El último consejo de Bergoglio para las Navidades en Buenos Aires

El último consejo de Bergoglio para las Navidades en Buenos Aires

Reflexionó sobre unos pobres pastores que cuidaban de sus ovejas

Por ESTEBAN PITTARO

Sin operativos de seguridad de ningún tipo. Sin ornamentos grandilocuentes. Con los fieles de la catedral con sus abanicos haciendo lo posible por resistir un calor imposible. Así fue la última Misa de Nochebuena en la catedral de Buenos Aires del cardenal Jorge Bergoglio antes de ser elegido Sumo Pontífice.

En su homilía del 24 de diciembre el cardenal Bergoglio evocaba como el relato del Nacimiento de Jesús “va pasando de lo grande, de lo poderoso, a lo pequeño, a lo sencillo, a lo humilde”. El Arzobispo de Buenos Aires resaltó en esa ocasión que en medio de la grandeza humana del Emperador, y celestial de los ángeles, hay signos de sencillez. “Unos pobres pastores cuidaban sus ovejas por turnos durante la noche. Y a estos sencillos se les anuncia una gran alegría: hoy en la ciudad de David ha nacido un Salvador”, rescataba el Papa.

El hoy Papa Francisco se detuvo en esa ocasión en la “pasión de Dios por los humildes y los sencillos, por aquellos que son pacíficos que no hacen pretensión de ser más que los que demás; esa pasión de Dios por la humildad”. “La sencillez, que se muestra como es, que no se maquilla el alma, que está para servir, para adorar, está para sentirse pueblo de Dios. Esta noche Dios también la pasó en vela, cuidando lo sencillo, lo humilde, cuidando lo más sencillo, lo más elemental que tenemos los hombres, que es la vida”, expuso sin leer.

La petición del Cardenal Bergoglio, en aquella ocasión, también tuvo que ver con la humildad: “Quisiera pedirle a Dios que en medio de tantas pretensiones humanas, de tanta soberbia y petulancia, que nos asedia por todos lados incluso dentro de nuestro corazón porque todos tenemos esa tentación, nos haga repetir con la voz del Ángel: ‘Mirá la señal, un niño recostado en un pesebre’”.

Y cerró su homilía con un consejo para la Navidad, el último de sus Misas de Nochebuena como Arzobispo de Buenos Aires. “Enamorate, como Dios está enamorado, de la humildad, de la sencillez, de la paz. Ahí sí vas a poder adorar a Dios”.

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