Renovar el método teológico para habitar a través del anuncio las palabras deshabitadas del Evangelio

Renovar el método teológico para habitar a través del anuncio las palabras deshabitadas del Evangelio

Una teología que usa métodos que no vienen del kerigma, termina por alejarse del Evangelio.

 

Parecería fuera de lugar un artículo sobre el método teológico en un momento de sufrimientos y miedo para la humanidad. Pero para los cristianos la falta de una teología calada en la realidad ha hecho deshabitar las palabras del Evangelio. Nuestro pueblo no recuerda la fe, no tiene capacidad de utilizar expresiones adecuadas para confiar en el amor de Jesús, profesar y vivir la fe, la esperanza y la caridad.

Hemos participado en la primera jornada de estudios “Eclesiología Pastoral: un camino común”, organizada por el Instituto Teológico Leoniano de Anagni (Italia) el pasado 21 de febrero, en ocasión del 25° aniversario de su fundación.

Después del saludo y la introducción del director del Instituto, don Pasquale Bua, las principales intervenciones han sido realizadas por conocidos teólogos de las universidades pontificias romanas. Dos eclesiólogos y un pastoralista: Dario Vitali de la Gregoriana, Giovanni Tangorra de la Urbaniana, Luciano Meddi de la Lateranense. El público muy numeroso ha animado el debate. La segunda parte del encuentro, titulada “La Eclesiología pastoral: una disciplina en busca de identidad”, ha sido encargada a profesores del Instituto Teológico Leoniano. El prof. Marco Ronconi expuso algunos puntos sobre “La contribución de la Historia de la Teología”; nosotros dos presentamos una reflexión sobre “La contribución de la Teología sistemática”.

Pensamos que la teología dogmática o sistemática podrá colaborar a realizar la Iglesia bella del Concilio y el nacimiento de la nueva humanidad en el mundo de hoy, que son las verdaderas finalidades de una Eclesiología con rostro pastoral, volviendo a las “verdades centrales”, expresadas en el kerigma, y renovando el método teológico.

Sobre el kerigma o “anuncio” ya hemos escrito hace poco (1). Ahora propondremos algunas reflexiones y actualizaciones sobre el método teológico.

El método tiene principios que brotan del kerigma. Para dar identidad a la Eclesiología Pastoral la teología debe esforzarse mucho para renovar su método, acogiendo la invitación del Papa Francisco en Veritatis gaudium. El método (2) teológico utiliza las verdades centrales como antorcha para explorar la realidad y la historia, generar procesos y posturas, para que la Iglesia llegue a ser una comunidad y contribuya al nacimiento de la nueva humanidad. No podemos seguir limitándonos a utilizar la argumentación filosófica, actualizada con aspectos tomados de otras ciencias.

El método no es deductivo ni inductivo. Es una “luz amable” que aumenta siempre más a partir de un núcleo auténtico, de una llama verdadera. A menudo los teólogos permaneces sordos a los reclamos del Papa Francisco a considerar el Evangelio una “doctrina desequilibrada”, que “no hay que «sistematizar», para “«eliminar las tensiones» según el paradigma tecnocrático”, para tranquilizar la mente.

El Concilio Vaticano II ha recogido a partir de la tradición dos principios del método de la reflexión teológica (3): la jerarquía de las verdades y el nexo de los misterios, es decir la distinción entre verdades centrales y verdades periféricas, “por ser diversa su conexión con el fundamento de la fe cristiana”.

El nexo de los misterios, llamado “economía de la salvación”, pone en conexión los conocimientos: los naturales con los revelados; los del antiguo testamento con los del nuevo testamento, de modo que los primeros encuentran su explicación y cumplimiento en los segundos. Siempre es posible un progreso en la comprensión de las verdades. En efecto el nexo se clarifica gracias al sensus fidei del pueblo de Dios.

Otro principio del método teológico es que la revelación es verdadera, es decir la revelación está cumplida, y hay que permanecer en la verdad entera sin ocultar nada, y mantener la continuidad. La Tradición posee un dinamismo ininterrumpido capaz de progreso sin rupturas, transformando los fracasos sin esconderlos: la salvación de Cristo es “definitiva”, pero no en el sentido de “inmutable”, petrificada: es un camino.

Además el Concilio Vaticano II y el Catecismo de Iglesia católica han redescubierto la “sinfonía de la fe o de la verdad”, que pone en evidencia las características del sensus Ecclesiae que vive en el pueblo fiel de Dios: “Permaneciendo plenamente uno mismo, en total fidelidad al anuncio evangélico y a la tradición eclesial, llevará consigo también el rostro de tantas culturas y de tantos pueblos en que ha sido acogido y arraigado” (4).

Nuestra reflexión nos ha llevado a evidenciar algunas actualizaciones del método teológico, que podemos reconducir dentro de los grandes principios derivados del kerigma que acabamos de recordar. Por ser breves nos limitaremos a enumerarlos: el enfoque histórico-narrativo (no se trata solamente de narraciones reales o mitológicas, sino de hacer aflorar la memoria de las “grandes obras de Dios”); la teología de las Alianzas; el cambio en el tiempo de la Iglesia según la “«hermenéutica de la reforma», de la renovación dentro de la continuidad del único sujeto-Iglesia, que el Señor nos ha dado” (5), superando el binomio estéril “continuidad – discontinuidad”; el dialogo a varios niveles; los “lugares teológicos”; la teología de la “armonía” (6); el método simbólico (muy querido a la teología oriental).

Hemos tenido ya un buen ejemplo de teología al servicio de una Eclesiología Pastoral: la teología latinoamericana, que movió los primeros pasos en el contexto de la reflexión eclesial de la primera Asamblea general del episcopado latinoamericano en Medellín, en 1968, donde se aplicó el trinomio del discernimiento: “ver, juzgar, actuar”.

Si bien tuvo el gran mérito de poner en el centro la antropología, y desarrollando los trabajos a partir de la constitución apostólica Gaudium et spes del Concilio Vaticano II, y enfocando bien los problemas reales de los hombres, el límite de la experiencia de gran parte de la teología de la liberación fue el método teológico, extrapolado sin más de las ciencias sociales y de la filosofía, y no perteneciente al pueblo. Al pueblo de Dios pertenece la fe. Hablaban del pueblo de Dios para defenderlo, quizás al pueblo de Dios para liberarlo, pero no con el pueblo de Dio para evangelizarlo.

Una teología que usa métodos que no vienen del Evangelio, termina por alejarse del Evangelio, a pesar de las buenas intenciones.

Por otro lado, una teología que no compara las verdades que anuncia con la prueba de los frutos concretos, es estéril y se queda en abstracción.

El estudio del modelo de la teología de la liberación y de otros, nos ha llevado a proponer con valentía en el encuentro de Anagni, la unificación de la teología dogmática, que presenta el kerigma, con la teología fundamental, la cual debería asegurar el contacto con la humanidad concreta. Ambas necesitan renovación. La teología fundamental en muchos casos es todavía una forma de filosofía, la hermana menor. La teología dogmática unificada con la teología fundamental conecta con el pueblo de Dios y se puede predicar, puede ser una forma de evangelización con lenguaje claro, sencillo, per no banal, viable tanto en pequeñas comunidades, como las parroquias, cuanto en los ateneos. Los teólogos prestan su servicio en las iglesias locales, capaces de un lenguaje descriptivo, más que definitorio, simple, claro, secular urbano. A través de ellos las palabras deshabitadas del Evangelio podrían volver a ser habitadas por el anuncio. La teología dogmática que empieza desde el kerigma no puede prescindir de reconocer y elaborar los elementos de fidelidad de Dios, que son la credibilidad de esos dogmas: la Iglesia bella y la nueva humanidad. Los teólogos trabajan juntos, en diálogo, y hablan con los representantes de otras ciencias y de las culturas, con el pueblo de Dios, justamente para averiguar los frutos concretos de esos dogmas. Ahora es necesario que la teología fundamental llegue a ser el estudio de la nueva humanidad en Cristo: la antropología teológica fundamental.

Y así la teología se pondrá al servicio de una Eclesiología pastoral.

 

* Don Paolo Scarafoni y Filomena Rizzo enseñan juntos teología en Italia y en África, en Addis Abeba. Son autores de libros y artículos de teología.

 

1) https://www.lastampa.it/vatican-insider/es/2020/01/21/news/el-kerigma-el-pan-de-la-unidad-1.38363781

2)  Palabra compuesta por μετα- que incluye la idea de perseguir e ir detrás de una finalidad, y ὁδός «camino»: «camino para llegar a un lugar u objetivo»

3)  Cfr. Unitatis redintegratio 11

4)  Novo millennio ineunte, 40

5)  Benedetto XVI, Discorso alla Curia romana, 22 dicembre 2005

6)  Benoît Vermander, SI, “La nascita di una teologia pan-asiatica. Sotto il segno dell’armonia”, La Civiltà Cattolica, 4010 (15 lug/5-19 ago 2017) 114-126.

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