Beda Docampo Feijoó es el director de la co-producción española que se está filmando en diferentes locaciones de la ciudad y que tiene como protagonista a Darío Grandinetti. Una mirada detallada desde adentro del rodaje.
El camión del catering avanza por la avenida Chorroarín y dobla, cuando el semáforo se lo permite, en Warnes. Entran por la puerta más grande del Hogar San Martín, una de las 45 locaciones elegidas para la filmación de la coproducción argentino-española Francisco: el Padre Jorge, a cargo de Beda Docampo, que tiene a Darío Grandinetti como responsable de encarnar al máximo representante de la Iglesia católica.
El gran parque del fondo es el lugar del estacionamiento para el camión de los alimentos. Las delicias se despliegan para el almuerzo. Tiene que alimentar a las 70 personas, todas las que trabajan en la filmación: carne, ensaladas, tartas, frutas, postres variados, son algunos de las deleites. La hora del almuerzo es el momento cuando todos se reúnen y planifican la segunda parte del día. "Es necesario para que todo salga a tiempo. Hasta ahora no hicimos ni una hora extra y, de hecho, siempre terminamos un ratito antes", cuenta uno de los encargados de la producción.
Serán en total ocho semanas de rodaje. Seis en la Argentina, una en Europa (Madrid y Roma). En el tráiler de vestuario preparan la sotana de el hombre más famoso del mundo, mientras que el asistente le transmite órdenes por el handy. Sumergido en su papel de Jorge Bergoglio, Grandinetti ve llegar al camión. De la comida, hoy comerá ensalada.
EL LARGO CAMINO AL VATICANO. "Esta es una película de personajes", dice el director. "Tiene dos secretos: que el guión permita actuar y que tengas a los actores indicados", continúa. "Yo lo que hice es –previa lectura del guión– buscar grandísimos actores y darles el material para que se encuentren con una verdad, que es necesaria para que el público sienta cercanía con la historia." La directora del casting lo confirma: Beda le dijo: "Yo, actores correctos no quiero. Quiero los mejores."
En algunas semanas reconstruirán la Capilla Sixtina en Madrid. Además, están arreglando papeles de un día con actores europeos. Eso son los temas que se charlan durante el almuerzo. "El desafío de tener varias locaciones es un quilombo de organización, pero está muy bien; tenemos que tener muchos lugares porque estaba en todos lados. No era un cura de escritorio", dice Beda y, como es el director, varios de la tropa asienten aunque no están tan convencidos.
En el Hogar San Martín se rodó una lavada de pies, también se realizaron imágenes en un hospital de niños y se reprodujo un centro de rehabilitación. Entre las locaciones también se filmó en villas miseria y en distintos lugares de la ciudad. Uno de ellos, quizás una de las escenas más tensas de la película, fue rodada la semana pasada.
Los técnicos todavía hablan de esa escena que narrará el encuentro entre un joven Jorge Bergoglio con Emilio Massera, jefe de la Armada argentina en la última dictadura. "Esta escena transcurre en los '70, cuando Bergoglio viene a hablar con Massera por segunda vez para preguntarle por dos jesuitas desaparecidos. Según sabemos, Bergoglio estuvo dos veces con Massera y una vez con Videla. Finalmente, los jesuitas aparecieron vivos", explicó Grandinetti sobre la recreación del hecho, filmado en el salón Montevideo de la Legislatura porteña.
ES UNA FICCIÓN DONDE EL PERSONAJE ES REAL. "Las expectativas son ajenas a mí", dice Beda. Él sólo quiere hacer lo mejor que pueda ese guión. Cuenta con Kiko de la Rica, el director de fotografía ganador del premio Goya a la mejor fotografía en 2013 por Blancanieves, y es el que trabaja en todas las películas de Alex de la Iglesia.
Además, para poner a Grandinetti en modo Bergoglio se trajo a José Quetglás, el maquillador en jefe de films como Torrente 5. Operación Eurovegas, Balada triste de trompeta y El laberinto del fauno, entre muchas otras. El actor dice: "Sé que no me parezco a Bergoglio, pero no importa, porque no es esa la idea de esta película, lo central de este film pasa por la historia que se armó, la narración de ese tipo común que hoy es el máximo referente de una de las religiones más importantes de nuestro planeta." Por eso deja que Quetglás le ponga la peluca y lo tenga un rato con el secador de pelo frente a la cara.
Grandinetti, distendido, opina que Bergoglio es "capaz de intentar cambios históricos en la Iglesia", y que "interpretar a un Papa tiene lo suyo, pero lo que más disfruto es hacer a este, que es nuestro y que está intentando hacer cosas que corresponden y que son coherentes con lo que dice". Agrega: "En ese sentido, lo que sopesé al momento de aceptar el papel fue que se tratara de un proyecto serio, sin escatimar en nada para que salga bien, porque además refiere al hombre más famoso del mundo", añadió el internacional actor rosarino que, espera, "podamos entender por qué este Papa es Francisco".
Para el rosarino, es inevitable saber que está interpretando a alguien real, que además es un Papa y que no es un tipo cualquiera. "En mi caso, no me condiciona sino más bien me gusta. Yo disfruto de hacer de este Papa, que está intentando hacer esas que todos alguna vez hemos deseado que la Iglesia haga, si bien para que sea una institución que se transforme en lo que muchos deseamos falta mucho tiempo, particularmente el trabajo que está haciendo a todos nos llena de optimismo y esperanza. Con el poder que tiene la Iglesia, que se acerque a la gente es algo positivo que merece ser celebrado a través del arte, por ejemplo, y de todas las formas posibles que estén a nuestro alcance."
Con Beda, el director ya había trabajado. Así que, con Darío Grandinetti, la dinámica de filmación es abierta, es charlada, es con sugerencias constantes en ambas direcciones, para nada dogmáticas. "Yo soy un actor al que le gusta opinar sobre el trabajo. Me parece que los actores hay cosas que sabemos y, en la medida en que el director no sienta que le estamos robando la película, los aportes que uno trata de hacer son para mejorar su visión desde lo práctico. La palabra final siempre es de él, eso lo tengo claro", esclarece el actor mientras le retocan el maquillaje. "No soy conflictivo, ni de cambiar cosas sin consultar, pero hay cosas que uno va sintiendo que hay que ir modificando sobre la marcha. Leyéndolas, incluso ensayándolas, no aparecen y recién asoman al hacer el personaje. A medida que van pasando las horas y los días todo cambia, pasa eso de pensar de una manera y ahora de otra. Esa dinámica tiene que ser contemplada", comenta.
En este set todos opinan igual: el personaje de Grandinetti es un ejemplo para todos los tipos del mundo que tengan el poder. Un tipo que no usa ese poder para sí mismo, sino para ayudar a los demás, un tipo ejemplar. Por eso le hacen una película.
Mirar a Bergoglio a través de una película. Esa es la intención que se repite en la cabeza Beda cuando grita por última vez en el día la palabra que le da identidad de líder de este trabajo en proceso: "¡Acción!"
El film en proceso
Esta película está basada en el best seller Francisco. Vida y revolución, de la corresponsal de La Nación en El Vaticano Elisabetta Pique, narrará los momentos más significativos y relevantes en la vida del cura, hijo de inmigrantes italianos, convertido en Sumo Pontífice. El recorrido de la vida del que fue durante años Arzobispo de Buenos Aires tocará, además del trascendental tema de la dictadura argentina, su trabajo en las villas de emergencia, su lucha contra la prostitución, el trabajo esclavo, la droga y la corrupción.
Francisco: el padre Jorge, cuyo reparto se completa por la española Silvia Abascal, Leonor Manso, Laura Novoa, Leticia Brédice, Carola Reyna, Jorge Marrale y Alejandro Awada, continuará su rodaje, calculado en nueve semanas, en las ciudades de Madrid y Roma.
Darío grandinetti, uno de los papas
Mientras se trabaja en este film, se está rodando otra producción sobre la historia del Sumo Pontífice: Llámenme Francisco, una producción italiana dirigida por Daniele Luchetti que abarca 50 años de la vida de Jorge Mario Bergoglio, que será interpretado por Rodrigo de la Serna. El filme, que tiene un presupuesto de 10 millones de euros, comenzó a rodarse hace un mes en Buenos Aires (donde le quedan todavía tres semanas para luego pasar por Alemania y terminar en Italia).
El Papa de la producción española, Darío Grandinetti, cuenta su charla con el otro Papa. “Con Rodrigo nos divierte la situación; nosotros nos conocemos, nos queremos, nos respetamos, tenemos una relación no de profunda amistad, pero sí de cariño, y nos reímos mucho. Estamos en lo mismo,” dice el rosarino. Darío contó que al enterarse lo llamó a su colega para charlar del personaje.
–¿Que se dijeron cuando hablaron?
–Nos dijimos lo mismo: disfrutemos de esto, está bueno y no nos dejemos comer por la expectativa que genera afuera. Nada más.
el creador del film A pesar que nació en España, el 26 de abril de 1948, Beda Docampo Feijóo, el director y guionista de Francisco: el padre Jorge, se considera un porteño de alma, ya que de chico se vino a vivir a nuestro país. En 1974 obtuvo el título de Abogado en la Universidad de Buenos Aires y en 1978 se recibió de Director de Cine en el Instituto Nacional de Cinematografía.
Se desempeñó como profesor del INC (1984-1986) y como profesor de la Universidad del Cine (1989-1994). Publicó la novela Venden la Pluma (1988) y el libro Una estructura a la espera (1993) entre otros premios.
Como director tiene una larga lista de películas: Debajo del mundo(1987), Los amores de Kafka(1988), El marido perfecto(1992) El mundo contra mí (1996), Buenos Aires me mata (1998), Ojos que no ven (1999) y Quiéreme (2007) donde trabajó con Darío Grandinetti, el actor que eligió para este proyecto.
"Pablo Bossi, el productor me propuso hacerlo y me encantó. Yo lo que hice, basado en pequeños datos reales de su biografía, hice una ficción para contarlo de manera más cercana al espectador; incorporé una periodista española con madre argentina que viene a Buenos Aires a descubrir a ese cura que conoció cuando le encargan un trabajo como vaticanista", cuenta Beda.
"En el conclave del 2005, ya como cardenal Bergoglio se toma el tren y me pareció un lindo lugar para que conozca a esta periodista. Crea una relación para que él pueda abordar temas diversos donde demuestre cómo era realmente. Y el disparador es esta periodista que lo indaga y quiere conocerlo. A través de sus ojos vemos la vida de Bergoglio. Al no ser porteña y no ser creyente, se interesa en él", finaliza el director.
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