La comunidad riojana destacó la entrega de los cuatro beatos mártires

La comunidad riojana destacó la entrega de los cuatro beatos mártires

La memoria litúrgica de Enrique Angelelli, Carlos Murias y Gabriel Longueville, y Wenceslao Pedernera se celebró en la catedral local. También hubo homenaje a los sacerdotes en el lugar del martirio.

La comunidad diocesana de La Rioja celebró el 17 de julio la memoria litúrgica de los mártires riojanos -monseñor Enrique Angelelli, los sacerdotes Carlos Murias y Gabriel Longueville y el laico Wenceslao Pedernera- en la catedral y santuario San Nicolás de Bari, en el marco de las celebraciones por el centenario del nacimiento de obispo mártir.

Con un templo colmado de fieles de diferentes comunidades, principalmente de la parroquia Beatos Mártires, la misa fue presidida por el obispo de La Rioja, monseñor Dante Braida y concelebrada por el cardenal electo Ángel Rossi SJ, arzobispo de Córdoba; monseñor Ricardo Araya, obispo de Cruz del Eje; monseñor Enrique Martínez Ossola, obispo auxiliar de Santiago del Estero; el provincial de los Franciscanos Conventuales, fray Javier Fontana, y varios sacerdotes de La Rioja y otras provincias.

De la celebración participó “Coca”, viuda del beato Pedernera, junto a una de sus hijas de nombre Susana, y dos de sus nietos. Llegada de Córdoba, también estuvo en la ceremonia Marilé Angelelli, sobrina del beato obispo, y personas que conocieron a los mártires.

En su homilía, monseñor Rossi destacó la dimensión profética de los beatos y su desvelo por construir el Reino de Dios en la tierra encarnando las bienaventuranzas, entregándose plenamente a Dios y en Él a los hermanos.

El futuro purpurado llamó a hacer memoria agradecida por la ofrenda de sus vidas y citó varias homilías de monseñor Angelelli, entre ellas un pronunciada un mes antes de su martirio: “Miremos el futuro con confianza y con esperanza, aunque el camino de cada día esté sembrado de cruces”.

Al finalizar la misa se realizó una procesión por el centro de La Rioja presidida por la imagen del beato Angelelli, quien recibió las vivas y cariño de su pueblo.

Susana Pedernera, quien tenía 7 años cuando asesinaron a su padre, dijo que era una persona muy buena y cariñosa con una profunda fe. Marilé, sobrina de Angelelli, tenía 26 años cuando lo martirizaron, y contó que su tío le enseñó a andar en la vida, era su padre, su maestro, su compinche.

Celebración de los beatos Longueville y Murias en Chamical

Coincidiendo con la fecha de sus martirios, el 18 de julio, en la Gruta de Bajo de Lucas (lugar en donde encontraron sus cadáveres), un nutrido pueblo celebró junto a sus pastores a los beatos Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville, asesinados en 1976.

Desde temprano, grupos de jóvenes caminaron desde Olta y Chamical rumbo a la gruta con carteles y cantos de los cuatro mártires, portando la cruz que los vecinos pusieron en honor de los sacerdotes luego de su muerte. También llegaron en auto y colectivos fieles de varias partes de La Rioja, Misiones, Córdoba, Santa Fe y Mendoza.

El clima de fiesta se vivía desde antes de la Eucaristía, y se acrecentó con la llegada de los jóvenes que portaban carteles y marionetas de los cuatro mártires. La procesión de entrada se hizo desde el lugar que está al lado de la vía donde encontraron los cadáveres de los sacerdotes asesinados.

La misa estuvo presidida por monseñor Braida y concelebrada por el arzobispo Rossi y los obispos Araya y Martínez Ossola, además de fray Fontana y sacerdotes de la región.

En su homilía, monseñor Braida dijo que ese lugar (Bajo de Lucas) es una fuente de gracia y se llega allí movidos por estos mártires que dieron su vida por el Evangelio y por el pueblo de Dios.

“En el Evangelio las Bienaventuranzas hablan de un llamado a la felicidad plena. Estamos en este lugar en donde hubo tortura, crueldad y muerte y a la vez es el lugar en donde comenzó la vida plena de nuestros queridos Carlos y Gabriel. Aquí ellos recibieron la recompensa prometida a los pobres y a los perseguidos, por eso este es también un lugar de consuelo y esperanza en donde se manifiesta el triunfo de la caridad sobre el odio, el triunfo de la vida sobre la muerte”, expresó el prelado.

También relató que “ninguno de los cuatro mártires nació en esta tierra, ellos desprendiéndose de lugares, vínculos, historias, fueron traídos a este lugar en donde dieron sus vidas”, lo que habla de la pobreza de espíritu para entregarse a Dios.

A su vez, monseñor Braida invitó a los jóvenes a que sean protagonistas en este tiempo de la Iglesia y de la sociedad, “que le den lugar a esos sueños que tienen, de una vida plena, de un mundo mejor, de una sociedad que brinde posibilidades a todos”.

“Dejen que el fuego del Evangelio encienda sus vidas, denle lugar a esas iniciativas para enfrentar este tiempo. miren en silencio a Dios y pregúntenle qué quiere de la vida de ustedes; y si Dios los llama a un proyecto de familia no tengan miedo de abrazar ese hermoso camino como lo hizo Wenceslao, si los llama a la vida consagrada o sacerdotal no tengan miedo porque vale la pena y Dios de tantas maneras nos recompensa en este camino y si están llamados a luchar por las injusticias de este tiempo, no tengamos miedo a juntarnos y abrir juntos caminos”, animó.

“A los adultos les pido que estén cerca de los jóvenes, que los acompañemos, alentemos, comprendamos, que nunca los dejemos solos. Queremos ser una Iglesia que se rejuvenezca con la participación activa de nuestros queridos jóvenes”, añadió, dando gracias a Dios por los padres de los cuatro mártires, por sus familias, por las comunidades en donde ellos crecieron y maduraron.

La bendición final de la misa se hizo en el lugar donde fueron hallados los cuerpos sin vida y allí con gran recogimiento todos dieron gracias por sus vidas.

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