"La conversión del papado y la reforma de la curia vaticana. Cambio de rumbo"

"Una batería de propuestas para enderezar la deriva autoritaria del magisterio eclesial"

Cuentan fuentes dignas de todo crédito que cuando José Beltrán, nuevo director de Vida Nueva en Argentina y portavoz de la Conferencia Episcopal Argentina en los tiempos en que J. Bergoglio la presidía, fue a visitar al papa Francisco, le llevó como regalo el último libro de Jesus Martinez Gordo "La conversión del papado y la reforma de la curia vaticana. Cambio de rumbo" y que el papa, agradeciéndole el obsequio, miró la cubierta del libro, leyó el título y le dijo: ‘Lo leeré'.

Y ¿qué se va a encontrar el papa en este libro de J. Martinez Gordo?

Pues, primero, una explicación actual y detallada, clara y sistemática, del ministerio docente de la Iglesia Católica; en segundo lugar, la historia de la recepción fallida de las propuestas de armonización del magisterio papal con el de la colegialidad de los obispos, aprobada en el Vaticano II; y, en tercer lugar, una batería de propuestas para enderezar la deriva autoritaria del magisterio eclesial, iniciada por Pablo VI y fuertemente reafirmada por Juan Pablo II y Benedicto XVI. Todo esto expuesto en un lenguaje didáctico y asequible para el lector medio de este tipo de libros, sin perjuicio del rigor teológico que el tema requiere.

En la primera parte del libro, titulada ‘Magisterio y primado', el autor explica qué se debe entender, a la luz del Vaticano II, por apostolicidad, colegialidad y sinodalidad, para, a continuación, explicar en qué consiste el magisterio "auténtico", el "ordinario y universal" de los obispos con el papa, el "ex cathedra" o "ex sese" del sucesor de Pedro, el del pueblo de Dios ("sensus fidei" o "sensus fidelium") y la sorprendente historia de por qué el papa -a pesar de lo aprobado- puede gobernar la Iglesia "según su propio criterio" ("propia discretio") y "como le plazca" ("ad placitum").

En la segunda parte, titulada ‘La recepción fallida', J. Martínez Gordo ofrece una exposición pormenorizada de las principales propuestas que los papas, la curia y los teólogos católicos han efectuado entre 1963 (elección de Pablo VI) y 2013 (renuncia de Benedicto XVI), buscando la armonización entre el magisterio petrino y el de los obispos.

El autor explica breve, pero agudamente, los posicionamientos sobre este tema de importantes teólogos como Hans Urs von Balthasar, Joseph Ratzinger, Avery Dulles, Ladislas Örsy, J. R. Quinn, ... También analiza la repercusión negativa que han tenido en el ejercicio del ministerio docente de la Iglesia Católica la "Nota explicativa previa", añadida extrañamente (al no ser aprobada por los padres conciliares ni estar formalmente ratificada por Pablo VI) al final de la Constitución dogmática "Lumen Gentium" y la redacción restrictiva sobre la colegialidad episcopal del nuevo "Código de derecho canónico" (1983).

Además se detiene a comentar la distinción y las relaciones entre la iglesia local o particular y la universal, objeto de un famoso debate entre W. Kasper y J. Ratzingery señala las interpretaciones, generalmente limitativas, que sobre estos temas emitió durante los últimos cuarenta años la Congregación para la doctrina de la Fe, pese a los pronunciamientos más aperturistas del Sínodo extraordinario de Obispos en 1985 y de la petición de ayuda de Juan Pablo II para encontrar una forma de ejercicio del primado, que no fuese obstáculo, sino vehículo e impulso para unión entre los cristianos.

A fin de facilitar la armonización del ministerio docente en la Iglesia Católica entre los que tratan de reforzar la enseñanza exclusivamente unipersonal el Papa y los que, al amparo del Concilio Vaticano II, defienden una participación creciente del colegio de obispos y, a su nivel, de todos los bautizados en general, en la gobernanza de la Iglesia, el autor realiza en la III parte del libro una serie de propuestas que marcan sendas por las que enderezar el rumbo en los próximos años.

Señala, en primer lugar, que lo normal en la gobernanza de la Iglesia católica es que ésta sea colegiada y corresponsable y que, si ha de ser unipersonal, lo sea exclusivamente en situaciones excepcionales, por lo que propone un ejercicio del primado normalmente colegial y policéntrico. Señala, a continuación, la importancia de aumentar el protagonismo de los obispos, vicarios y legados de Cristo, y no del papa, para lo que propone a) modificar el actual juramento de fidelidad de éstos al papa y a la curia, b) una regulación menos restrictiva que la actual de los sínodos diocesanos y que c) los Sínodos de los obispos sean normalmente deliberativos y no meramente consultivos.

Subraya, además, el reconocimiento de la capacidad magisterial de las conferencias episcopales. También incide en una modificación en el sistema de elección y nombramiento de los obispos, de modo que ésta se pactada entre los representantes de las respectivas diócesis con la sede primada y finalmente insiste en la necesidad de avanzar hacia una curia vaticana que sea subsidiaria a los obispos con el papa y nunca por encima de ellos.

Propuestas razonables (y algunas de ellas, audaces) en línea con el espíritu de comunión y corresponsabilidad señalado por el Concilio Vaticano II para la Iglesia y en cuya paulatina puesta en marcha el autor se muestra esperanzado, por las perspectivas abiertas en la Iglesia Católica tras la elección del Papa Francisco. En estos momentos -dice J. Martinez Gordo- es posible el cambio de rumbo en la gobernanza de la Iglesia, algo que, sólo hace dos años, era absolutamente impensable.

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