Ucrania: Sacerdote católico vivirá la Navidad entre misiles, apagones y una fe que resiste

Ucrania: Sacerdote católico vivirá la Navidad entre misiles, apagones y una fe que resiste

“Nos enfrentamos a la muerte cada día”, afirma el P. Lucas Perozzi, misionero católico en Ucrania, al describir la vida de su comunidad en Bila Tserkva, una ciudad situada a unos 100 kilómetros de Kiev y constantemente amenazada por ataques con misiles.

Por Diego López Marina.

A pocos días de la Navidad, el sacerdote asegura que el único deseo de los fieles es que “Dios se haga presente” en medio de la guerra.

En declaraciones recogidas por Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) en un artículo publicado el 19 de diciembre, el P. Perozzi explica que la guerra ha convertido la muerte en una presencia cotidiana. “Cada día oímos hablar de soldados muertos en la guerra y todos los días hay un entierro cerca”, señala el sacerdote brasileño, que lleva 22 años como misionero en Ucrania.

El religioso relata que su llegada reciente a Bila Tserkva estuvo marcada por un violento ataque aéreo. “En mi primer día hubo un ataque con misiles, uno grande. La diferencia con Kiev es que aquí no hay los mismos sistemas de defensa aérea, así que todos alcanzaron sus objetivos”, cuenta. Como consecuencia, un edificio de cuatro plantas se derrumbó, dejando dos muertos, ocho heridos y numerosas viviendas dañadas.

A esta amenaza constante se suman los apagones diarios, provocados por los ataques rusos contra la infraestructura energética del país. “Tenemos apagones todos los días. A veces celebramos la misa a la luz de las velas o con una linterna a pilas”, explica el sacerdote a ACN. La electricidad, añade, suele cortarse de madrugada y no regresa hasta la tarde.

La precariedad afecta todos los aspectos de la vida. “A veces tenemos electricidad, a veces no; a veces tenemos agua y luego no; a veces tenemos comida, otras pasamos hambre”, afirma el P. Perozzi.

Según el misionero, el aumento de precios y la llegada de refugiados del este del país han agravado aún más la situación. “Es un milagro que la gente consiga vivir; no sé cómo logran salir adelante”, reconoce.

El sacerdote atiende a la pequeña comunidad católica de Bila Tserkva, que celebra sus liturgias en una iglesia histórica confiscada durante la época soviética y que nunca fue devuelta. “Ahora tenemos que pagar alquiler para rezar en la iglesia que nos robaron, y cada año debemos renovar un acuerdo con el Ministerio de Cultura”, denuncia.

Con el apoyo de ACN, la parroquia ha comenzado la construcción de un nuevo centro pastoral, aún inconcluso. “Tendrá capillas, salas para la pastoral juvenil y un centro de rehabilitación para veteranos de guerra”, explica el P. Perozzi.

De cara a la Navidad, el sacerdote asegura que las expectativas materiales han quedado relegadas. “Esperamos que Dios esté presente en estas fiestas, incluso si la guerra no termina. Rezo todos los días para que Dios nazca en cada uno de mis feligreses, porque nuestra vida aquí es muy frágil”, concluyó.

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