Este 12 de octubre la diócesis de San Cristóbal, en Venezuela, cumplió 100 años de camino evangelizador. Monseñor Mario Moronta, obispo de esta jurisdicción eclesial, hizo una memoria viva de “la presencia del Dios que ha caminado junto con nosotros”.
Este 12 de octubre la diócesis de San Cristóbal, en Venezuela, cumplió 100 años de camino evangelizador. Monseñor Mario Moronta, obispo de esta jurisdicción eclesial, hizo una memoria viva de “la presencia del Dios que ha caminado junto con nosotros”.
“Nacidos en la memoria-recuerdo de lo que la Iglesia ha hecho: anunciar el Evangelio, edificar el Reino de Justicia y paz haciendo sentir la caridad operante nacida del mandamiento del amor fraterno”, ha indicado en su homilía.
Un poco de historia
Fue en 1922 cuando por “una feliz decisión del Papa Pío XI (junto a otras cuatro circunscripciones) en 1922 se creó la Diócesis de San Cristóbal”, que para don Moronta se trató de “nueva porción del pueblo de Dios elegida para hacer realidad en estas tierras andinas (y durante muchos años en los llanos del Alto Apure) la fuerza transformadora del Evangelio de Jesucristo el Señor”.
Ha recordado que “el primer Obispo, el Siervo de Dios, Tomás Antonio Sanmiguel Diaz, experimentó lo que aconteció con Abraham: el Señor lo sacó de su tierra y le pidió que llegara a las montañas andinas y sus poblaciones para fundar la Iglesia local de San Cristóbal”.
“Obedeció como el patriarca y se hizo presente como padre y pastor para comenzar la tarea recibida como encargo pastoral. Al igual que él, los otros obispos que le han sucedido, recibieron la tarea de continuar la conducción de ese pueblo de Dios, como le correspondió hacerlo a Moisés y otros tantos guías del pueblo de Israel. Lo dejaron todo y se convirtieron en servidores para un pueblo naciente que ha sabido caminar por las sendas de su historia”, acotó.
Para el Obispo “en estos cien años de historia, los pastores y sus cooperadores, han ejercido el papel profético “a tiempo y destiempo”. Así han podido iluminar desde y con la Palabra de Dios, a la vez que han ayudado a madurar la fe en la esperanza y caridad de todos los miembros del pueblo de Dios”.
Un carisma de profunda fe
Don Moronta ha destacado el gran sentido de comunión en la historia de la diócesis: “Con diversidad de estilos, según las épocas, tanto los Obispos como los laicos y los presbíteros, han hecho saber que es una de las actitudes propias de los miembros del pueblo de Dios peregrino “por los caminos del tiempo en Táchira”.
“El testimonio de vida de los pastores junto con el de tantos creyentes ha permitido no sólo fortalecer las comunidades sino asegurar la llegada de nuevos discípulos. Incluso, una de las consecuencias de este testimonio es la llamada ‘cultura vocacional’, carisma propio de esta Iglesia local”, acotó.
Asimismo resaltó la exportación de la cultura tachirense, porque “son muchísimos los tachirenses que se han debido ir a otros lugares para trabajar: no sólo han llevado la cultura tachirense (“gocha”) sino la fuerza de su fe, esperanza y caridad”.
“¡Qué hermoso es poder comprobar que otro de los grandes carismas de esta Diócesis es la profunda fe de nuestro pueblo! Fe hecha caridad operante: la preocupación por los ancianos, los pobres, los migrantes, los que sufren y los excluidos están en el corazón de los creyentes del Táchira”, ha explicado.
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