Santa Brígida, copatrona de Europa: Una santa para consagrados y laicos

Santa Brígida, copatrona de Europa: Una santa para consagrados y laicos

Canonizada en 1931

 

Canonizada en 1931 por Bonifacio IX, Santa Brígida es patrona de Suecia. Fue declarada en 1999 copatrona de Europa por san Juan Pablo II, que subrayó cómo “la Iglesia, aunque sin pronunciarse sobre las revelaciones individuales, ha aceptado la autenticidad general de su experiencia interior”.

La figura de santa Brígida es muy apreciada por los últimos papas. Benedicto XVI le dedicó una catequesis en la audiencia general y el Papa Francisco quiso canonizar a María Isabel Hesselblad, –quien en el siglo XX había renovado la Orden del Santísimo Salvador (fundada por santa Brígida)– a quien dará una fuerte impronta ecuménica, siempre en la estela de esa búsqueda de paz y unidad, tan querida por Brígida.

Patrona de Europa

San Juan Pablo II la propuso como patrona de Europa, mediante la carta apostólica en forma de Motu Proprio, junto a santa Catalina de Siena y santa Teresa Benedicta de la Cruz, el 1 de octubre de 1999.

Según este texto, Brígida, nació en una familia aristocrática el año 1303 en Finsta, en la región sueca de Uppland. Es conocida sobre todo como mística y fundadora de la Orden del Santísimo Salvador. Pero no se ha de olvidar que vivió la primera parte de su vida como una laica felizmente casada con un cristiano piadoso, con el que tuvo ocho hijos.

“Al proponerla como patrona de Europa, pretendo que la sientan cercana no solamente quienes han recibido la vocación a una vida de especial consagración, sino también aquellos que han sido llamados a las ocupaciones ordinarias de la vida laical en el mundo y, sobre todo, a la alta y difícil vocación de formar una familia cristiana”, escribió el papa polaco.

Vida familiar

Sin dejarse seducir por las condiciones de bienestar de su clase social, vivió con su marido Ulf una experiencia de matrimonio en la que el amor conyugal se conjugaba con la oración intensa, el estudio de la sagrada Escritura, la mortificación y la caridad. Juntos fundaron un pequeño hospital, donde asistían frecuentemente a los enfermos. Brígida, además, solía servir personalmente a los pobres. Al mismo tiempo, fue apreciada por sus dotes pedagógicas, que tuvo ocasión de desarrollar durante el tiempo en que se solicitaron sus servicios en la corte de Estocolmo. Esta experiencia hizo madurar los consejos que daría en diversas ocasiones a príncipes y soberanos para el correcto desempeño de sus tareas. Pero los primeros en beneficiarse de ello fueron, como es obvio, sus hijos, y no es casualidad que una de sus hijas, Catalina, sea venerada como santa.

Nueva misión para Brígida

Este período de su vida familiar fue sólo una primera etapa. La peregrinación que hizo con su marido Ulf a Santiago de Compostela en 1341 cerró simbólicamente esta fase, preparando a Brígida para su nueva vida, que comenzó algunos años después, cuando, a la muerte de su esposo, oyó la voz de Cristo que le confiaba una nueva misión, guiándola paso a paso con una serie de gracias místicas extraordinarias.

Brígida, dejando Suecia en 1349, se estableció en Roma, sede del Sucesor de Pedro. El traslado a Italia fue una etapa decisiva para ampliar los horizontes, no sólo geográficos y culturales, sino sobre todo espirituales de su mente y su corazón. Muchos lugares de Italia la vieron, aún peregrina, deseosa de venerar las reliquias de los santos.

Peregrinaciones

De este modo visitó Milán, Pavía, Asís, Ortona, Bari, Benevento, Pozzuoli, Nápoles, Salerno, Amalfi o el santuario de San Miguel Arcángel en el monte Gargano. La última peregrinación, realizada entre 1371 y 1372, la llevó a cruzar el Mediterráneo, en dirección a Tierra Santa, lo que le permitió abrazar espiritualmente, además de tantos lugares sagrados de la Europa católica, las fuentes mismas del cristianismo en los lugares santificados por la vida y la muerte del Redentor.

En realidad, más aún que con este devoto peregrinar, Brígida se hizo partícipe de la construcción de la comunidad eclesial con el sentido profundo del misterio de Cristo y de la Iglesia, en un momento ciertamente crítico de su historia. En efecto, la íntima unión con Cristo fue acompañada de especiales carismas de revelación, que hicieron de ella un punto de referencia para muchas personas de la Iglesia de su tiempo.

“En Brígida se observa la fuerza de la profecía”, afirmó san Juan Pablo II. “A veces, su tono parece un eco del de los antiguos profetas. Habla con seguridad a príncipes y pontífices, desvelando los designios de Dios sobre los acontecimientos históricos. No escatima severas amonestaciones también en lo referente a la reforma moral del pueblo cristiano y del clero mismo (cf. Revelationes, IV, 49; también IV, 5)”.

Revelaciones del Señor

Santa Brígida de Suecia recibió abundantes revelaciones del Señor sobre el purgatorio, y en particular fue bendecida con una promesa de liberación del purgatorio para quien cumpla con una oración diaria durante 12 años de forma ininterrumpida. El esfuerzo y el compromiso es grande, pero según lo revelara Jesús a la santa, quien tenga la perseverancia y rece en forma diaria estas siete oraciones con devoción, se acercará a la purificación que sufrieron los mártires, y al merecimiento de su corona.  Las palabras deben ser rezadas meditando su significado, hablando al Señor en forma sincera mientras se reza. También la familia del alma devota recibirá abundantes gracias del Señor.

Esta devoción fue declarada buena y recomendada tanto por el Sacro Collegio de Propaganda Fidei, como por el papa Clemente XII. El papa Inocencio X confirmó esta revelación como “venida del Señor”.

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