Arancedo pidió "despertar la conciencia" ante los que sufren

Arancedo pidió

Por Federico Wals

En la Misa inaugural, el arzobispo santafesino pidió este lunes asumir el desafío de estar más cerca de los pobres. En un gesto inédito, los obispos se trasladarán el jueves por la tarde al Pequeño Cottolengo Don Orione de Claypole para conmemorar los 80 años de su fundación.

Casi un centenar de obispos comenzaron hoy la primera de las dos asambleas plenarias y anuales de la Conferencia Episcopal Argentina en las que analizarán los principales temas que preocupan a la iglesia argentina. Con la presencia del nuncio apostólico Emil Paul Tscherrig, esta tarde se presentó un panorama general sobre la realidad eclesiástica y social de las distintas diócesis para dar inicio a las 20 a la misa inaugural presidida por José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe y presidente del episcopado.

Recordando que el Papa Francisco convocó el pasado 11 de abril al Año Santo de la Misericordia (que tendrá lugar desde el 8 de diciembre hasta el 20 de noviembre de 2016), Arancedo pidió vivir este llamado con la "mirada fija en la misericordia del Padre para ser, como Iglesia, signos eficaces de su amor y obrar" y alcanzar una "meta más alta y más significativaDesde el Evangelio hablamos del perdón y la reconciliación como expresión de ese amor misericordioso" e hizo un fuerte llamado a la reconciliación como un vía para evitar la crispación social y los enfrentamientos: "Cuando la justicia se orienta a la reconciliación se abre al camino hacia la concordia, la fraternidad y la amistad social, tan necesarias en la vida y el futuro de toda comunidad."

En otro de los párrafos salientes de su corta homilía, Arancedo pidió que todos los cristianos se comprometan ante tantas situaciones de precariedad y sufrimiento; y rezó para que este Año Jubilar sea un "tiempo oportuno para despertar la conciencia a veces aletargada ante el drama de la pobreza, del pobre, del que sufre" recordando que los "pobres son los privilegiados de la misericordia divina".

Este martes los obispos se dedicarán a analizar los planes de formación de los candidatos al sacerdocio en los seminarios en vistas a una posible reforma del plan vigente. El miércoles por la mañana habrá un intercambio pastoral sobre el Sínodo de la Familia para que los obispos conozcan las conclusiones de la consulta realizada como preparación al mismo y por la tarde se analizará la realidad de la vida de los religiosos en el marco del Año de la Vida Consagrada convocado por el Vaticano. A modo de reconocimiento, los obispos también agasajarán a Mons. Héctor Villalba, arzobispo emérito de Tucumán, quien en febrero último fue creado Cardenal y por ello le han pedido que presida la Misa de ese día.

En un gesto inédito, el jueves por la tarde -por la mañana se presentarán los avances de la organización del Congreso Eucarístico Nacional 2016 y habrá un espacio de reflexión sobre la figura de Mons. Angelelli- los obispos se trasladarán al Pequeño Cottolengo Don Orione de Claypole para conmemorar los 80 años de su fundación y los 75 años de la muerte de San Luis Orione, quien vivió cinco años en Argentina y comenzó personalmente con la obra en el país.

Con motivo de los 100 años del Genocidio Armenio –y luego de la polémica por las declaraciones de Francisco pidiendo a Turquía que reconozca la matanza de armenios como un "genocidio"- el viernes a las 19 hs. se celebrará la Misa en Rito Armenio. Y las deliberaciones concluirán el sábado por la mañana.

A continuación, la homilía de monseñor José María Arancedo: 

Iniciamos en esta Asamblea un nuevo trienio de nuestro camino pastoral y de "afecto colegial", al servicio de la Iglesia en Argentina. Demos gracias a Dios por el camino recorrido, y pidamos la luz de su Espíritu para ser discípulos y testigos del evangelio. 

Qué bien nos hace escuchar la palabra del Señor a sus discípulos cuando le preguntan: ¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios? Jesús en su respuesta se presenta como el fundamento de la fe: "La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado" (Jn. 6, 29). Volvamos nuestra mirada a él que es: "nuestro principio, nuestra vida y nuestro guía" (Pablo VI). 

La fe es el primer testimonio en nuestro servicio pastoral, y un don que siempre debemos agradecer y cuidar. Ella nos hace ver la realidad desde Jesús que nos descubre el camino de Dios y el gozo pascual de su cruz, que purifica y hace más fecundo nuestro ministerio. La vivencia de la fe es sabiduría, paz y alegría. ¡Renueva, Señor, en nosotros y en la Iglesia el don de la fe para gloria de tu nombre y el servicio a nuestros hermanos!

La fe no es algo intimista, ello no pertenecería al designio de Dios: "que tanto amó al mundo que le envío a su Hijo único" (Jn. 3, 16). Es este mundo concreto el destinatario del amor de Dios. No hay nada en la vida del hombre y en el mundo que sea ajeno a Jesucristo. Él ha venido a salvar al hombre y a sanar su liberad herida por el pecado. La fe nos hace conocer la raíz del mal y nos da la certeza del amor redentor de Dios. 

Ella es fuente de una palabra que da sentido a la vida del hombre en el mundo, y es también palabra de juicio hacia todo aquello que compromete su dignidad. En este sentido la Doctrina Social de la Iglesia es docencia y denuncia, no un agregado circunstancial al evangelio sino parte integrante del mismo. Decir que toda la actividad del hombre es iluminada por el evangelio, es expresión de una auténtica fe en Jesucristo. 

El Santo Padre nos ha convocado a celebrar un Año Santo de la Misericordia. Vamos a vivir un acontecimiento de gracia que tiene su origen en la intimidad de Dios: Dios es amor misericordioso y vimos su cercanía en el rostro de Jesucristo. Hay momentos de la historia, nos dice Francisco, en que estamos llamados a tener la mirada fija en la misericordia del Padre para ser, como Iglesia, signos eficaces de su amor y obrar. 

Es más, define a la misericordia como la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia. Esto nos compromete a ahondar en la "vía de la misericordia". El pretender siempre y solamente justicia nos puede hacer olvidar, agrega, que ella es el primer paso necesario e indispensable; pero la Iglesia necesita ir más lejos para alcanzar una meta más alta y más significativa. Desde el Evangelio hablamos del perdón y la reconciliación como expresión de ese amor misericordioso del Padre que conocimos en Jesucristo. Cuando la justicia se orienta a la reconciliación se abre al camino hacia la concordia, la fraternidad y la amistad social, tan necesarias en la vida y el futuro de toda comunidad. 

Frente a tantas situaciones de precariedad y sufrimiento nos manifiesta el deseo de que todo el pueblo cristiano reflexione en este Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. El Año Santo es un tiempo oportuno para despertar la conciencia a veces aletargada ante el drama de la pobreza, del pobre, del que sufre. Es un desafío para entrar más de lleno en el corazón social del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina, los preferidos del Señor. Tenemos que vivir esta verdad del Evangelio con la libertad y la exigencia de una palabra, que nace en el amor de Dios y busca el bien integral del hombre. 

Doy gracias a Dios que al comenzar este año podamos contar con las "Orientaciones Pastorales para el trienio 2015-2017". Valoro el trabajo de la Comisión Permanente que nos permite continuar y actualizar el camino de las líneas pastorales que hacen a nuestro servicio a la Iglesia. Es de destacar en ellas la integración de la propuesta del Santo Padre del Año Santo, junto al Sínodo de la Familia y el Congreso Eucarístico en el camino de la Misión Continental, teniendo presente, además, las diversas áreas pastorales que hemos venido trabajando en el trienio pasado.

Que María Santísima, Nuestra Madre de Luján, nos acompañe en los trabajos de esta Asamblea Plenaria para gloria de Dios y al servicio de nuestros hermanos.

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