Mark Seitz: "Nuestra geografía y nuestra historia nos unen"
A El Paso y Ciudad Juárez las separa un río, prácticamente seco, y una valla que pretende dificultar la entrada no autorizada al norte. Este miércoles se invertirá esa lógica: miles de paseños cruzarán en masa al lado sur para ver al papa Francisco en su simbólico paso por la frontera.
Muchos esperaban en El Paso (Texas) que el pontífice incursionara en la ciudad, también por simbolismo. Pero eso no ha importado mucho, los hoteles están tan llenos como en Ciudad Juárez y la fiesta está convocada igual, aunque sea por control remoto.
Será en el Sun Bowl, un impresionante estadio con capacidad para más de 50.000 personas y vista panorámica sobre Ciudad Juárez en el que habitualmente juega el equipo de fútbol americano de los UTEP Miners (los mineros de la Universidad de Texas en El Paso).
En la Diócesis de El Paso -organizadora de la misa televisada- apuraban este lunes las últimas entradas disponibles para acceder al Sun Bowl, aunque lo que más furor ha causado son las ingeniosas camisetas para la ocasión.
"Esta es la que más gusta a los jóvenes. Yo al principio no la entendí, me lo tuvieron que explicar", ironizó Dora, que trabaja en la Diócesis, en declaraciones a Efe. Se refería a una camiseta azul con la cara del pontífice en blanco y la leyenda "I'm here to make a mess" (He venido a montar un lío), en un juego de palabras con "mess" (lío) y "mass" (misa).
"En Ciudad Juárez también van a pasar imágenes del Sun Bowl para que el papa nos vea", apuntó otra trabajadora, lamentando que su rol como organizadora no le permita acudir personalmente.
Al Sun Bowl acudirán los pocos que ese día no crucen el puente peatonal que une a las dos ciudades. Las parroquias de El Paso repartieron 10.000 de las 220.000 entradas de la misa y por lo menos 4.000 de los 70.000 voluntarios son paseños. Hasta aquí las cifras oficiales.
El Paso se ha gastado un millón de dólares en el operativo de seguridad para este miércoles, las escuelas cerrarán y parte del comercio hará lo propio, lo que augura una afluencia masiva al otro lado del río Grande para sentir al pontífice y a su papamóvil de cerca. Además, se espera la llegada de miles de latinos procedentes de los estados fronterizos -Texas, Nuevo México, Arizona y California-.
"Nosotros vamos a ir todos. Imagine que no cierro ni en Navidad", explicó a Efe Hortensia Gómez, que tiene un puesto de tacos en el revitalizado centro de El Paso y que lamentó, eso sí, que el papa no haya tenido el gesto de cruzar al lado estadounidense.
Esa polémica, que flota en el ambiente, la intentó zanjar el alcalde paseño, Oscar Leeser, con un "El Paso es Juárez y Juárez es El Paso", pero son muchos los que ven con un leve resquemor que el papa Francisco haya optado por la ciudad que atrajo al epicentro mundial de la violencia a pocos metros de sus casas.
El jefe de la Policía, Greg Allen, calificó de "desafortunado" el rol de su departamentoen esta histórica visita: "Tendremos que responder a algo que ni siquiera pase en nuestro país".
En Ciudad Juárez la propaganda del papa es omnipresente, hay vallas publicitarias regadas por avenidas y calles, mientras que en El Paso tan solo las iglesias católicas están decoradas con carteles bilingües de "bienvenido" y "welcome".
Una de las más implicadas es la iglesia jesuita -como el papa- del Sagrado Corazón en el emblemático Barrio Segundo, una comunidad de herencia 100 % migrante erigida en el límite de la frontera y que reza por el bienestar del pontífice.
Tampoco al margen del debate, el obispo de El Paso, Mark Seitz, apuntó en un mensaje a sus feligreses: "Un alto porcentaje de la gente en El Paso tiene familia en Juárez, o manda a sus hijos a la escuela, o trabaja ahí. Nuestra geografía y nuestra historia nos unen".
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