Un sacerdote chino denuncia la represión comunista: “Mi obispo lleva 20 años en la cárcel”

Un sacerdote chino denuncia la represión comunista: “Mi obispo lleva 20 años en la cárcel”

Relata cómo la misa y otros sacramentos se celebran en casas particulares de forma clandestina para evitar la persecución del gobierno

En los años 80, los católicos en China eran 3 millones, ahora son 12 millones. Las conversiones crecen y las vocaciones al sacerdocio aumentan, a pesar del número elevado de obispos y presbíteros que están prisioneros en las cárceles chinas. “Si vives ese ambiente de persecución, la gracia de Dios es mucho más abundante y experimentas una alegría inmensa”, afirman un sacerdote chino.

El Gobierno de la República Popular China creó hace tiempo una iglesia paralela e independiente de la Santa Sede, con el fin de controlar a los católicos y que obedecieran al partido comunista. Se llama la Asociación Patriótica Católica China. Los católicos que quieren seguir siendo fieles al Papa, sufren persecución y encarcelamiento. Este organismo obliga a las personas a asumir conductas contrarias a su conciencia de católicos.

El padre Thomas es un sacerdote chino que estudia derecho canónico en el Colegio Eclesiástico Internacional Bidasoa de Pamplona. Puede estudiar en España gracias a una beca de estudios concedida por CARF Fundación. Relata cómo asisten a la santa Misa los católicos de su país: “Secelebra en una casa de una familia católica. Es como si fuera una reunión más de cualquier familia. Allí, el sacerdote clandestino, administra los sacramentos y predica. Ser perseguido por Cristo es una verdadera alegría”, afirma.

Cuenta que no tienen noticias de su obispo, que lleva 20 años en la cárcel, completamente desaparecido. “Los policías salen de caza con frecuencia para apresar a los jefes católicos. A pesar de esta persecución, en China la gente practica la fe y tiene mucho respeto al sacerdote”, dice el padre Thomas.

Entidades como CARF o Ayuda a la Iglesia Necesitada (asociación eclesial que depende de la Santa Sede) contribuyen a la formación de sacerdotes y seminaristas de China. “Los católicos no nos tenemos que olvidar que una parte de la Iglesia está sufriendo. Tenemos que apoyarles rezando o con ayudas económicas”, recuerda el sacerdote chino.

Desde su fundación, CARF ha ayudado con becas de estudio a más de 200 sacerdotes y seminaristas de China. Ayuda a la Iglesia Necesitada envió 700.000 euros el curso pasado, para el apoyo de nuevas vocaciones y la construcción de templos.

La fe en la clandestinidad

Los católicos que no quieren someterse a la autoridad del partido, están fuera de la legalidad y por ello, deben vivir su fe en clandestinidad. Juan es otro seminarista chino que estudia en Roma. Cuenta que en su país es difícil asistir a la santa Misa por falta de sacerdotes. Un cristiano corriente podrá asistir 10 o 12 veces en el año, pero cada domingo una de las familias cristianas de la comunidad pone a disposición su casa y allí se encuentran las familias a rezar y a escuchar la palabra de Dios.

“En estos días, en mi provincia están quitando las cruces de las iglesias, alegan que la religión es algo del ámbito privado y no deben hacerse públicos sus signos porque además, permitirlo, es una desigualdad con otras religiones. En una parroquia de mi diócesis hay un monte, y entre los árboles hay una cruz de piedra que no está muy visible. Un campesino del lugar nos da ejemplo a los jóvenes, abrazándose todos los días a la cruz y diciendo que si quieren quitarla, antes le quitáis su vida", explica el seminarista.

Dice que conoce a un sacerdote a quien le quitaron su pasaporte y sus documentos y nunca más se los devolvieron, una forma de tortura moderna: perder la identidad y pasar a ser nadie en la sociedad civil.

Recientemente el Papa Francisco ha señalado que le gustaría mucho ir a China y desea que se den buenas relaciones con el Vaticano. Por el momento, China se encuentra entre los veinte países con más alto nivel de intolerancia y persecución religiosa.

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