Francisco además de ser el Papa, también es un hombre de gestión, un sacerdote jesuita, y como todo jefe de estado, un político.

En una movida, resume todo su pensamiento, deja gestos concretos e inteligentes, y valora la experiencia. La periodista mexicana es decana de los corresponsales acreditados en el Vaticano, y Bergoglio sabe que todavía han quedado resabios tristes y tensos luego de la difusión de sus expresiones privadas a Gustavo Vera sobre la posibilidad de una "mexicanización" de Argentina por la droga.

El Papa quiere también tener una relación estrecha y fraterna con uno de los países más importantes del mundo en lo que tiene que ver con la Fe Católica. Y de paso, comenzar a preparar el camino para una posible visita más adelante.

De hecho, en los últimos días, recorre México una muestra itinerante de una artista argentina con gigantografías del Sumo Pontífice, cosechando muestras de apoyo y cariño. El episodio de los dichos en privado al dirigente argentino de la ONG La Alameda, Gustavo Vera, quedan detrás, en el pasado y en un segundo plano.

Francisco entrega en esta nota con la cronista y escritora mexicana frases jugosas, definiciones trascendentes, y conocimiento acabado de la realidad azteca: El Papa habla de sus tiempos y los tiempos del Padre, de su pontificado corto con grandes desafíos. Deja abierta una puerta para que la determinación histórica de Benedicto XVI, pueda hacerse costumbre, cuando un líder de la Iglesia Católica, iluminado por el Espíritu Santo, sienta que no le dan las fuerzas para llevar adelante los cambios que la iglesia necesite tomar en el futuro.

En relación a México, Bergoglio lo conoce muy bien, y sabe de sus complejidades, es cierto que a este bellísimo país hay que dedicarle una semana, y quizás sea el gran viaje papal del 2016, junto a la República Argentina, su casa que siempre lo espera.

El Papa transmite en la nota esa intención, ese deseo de hacerse uno con México, en abrazar verdaderamente a ese pueblo a través de la Madre Guadalupana, de tocar sus llagas, sus dolores de hoy, reflejados en la droga, la violencia, los 43, y en todo lo que hoy México siente y llora. Francisco, con su amor de padre, abrazará a ese pueblo como se lo merece.

Francisco sanó heridas, acercó posiciones, y en una nota profunda, en un diálogo distendido, en una comunión de almas, valoró y enalteció la tarea profesional periodística, otorgándole este reportaje a la decana de la Santa Sede, Valentina Alazraki y no a otro comunicador, y dejó en claro todo lo que significa México para  él, y para la Iglesia Católica que lleva adelante.