Avanzan las causas para beatificar a nueve mártires argentinos

Avanzan las causas para beatificar a nueve mártires argentinos

El obispo Angelelli, dos sacerdotes y un laico asesinados en La Rioja durante la dictadura se encaminan a ser los primeros católicos martirizados en el país reconocidos por la Iglesia. Se sumarían los cinco palotinos acribillados en una iglesia porteña.

Por Sergio Rubin

El recordado obispo de La Rioja, Enrique Angelelli, los sacerdotes Gabriel Longueville y Carlos de Dios Murias y el laico Wenceslao Pedernera, asesinados en esa provincia en los primeros meses de la última dictadura militar, se encaminan a ser en los próximos años los primeros católicos martirizados en la Argentina reconocidos por la Santa Sede, lo que los convertirá en beatos. A ellos seguramente se sumarán los tres sacerdotes y dos seminaristas palotinos masacrados por entonces en la iglesia de San Patricio, en el barrio porteño de Belgrano R.

Las causas de beatificación de todos ellos están en marcha. Pero hoy por hoy el proceso de Longueville, Murias y Pedernera es el más avanzado, ya que el 15 de mayo se clausuró la primera fase -en la diócesis riojana- y ahora deberá ser analizada en la congregación para la Causa de los Santos del Vaticano. Además, el obispo de La Rioja, Marcelo Colombo, reveló días pasados que ese dicasterio dio luz verde para el inicio de la causa de Angelelli, que -por sugerencia de Roma- se unificaría con la de los dos curas y el laico.

En todos los casos, el entonces cardenal Jorge Bergoglio jugó un papel clave. Primero, al autorizar en 2005 como arzobispo de Buenos Aires, ciudad donde se produjo la masacre, el inicio de la causa de los palotinos. Y luego, en 2006, como titular del Episcopado, al darle un espaldarazo a las proyectadas de Angelelli, Longueville, Murias y Pedernera, cuando -en una ceremonia en La Rioja con motivo de cumplirse 30 años del asesinato de Angelelli-, afirmó: “La sangre de mártires es la semilla de la Iglesia”, parafraseando a Tertuliano.

La historia de los martirios en La Rioja que hoy estudia la Iglesia comienza en 1968 con la llegada a la diócesis de Angelelli. El actual vicario general, padre Enrique Martínez Ossola, cuenta a Valores Religiosos que con Angelelli se inició “un proceso de fuerte renovación” en la Iglesia provincial. “Era un obispo joven, partícipe activo del Concilio Vaticano II, que señaló y concretó cambios profundos en la vida eclesial con su propuesta de ‘caminar con y desde el pueblo’, en sencillez, fraternidad y cercanía con los que más sufren”, dice.

Con todo, Martínez Ossola afirma que esa visión pastoral de Angelelli generó “reacciones adversas en los sectores ‘de poder y prestigio’, que incluso se sentían ‘dueños’ de la Iglesia. Esto -añade- se agravó tras el golpe. El control sobre la pastoral de la Iglesia en la provincia se agudizó: interrogatorios, requisas, detenciones, denuncias anónimas que llevaban a la cárcel a inocentes. Se llegó al extremo de detener al rector del colegio Nacional J. V. González por ser ‘amigo del obispo`”, señala.

En Chamical, la noche del 18 de julio de 1976 los sacerdotes del lugar cenaban con las Hermanas Josefinas y otras dos religiosas. Al terminar la cena llamaron a la puerta dos hombres que se identificaron como policías federales que pidieron por el padre Murias, quien salió a verlos con Longueville. Al volver, dijeron que los requerían para un reconocimiento de un preso en la capital provincial. Prepararon sus bolsos y, como al día siguiente se haría un encuentro de pastoral en esa ciudad, quedaron en encontrarse todos allí.

Pero al llegar las religiosas a la ciudad no dieron con los curas, ni obtuvieron una respuesta de la policía. Al otro día, mientras volvían de sus tareas, obreros ferroviarios hallaron los cuerpos acribillados de los curas junto a las vías. Angelelli viajó a Chamical para participar del sepelio y quedarse unos días confortando a la comunidad. Una semana más tarde, en Señogasta, mataron de un escopetazo de itaka a Pedernera -dirigente del movimiento rural diocesano- en la puerta de su casa, ante su esposa y sus tres pequeñas hijas.

Finalmente, días después, al regresar a la capital provincial con uno de sus vicarios, Angelelli fue asesinado cerca del pueblo Punta de los Llanos, en un hecho presentado por las autoridades militares como un accidente automovilístico (el obispo apareció tendido junto a su coche, con un fuerte impacto en la cabeza). Pero la Justicia determinó el año pasado que su muerte no fue accidental. Y condenó a dos militares. Fueron claves para la causa dos cartas de Angelelli que estaban en los archivos vaticanos y que Francisco aportó. 

En 2011 el entonces obispo de La Rioja, monseñor Roberto Rodríguez, puso en marcha la causa de canonización de Murias, Longueville y Pedernera. “Lo hizo movido por el pedido de los fieles y con el auspicio del cardenal Bergoglio”, dice el padre Martínez Ossola. El proceso siguió en 2013 con el nuevo obispo, monseñor Colombo. Al ser ésta, como la de Angelelli, causas por martirio no hace falta determinar que Dios obró un milagro (generalmente una curación) por intercesión del o los candidatos, lo que puede acortar los tiempos para su beatificación.

-¿Qué es lo que se hizo hasta ahora en la causa a nivel local?

-Se integraron dos comisiones. La Comisión Histórica, que acopió de documentación referida a los mártires: certificados de estudios, sacramentos celebrados, cartas personales, papeles con esquemas de predicación, escritos varios, libros, folletos y publicaciones sobre ellos, además de hacer la cronología de sus vidas y una descripción de la realidad histórica (social, política, económica y religiosa) en la que se desenvolvieron los mártires. Y la comisión de entrevistas, que tuvo la tarea de tomar declaración testimonial a los testigos propuestos por el postulador de la causa, a fin de recabar la mayor cantidad de datos acerca de la vida y obra de los mártires. Ambas investigaciones son secretas y a su término las actuaciones y la documentación deben enviarse a la congregación para la Causa de los Santos del Vaticano. Esta etapa diocesana fue la que llegó a su fin días pasados.

-¿Por qué se demoró el comienzo de la causa de Angelelli?

-Porque incluso en sectores de la propia jerarquía de la Iglesia se dudaba sobre la causa de su muerte: si había sido un accidente o un asesinato. La resolución del Tribunal Federal de La Rioja, el 4 de julio de 2014, dejó en claro el panorama: monseñor Angelelli fue asesinado, y con tal conclusión, se lo puede considerar un mártir.

-¿Hubo sectores conservadores, de dentro y fuera de la Iglesia, que desalentaron en su momento el inicio de la causa?

-Es difícil probarlo, pero creo que hubo frenos de “derecha” hacia la figura de monseñor Angelelli. Monseñor Hesayne dijo en una oportunidad que a Angelelli “le quitaron la vida y ahora le quitamos su muerte”. Hubo, además, allá por fines de los años ’80, una intensa maniobra de desinformación sobre el Episcopado, basada en informes de supuestos especialistas que decían que la muerte de Angelelli fue un “accidente”. Pero el obispo Rodríguez se mostró decidido a iniciar la causa teniendo también en cuenta que, si seguía dilatándose su inicio, iba a terminar cayendo en el olvido

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-¿Se unificarán las causas de los dos sacerdotes y el laico con la de Angelelli?

-Parece ser lo conveniente porque Angelelli es el personaje central en esta historia.

-¿Qué significación tienen estas causas para la Iglesia argentina?

-Creo que la Iglesia en Argentina recuperaría una figura de una profunda vivencia cristiana. Monseñor Angelelli fue un verdadero profeta y tuvo el fin que tienen los profetas, no sin antes vivir la incomprensión y la duda sobre sus intenciones. Es un ejemplo de vida cristiana, de inserción en las cosas de todos los días, elevándolas a Dios. Sus homilías, rescatadas y publicadas por la Editorial “Tiempo Latinoamericano” de Córdoba, expresan la profundidad de su pensamiento y la firmeza de su compromiso, según sus propias palabras, con “Dios y con el Pueblo”.

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