Comunicado de la Presidencia de la CEP

Comunicado de la Presidencia de la CEP

Como Iglesia es importante reflexionar sobre el proyecto de ley de Protección Integral de la Mujer contra toda forma de violencia, nacido con el objetivo loable de evitar todo tipo de violencia contra la mujer en cualquier ámbito de su vida, sea familiar, laboral o social.

Al proyecto de ley, aprobado recientemente en Cámara de Diputados y cuyo tratamiento en Cámara de Senadores está previsto para esta semana, se han agregado artículos que contienen conceptos que vulneran sus fines originales.

En efecto, contiene afirmaciones derivadas de la “ideología de género”, una colonización ideológica que pretende que la protección planteada por la legislación en  debateincluya a varones que se consideran a sí mismos como mujeres.

Benedicto XVI recordaba«lo que con frecuencia se expresa y entiende con el término “gender”, se reduce en definitiva a la auto-emancipación del hombre de la creación y del Creador», precisamente porque «el hombre quiere hacerse por sí solo y disponer siempre y exclusivamente por sí solo de lo que le atañe», si bien «de este modo vive contra la verdad, vive contra el Espíritu creador». (Curia Romana, 22 de diciembre de 2008)

En la Encíclica Caritas in Veritate, Benedicto XVI también dice: «la Iglesia, que se interesa por el verdadero desarrollo del hombre, exhorta a éste a que respete los valores humanos también en el ejercicio de la sexualidad», que «no puede quedar reducida a un mero hecho hedonista y lúdico, del mismo modo que la educación sexual no se puede limitar a una instrucción técnica, con la única preocupación de proteger a los interesados de eventuales contagios o del ‘riesgo’ de procrear». Por ello, el Santo Padre exhortaba a recurrir a «la competencia primordial que en este campo tienen las familias respecto del Estado y sus políticas restrictivas» (n. 44).

Estamos frente al intento de una verdadera revolución antropológica a la que como Iglesia no podemos asistir pasivamente. Por tanto, exhortamos a los señores senadores a reflexionar en torno la confusión a que se presta este juego de conceptos.

Les exhortamos a pasar a la historia como sostenedores de las tradiciones familiares del Paraguay y no como artífices de la contracultura y la confusión. Les rogamos que hagan aquel bien para el que fueron elegidos.

Siempre abiertos al diálogo y a la sana cooperación, planteamos los ideales cristianos con pleno respeto por las posiciones discrepantes y también con una firme convicción sustentada en sólidas razones científicas, racionales, éticas y jurídicas, sin abandonar nunca los principios que son irrenunciables para un católico.

15 de noviembre de 2016

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