Renovar el lenguaje de la Iglesia: sinónimos y ejemplos creativos sin “aguar” la doctrina

Renovar el lenguaje de la Iglesia: sinónimos y ejemplos creativos sin “aguar” la doctrina

Expertos en comunicación de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz dan algunas claves para explicar conceptos de la fe a la sociedad actual descristianizada. El documento final del Sínodo de la Familia constata que la Iglesia necesita adaptar su lenguaje para que el mensaje evangélico pueda ser entendido por los hombres y mujeres contemporáneos. Pero adecuar ese lenguaje no implica falsificar la doctrina, sino explicarla mejor.

Expertos en comunicación de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz subrayan que utilizar sinónimos y ejemplos sencillos y creativos, pueden ayudar a entender la terminología doctrinal.

Daniel Arasa, vicedecano de la Facultad de Comunicación Social e Institucional de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz revela algunos de estos sinónimos que se pueden emplear de manera creativa: “La gracia de Dios es la ayuda que Dios nos da; los sacramentos son los instrumentos o canales con los que recibimos la gracia (ayuda) de Dios; la providencia es la desvelo constante de Dios por sus criaturas; la castidad es el don de sí según el propio estado de vida (casado o soltero); la expiación es la reparación por los propios errores; la mortificación es el sacrificio por un bien mayor; el pecado es la desobediencia a un Dios que nos ama, etc.”

No es fácil encontrar palabras que, sin vaciar de contenido los conceptos y sin aguar la doctrina católica, expliquen términos como gracia de Dios, sacramentos, castidad, paternidad responsable, etc. “Esto implica esfuerzo y creatividad. Creo que muchas veces basta usar esas mismas palabras junto con ejemplos. Otras veces, será cuestión de usar sinónimos”, señala el profesor Arasa. Otro ejemplo: indisolubilidad del matrimonio es el amor fiel para toda la vida.

Los “social media” y los medios digitales en general, nos obligan a usar un lenguaje breve y a veces simplificador. Pero buscar un lenguaje adecuado no puede implicar bajar la exigencia de la fe, sino salir al encuentro de las personas, también de no pocos cristianos, que desconocen o no entienden los términos y los conceptos de la fe cristiana. “Para ello, hay, sí, que estudiar y esforzarse por hablar con palabras sencillas, pero sobre todo hay que acudir al Espíritu Santo para pedir el don de lenguas”, matiza el vicedecano de Comunicación de la Santa Cruz.

Arasa recuerda que la necesidad de adaptar el lenguaje de la fe a las personas, no es una invención del reciente Sínodo de la familia. Desde siempre la Iglesia ha querido llegar a todos con un lenguaje adecuado. Por ejemplo, la “biblia de los pobres”, fue la catequesis que los artistas cristianos de la época medieval realizaron a través de la pintura, sin omitir ninguna verdad de fe.

“Creo que el Jubileo de la Misericordia, convocado por el Papa, es una gran oportunidad para mostrar con hechos la bondad y la caridad que el Señor y su Iglesia tienen con los hombres. Para ello, más que hablar, hay que predicar con la propia vida. El testimonio personal es siempre lo que más atrae y el Papa Francisco nos da un gran ejemplo”, afirma Daniel Arasa.

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