la encíclica de Papa Francisco dedicada a la defensa de la Creación y a la relación entre el medioambiente, el nuevo modelo de desarrollo y la pobreza en una visión cristiana, partiendo del Cántico franciscano. Mientras tanto, hace algunos días, el cardenal Claudio Hummes entregó al gobierno francés y a los delegados de la Cop21 una petición con cientos de miles de firmas de 130 diferentes países del mundo; en el texto se pide una disminución de las emisiones de anhídrido carbónico, la creación de un programa que lleve a la superación del uso de combustibles fósiles, la absoluta «descarbonización» del planeta antes de 2050. EL texto fue firmado también por el cardenal Peter Turkson, presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, por el cardenal Luis Antonio Tagle, arzobispo de Manila y presidente de la Cáritas Internationalis, y por el mismo Pontífice. Mientras tanto, el cardenal Turkson invitó a todos los obispos del mundo a promover iniciativas y momentos de reflexión, celebraciones religiosas, sobre los temas del medioambiente, de la defensa de la Creación y sobre el calentamiento global.

Las poblaciones indigenas y la Iglesia

Un impulso importante en la participación activa de la Iglesia en la conferencia parisina nace de la región del Amazonas, en donde el movimiento Repam, la red eclesial panamazónica (promovida por el Celam, el Consejo Episcopal Latinoamericano y que está activa en 9 países) que engloba a diferentes diócesis locales comprometidas en la defensa de la biodiversidad de la gran selva tropical. Hace algunos días, la red se reunió en Bogotá, Colombia, en vista justamente de la cumbre de París. La Repam, como ha explicado su secretario Mauricio Lopez, «nace en otoño de 2014 por la necesidad de responde como Iglesia a los desafíos de esa gran territorio, en donde existen grandes presiones e intereses, empezando por las actividades de extracción». «Al mismo tiempo —explicó— nos hemos dado cuenta de que la Iglesia tiene una presencia fuerte en la zona, pero muy fragmentada. De allí el nacimiento de la Repam, para crear una plataforma en la que poder intercambiar las experiencias, reforzar nuestro compromiso, para responder al proyecto enunciado por el Papa en la Laudado si’». En este contexto, particularmente importante ha sido la alianza entre la Iglesia y las poblaciones indígenas de la zona, pues estas últimas necesitaban un interlocutor capaz de llevar sus peticiones a las sedes internacionales en las que se toman decisiones de peso.

En la región se siguen verificando las persecuciones y los homicidios de todos los que (ya sean campesinos o activistas) se oponen a la deforestación y a la explotación minera indiscriminada y que es capaz de destruir enteras porciones de la selva. Según el secretario de la Repam, «escuchar a las comunidades indígenas era un tema ineludible; hasta ahora había estado ausente en la vida de la Iglesia la escucha activa de estos pueblos». En este sentido, en el diálogo y en la última reunión de la Repam se indicó que «ser católicos y ser indigenas forma parte de su identidad, no hay ruptura: indígenas con una misión popular, pero al mismo tiempo creyentes llamados a la construcción del Reino. Por ello, es importante caminar juntos, defender el territorio y el medioambiente con ellos, que son los más vulnerables. Y llevaremos su voz a París, participando en la Conferencia sobre el clima».

La acción diplomacia de la Santa Sede

Si este es el nivel de la movilización global, hay otro nivel más institucional. La Santa Sede trata de jugar un papel importante en París mediante la diplomacia, convirtiéndose en uno de los puntos de referencia para los países que sufren más que otros, desde África hasta Oceanía, pasando por América Latina, las consecuencias del cambio climático. Explicó el aporte del Vaticano en el proceso que llevó a la programación de la Conferencia de París mons. Paul Gallagher, «ministro del Exterior» vaticano. Durante un reciente encuentro promovido por el Pontificio Consejo para la Salud sobre el tema de la acogida de l hombre y del planeta, el Secretario para las relaciones con los estados indicó las dos direcciones de la acción de la Iglesia: «Por una parte, mediante el aporte directo a las negociaciones en curso por parte de la Santa Sede durante los diferentes encuentros de trabajo del grupo de la Convención encargado de negociar el acuerdo que será adoptado en París». Y también mediante «las diferentes actividades de reflexión y profundización de la Santa Sede en tal ámbito» e impulsando «a los organismos de la Iglesia católica a aportar» contenidos y propuestas concretas.

A nivel diplomático, explicó Gallagher, la estrategia del Vaticano puede ser resumida en tres puntos: «Anclar el acuerdo a una clara dirección ética; promover que se consigan tres objetivos entre sí relacionados: atenuar el impacto del cambio climático, contrarrestar la pobreza y hacer florecer la dignidad humana», y «mantener la mirada fija en el futuro». Este último objetivo prevé sucesivas verificaciones del proceso de los compromisos asumidos y un seguimiento transparente de los mismos; al mismo tiempo, el acuerdo alcanzado deberá ser adoptado también por las poblaciones locales, por lo que será necesario poner en marcha procesos de participación local, empezando por las poblaciones indígenas.

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